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Pilar R. Quirós
Lunes, 3 de octubre 2016, 00:54
Fue bonito mientras duró, piensan los más afectados. Bueno, los últimos meses ya se veía cierto declive en las relaciones personales entre la portavoz de Málaga Ahora, Ysabel Torralbo; y el nuevo edil independiente (pero podemita en espíritu y esencia), Juanjo Espinosa. Se supone que hacían como los matrimonios en crisis: al mal tiempo, buena cara o ausencia de gestos para disimular de cara a la galería. Esa galería constante que supone trabajar en la Casona. Del nacimiento de Málaga Ahora (primero se denominó Ganemos Málaga) en La Casa Invisible, algo que nadie podrá negar, su acceso al poder con cuatro ediles en la sexta ciudad de España (uno por encima de Ciudadanos) y su creación posterior de lo que llamaron felizmente La Colmena. Inauguraban hace justo un año el espacio vecinal de confluencia que habían montado en el gran granero de votos de la ciudad, en la Carretera de Cádiz, avenida de Velázquez, 5. En aquel momento escribían esta sentencia: «Hemos demostrado que cuando la ciudadanía se une somos imparables, que sí se puede hacer las cosas de otra manera».
Era su luna de miel. Que celebraban por todo lo alto, con guiños al podemismo sí se puede, que no olvidemos fue la fuerza política que les dio el soporte inicial a esta formación. El error de Pablo Iglesias y de los suyos fue que Podemos no se presentara a las municipales porque ese hueco lo aprovecharon otras fuerzas de la confluencia para gestar partidos municipalistas, como quieren llamarse ellos, y aglutinar dentro de estos movimientos a todo el que sumara votos.
Más tarde, crearon un periódico juntos, y se jactaban de ser colmena. Eso que se llama una piña. Pero, como en casi todas las estructuras de este mundo, siempre hay un líder, una abeja reina, y ahí es donde la lucha de poderes empezó a fraguarse. ¿A quién de las larvas que iba a ser la abeja reina alimentarían con jalea de poder? La portavocía había erigido a Ysabel Torralbo, pero el liderazgo natural de Juanjo Espinosa, que hacía valer siempre que podía, le hacía sombra a menudo. De hecho, la oposición le ha venido ensalzando como a un político de raza.
El camino. Empieza la bifurcación
Podemos empezó a querer tener más poder en eso que ellos llamaban confluencia, que al final ha tornado en bifurcación. La colmena se convirtió en un avispero. El mal rollo empezó a vislumbrarse cuando Nicolás Sguiglia asumió mayor protagonismo como técnico dentro del grupo, y consiguió que le contrataran en la Diputación echando al anterior asesor, que en Twitter se llama Erguan (Juan Díaz), éste último responsable de las redes sociales de la Casa Invisible que aunque quiere demostrar que no tienen nada que ver, está hasta en la sopa. Es previsible que cuando se publique esta información copen las redes hablando de su independencia. Nada nuevo bajo el sol.
Y parece ser, o eso cuentan algunos podemitas y miembros de Málaga Ahora entre bambalinas, que el pago o ciertas aportaciones a las campañas nacionales del partido, empezara a hacer saltar la alarma sobre el control de las finanzas en el grupo municipal, y por ende, del poder.
En comunicado interno de las concejalas de Málaga Ahora, Ysabel Torralbo, Rosa Galindo e Isabel Jiménez, que ha acabado siendo externo muy a su pesar, se habla de que el grupo no puede hacer frente a gastos de otros partidos: «La propuesta de financiar con recursos de Málaga Ahora a otra organización (que además no está al tanto de esta propuesta) así de manera oculta, roza la ilegalidad, por no hablar de falta de ética». Aquí las tres ediles se despachan también con frases del tipo «hace meses que teníamos que haber comunicado estas gravísimas actuaciones, que incluyen la retirada de miles de euros en efectivo sin justificar de las cuentas de Málaga Ahora. Prolongar ese silencio, en cierto modo nos haría encubridoras, lo mismo que no cortarla». Mientras tanto, Juanjo Espinosa y Nicolás Sguiglia proponían tres opciones en un escrito: llevar el control de las cuentas; pasar a ser concejal independiente; o seguir dentro de Málaga Ahora, aunque sin pertenecer a la misma de facto (pero sí de cara a la galería), copando el 25% de los recursos económicos. Es decir, la pasta es arte y parte de todo el proceso.
El desenlace. El golpe y la separación
El viernes, como anunció este periódico por la mañana en la edición de papel, Juanjo Espinosa escenificó la ruptura y su paso a ser edil no adscrito, bueno adscrito totalmente a Podemos, aunque no pueda ser así sobre el papel porque este partido no concurrió a las elecciones municipales. La colmena se convirtió en avispero, la confluencia en bifurcación y frases del tipo chantaje por las tres concejalas al que se marchaba quedaron muy patentes. Los acólitos de Espinosa, de Podemos, aunque no se sabe si cuentan del todo con el control del partido (la bicefalia en Madrid entre Iglesias y Errejón explica la dificultad de entender quién manda) también escribían un comunicado en el que acaban de golpe de las tres concejalas de Málaga Ahora por impedir votar a miembros de otros grupos políticos, en este caso Espinosa o Sguiglia, que son de Podemos.
Hay frases que quedarán en los anales tales como «la deriva antidemocrática de Málaga Ahora supone una gran decepción», del citado comunicado o «no vamos a emprender ninguna batalla ni nos vamos a meter en la máquina del fango», que dijera Espinosa en la escalinata principal del Ayuntamiento. Como si no hubieran pasado ya los límites de lo que se llama cortesía, todos, y no estuviesen enfangados con sus comentarios de ida y vuelta. Una retahíla de frases al más puro estilo de la vieja y añeja política. Un culebrón político de primer orden a semejanza del que nos ha deleitado estos días el PSOE nacional para estupor del país y de buena parte de su militancia. Como colofón, Podemos podría romper todos los cauces de comunicación con Málaga Ahora, como explicaba Antonio Montilla en su crónica política, y elegir de líder provincial a Juanjo Espinosa. ¿Alguien habló de diálogo y confluencia? La nueva política está de duelo.
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