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Juan Cano
Jueves, 5 de enero 2017, 01:12
El runrún empezó a escucharse el martes en los pasillos de la comisaría y de los juzgados. «Esto va a ser una jornada de puertas abiertas». Y el eco, como temen secretamente las Fuerzas de Seguridad del Estado y reconocen abiertamente en las ONG, llegará alto y claro al otro lado del Estrecho. El Ministerio del Interior es consciente, y así lo confiesan mandos de la policía y la Guardia Civil, del «efecto llamada» que tendrá la puesta en libertad masiva de inmigrantes llegados a las costas andaluzas en la última oleada de pateras. De hecho, ayer mismo fueron interceptadas tras recibir un aviso de un cooperante otras dos embarcaciones que trataban de llegar a España. Una de las pateras zarpó de Cabo del Agua (Marruecos) con 32 subsaharianos y fue localizada a 64 millas náuticas al sur de Cabo de Gata por Salvamento Marítimo, que la remolcó hasta el Puerto de Almería. La segunda salió con 28 personas a bordo desde Bouyafar y fue trasladada por una patrullera marroquí a Nador.
Con los de ayer, son ya más de 300 los inmigrantes que han sido sido interceptados desde el día de Año Nuevo en una oleada de pateras sin precedentes en el último lustro. A Málaga ha llegado un tercio de ellos exactamente, 104 en dos embarcaciones localizadas el domingo y el martes. El año pasado, la provincia recibió a más de 750 inmigrantes, una cifra inédita en la última década.
La respuesta que se ha dado a la oleada vivida desde el domingo tampoco tiene precedentes en Málaga, salvo un caso puntual el pasado septiembre. El Gobierno se ha visto obligado a seguir un cauce extraordinario ante una situación extraordinaria por la ausencia de plazas en los centros de extranjeros (CIE). Ayer, como adelantó SUR, los 104 subsaharianos llegados a Málaga abandonaron la Comisaría Provincial por la puerta lateral. Lo hicieron en dos tandas. La primera, por la mañana, sobre las 11.30, se repartió en dos autobuses que salieron rumbo a Arcos de la Frontera (Cádiz) y Sigüenza (Guadalajara), de los que se ha hecho cargo la ONG Accem. Cruz Roja, que recogió en una furgoneta a cuatro de los inmigrantes puestos en libertad por la mañana, fletó otro autobús en el que a las 18.30 horas se subieron otros 48 subsaharianos corresponden a la segunda patera, la que llegó este martes y que anoche durmieron en un hostal de la capital, además de proporcionarle ropa y comida. Hoy, voluntarios de la organización se entrevistarán con ellos para comprobar si disponen de algún recurso; a los que tengan familiares o amigos en España, se les ayudará en el desplazamiento; a los que no, se valorará si tienen posibilidades para desenvolverse o, si por el contrario están en situación de riesgo, se les buscará plaza en algún centro. En cualquier caso, todos ellos están ya en libertad y han eludido un posible internamiento. Lo mismo ha ocurrido con los que arribaron a Motril y, previsiblemente, sucederá con la mayoría, confesaron desde el Ejecutivo. De ahí que otras fuentes policiales consultadas consideren que esta situación puede animar a los miles de subsaharianos que esperan al otro lado de Marruecos el momento idóneo para cruzar la frontera.
En Cruz Roja, donde aseguran que es la primera vez que se produce una puesta en libertad masiva en Málaga, aunque no en otras provincias, como en Granada el pasado octubre, reconocen el efecto llamada que puede generar esta respuesta. «Es indudable, no se puede negar lo evidente, pero no olvidemos la perspectiva del problema de fondo en el fenómeno migratorio, que viene de una crisis humanitaria donde se ven obligados a moverse y a buscar un futuro mejor», concluye el coordinador provincial de Cruz Roja, Samuel Linares.
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