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Ni bus, ni tren, ni taxi. La huelga indefinida del sector dejó ayer a cientos de pasajeros recién aterrizados en el aeropuerto de Málaga sin forma de llegar a sus destinos. El último autobús abandonó la terminal minutos antes de la una de la madrugada de este lunes, abarrotado y dejando a una gran cantidad de personas en tierra. Según relatan a SUR varios afectados, cuando las puertas del vehículo se cerraron, empezaron a darse cuenta de que realmente no había forma de salir de allí. "Algunos han empezado a llamar por teléfono a familires o amigos, pero los que venimos de turismo no sabemos qué hacer", relataba una joven de Manchester con las maletas en la mano. A escasos metros, algunos taxistas contemplaban la escena con las luces de sus vehículos apagadas sin hacer nada, hasta que la muchedumbre comenzó a increparles por no ofrecerse a hacer ninguna carrera.
La huelga de taxistas se declaró el sábado por la noche y, tras el rechazo por parte de los profesionales de las medidas ofrecidas por el alcalde, Francisco de la Torre, se ha establecido de manera indefinida. La semana de feria ha comenzado con la ausencia del colectivo en las calles y el aeropuerto ya se vio afectado ayer por la tarde, pero la presencia de autobuses y trenes pudo sofocar los ánimos gracias a la paciencia de los recién llegados, que se acabó para aquellos que se vieron atrapados de madrugada.
"Hay niños aquí, por favor, llevadnos al hotel". Algunos viajeros españoles trataban de convencer a los taxistas, sin éxito. "Estamos defendiendo nuestros derechos", afirmó un profesional, mientras que una señora de mediana edad continuaba quejándose: "¿Y dónde están los míos?". Mientras tanto, más coches particulares entraban en la terminal. A la llegada de los vehículos, muchos afectados levantaban el pulgar pidiendo que les acercaran a algún sitio en concreto. "Veníamos a pasarlo bien y nos hemos encontrado con esta pesadilla, dormir en el aeropuerto tras horas de viaje y con una noche de hotel pagada tirada a la basura".
El siguiente tren salía a las 5.30 horas de la madrugada, por lo que la única opción para aquellos sin nadie a quien llamar fue echarse a dormir en la terminal de llegadas. "Esto es indignante, no es manera de tratar a los visitantes", se lamentó un padre de familia que trataba de razonar con un taxista para que les llevaran a él, a su mujer y a sus dos hijos. Pasadas las dos de la madrugada, algunos jóvenes comenzaron a caminar por la carretera en dirección Torremolinos, cargados de maletas. Varios afectados relataron a SUR que un taxista recogió a una familia y el resto de compañeros "se avalanzaron contra el coche, gritando y dando golpes" -este periódico presenció cómo tres taxistas pararon a un cuarto vehículo con viajeros en la salida de la terminal, poniéndose detrás de él, pitando y encendiendo las luces largas-.
Aunque no hubo tanta tensión como en el aeropuerto, la huelga de taxis también afectó a los que acudieron al Real de la Feria la tarde-noche del domingo. En la zona habilitada para el transporte público sólo había varios vehículos rodeados de carteles que rezaban "El taxi en huelga". Cada varios minutos, algunas personas se acercaban a preguntar a la decena de profesionales que se encontraba en las inmediaciones, quienes explicaban la situación ante la impotencia de los afectados. Algunos de ellos, sin embargo, se mostraron de acuerdo con la causa: "Cogemos un autobús y no hay problema, hay que luchar por los derechos", apuntó un joven que iba dirección El Palo.
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