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Miércoles, 21 de marzo 2018, 01:02
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Entrenador de baloncesto durante 17 temporadas, Javier Imbroda reparte su tiempo entre la fundación que lleva su nombre y su actividad profesional y se ha volcado en la formación de los jóvenes en la que, asegura, el deporte debe ser un componente imprescindible.
–Lo primero es preguntarle por su salud...
–Me encuentro muy bien, hoy –por el martes– precisamente paso revisión; los indicadores actualmente son normales, seguimos avanzando.
–En su conferencia de mañana abordará su carrera deportiva, ¿cómo la recuerda?
–Ha sido un viaje impresionante, en el que con muchas personas fuimos capaces de crear algo grande. De un patio de colegio a la alta competición. Creo que es una historia que mercería ser contada, ¡los americanos ya habrían rodado una película! No había precedentes de algo así, lo fuimos construyendo día a día gracias al talento y al esfuerzo de muchas personas.
–Cuando empezó a dar clases en Maristas, y a entrenar en sus horas libres, ¿imaginaba que llegaría a la élite del baloncesto?
–De ninguna manera, ni en mis mejores sueños podía imaginar a lo que después llegué. Era un chico joven que venía de Melilla, una ciudad que precisamente no conlleva un ‘pedigrí’, que venía con dos bolsas de deportes y una canasta de baloncesto como único patrimonio. La realidad ha superado mis sueños de juventud.
–Hablando de patios de colegio y de entrenamientos, ¿le sorprendió la polémica por los ruidos?
–Pues sí, lo he vivido como la mayoría de los malagueños con cierto asombro; parece que las administraciones trataban de proteger a los vecinos de esos ruidos, y la pregunta es inmediata, ¿quién protege a nuestros niños, su derecho a hacer deporte? Hay determinadas situaciones en nuestra sociedad que son difíciles de digerir. Lo que no tiene sentido es impedir que unos niños tengan la oportunidad de practicar un deporte.
–Y al fomento de la práctica deportiva se dedica precisamente una fundación que lleva su nombre...
–Era una idea que tenía en mente desde hacía muchos años y que pude materializar hace ahora cuatro años. En los años 2011 y 2012 vi la necesidad que se generó provocada por la crisis. Además, tenía el tiempo y la capacidad para ponerlo en marcha. A través de los servicios sociales del distrito Centro –estamos en el barrio de la Trinidad– tratamos de ofrecer este servicio a la ciudad, inculcar en los jóvenes una mentalidad de superación.
–Y dentro de su fundación está la escuela de valores, en la que tratan de conjugar deporte y educación,¿tan importante consideran el deporte para la educación de los jóvenes?
–Es fundamental. El deporte es una escuela de aprendizaje en valores. Lo que parece mentira es que a estas alturas todavía estemos cuestionando la educación física en los planes educativos.
–¿Qué ha aprendido del deporte?
–He aprendido a saber ganar y a perder; que los proyectos se construyen sobre sólidos cimientos; he aprendido a conocer el comportamiento de las personas, que la pasión es un motor único, que trabajando en equipo se pueden conseguir objetivos que parecían inalcanzables.
–Y a los jóvenes, ¿qué les puede enseñar el deporte?
–Mucho, muchísimo. En primer lugar, a tener hábitos saludables, a compartir, a superarse y a esforzarse por llegar a lo máximo, dentro de las posibilidades de cada uno. Aprenden a apasionarse con lo que hacen, a tener el coraje, pero también respeto al contrario, a ser perseverantes y pacientes, ... en fin, una serie de valores de los que la juventud actual está muy necesitada.
Título ‘Desde el colegio a la alta competición. El caso de Javier Imbroda’
Lugar Instituto Oficial de Formación Profesional Medac. Avenida de Velázquez, 102
Fecha y hora Mañana, 18.30h.
Inscripción A través de la web de Medac Talks
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