Garajes y locales dañados por el lodo en el Paseo de Sancha

Agua, cañas, ramas, troncos de árboles y barro, mucho barro. Esa fue la fotografía que la tromba de agua de la madrugada de este domingo dejó en la zona del Paseo de Sancha y en la inmediata avenida Pintor Sorolla, donde edificios, garajes y vehículos quedaron bajo el lodazal; incluso la sede de la Subdelegación del Gobierno se vio seriamente afectada. «Esto es dantesco, parece que ha caído una bomba», resumió Carmen Velarde, una vecina de la zona mientras tomaba imágenes con su móvil.

Las intensas lluvias provocaron que los garajes subterráneos quedaran inundados, mientras que el agua entró en los coches estacionados en la calle. Vecinos y comerciantes de la zona denunciaron que la falta de limpieza de los cauces de los arroyos agudiza los efectos dañinos que de por sí provoca el hecho de que esta vía se encuentra en la parte inferior de varias calles en pendiente por donde se desliza el agua con fuerza cuando llueve con intensidad y de que las hojas de los árboles obstruyen las alcantarillas.

«Siempre que llueve con fuerza paso lo mismo. Las alcantarillas no dan abasto porque están atascadas y se crea una bolsa de agua que entra en los coches y mientras tanto las autoridades no hacen nada», se quejó Jorge mientras con un cubo y una bayeta intentaba achicar el agua que entró en su vehículo.

A lo largo de Paseo de Sancha y Pintor Sorolla los garajes subterráneos se inundaron y los propietarios, junto a empresas especializadas, estuvieron todo el día achicando agua. «Me vine ayer tarde (por el sábado) de Adra porque daban lluvia; metí el coche en mi aparcamiento y ahora no sé cómo me lo voy a encontrar», explicó Juan Miguel.

«Llevamos desde las siete de la mañana sin parar limpiando suciedad. Es inconcebible que una ciudad como Málaga sufra estas consecuencias cada vez que llueve con fuerza», manifestó Mariano, uno de los vecinos del edificio situado frente a la Subdelegación del Gobierno y en cuyo garaje hubo que achicar «bastante» agua.

Los locales comerciales, como los situados en el inmueble conocido como La casa de los fantasmas y establecimientos de hostelería de la zona también sufrieron los efectos de la lluvia. «Las sillas y mesas que tenemos para la terraza estaban llenas de barro y hemos tenido que limpiarlas», comentó uno de los camareros, mientras que en el cercano Hospital Parque San Antonio la entrada también acumuló gran suciedad, aunque dentro de las instalaciones, según dijeron algunos de los trabajadores, no hubo que lamentar daños importantes.

Peor suerte corrieron varios vehículos aparcados en las cercanías de la calle Miguel Induráin. La fuerza con la que bajó el agua en esta zona provocó una cascada sobre el techo metálico bajo el que se guarecían los coche, lo que, a su vez, causó la caída de dicha techumbre sobre los coches.