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Ignacio Lillo
Martes, 29 de marzo 2016, 00:34
Hasta el momento, por estos lares sólo se aprecia una cara amable del cambio climático: temperaturas primaverales en pleno enero, que animan a los turistas del resto de Europa a pasar unos días de relax en uno de los pocos lugares del Continente donde se puede pasear por la playa en pleno invierno. Pero hay facetas mucho menos agradables, que podrían llegar a ocurrir en un futuro próximo. Así lo ha puesto de manifiesto un estudio de la Universidad de Málaga (UMA), tras observar los recientes acontecimientos en el Mar Caribe, donde las acumulaciones masivas de algas se han convertido en un reto para el principal sector económico de países como República Dominicana.
En el informe han participado Antonio Flores, catedrático de Botánica; Enrique Salvo, profesor de esta misma especialidad y José Carlos Báez, investigador del Instituto Español de Oceanografía. Se han publicado en un boletín de la Unesco. «Nos pusieron sobre la pista colegas de República Dominicana, por la llegaba de arribazones de algas del Mar de los Sargazos, con fuerte persistencia en el tiempo, en una zona donde su economía pivota sobre el turismo, con un impacto económico muy grande en 2015», explica el primero. «A través de este boletín, que tiene difusión mundial, queremos concienciar de la necesidad de ayudar a estos países».
Entre los principales efectos, el científico destaca el olor desagradable de las algas que se están pudriendo; además de la incomodidad de caminar sobre este amasijo para entrar en el agua y el riesgo de dermatitis por el contacto con las plantas marinas. «Desde Málaga hemos sido altavoces de esta situación, tras ordenar la información y conocer su complejidad».
Paralelismos
Aunque coinciden en que el cambio climático tendrá efectos también en las costas malagueñas, los expertos discrepan sobre el alcance final de éstos. Para el catedrático de Botánica, hay dos posibles consecuencias.De una parte, se podrían producir crecimientos masivos de algas verdes en zonas del litoral andaluz, algo que ha ocurrido ya en el estuario del río Palmones (Cádiz). En cambio, descarta que pueda suceder en Málaga algo de la escala de lo ocurrido en Punta Cana.
Sin embargo, advierte sobre un problema grave en la Costa del Sol, también relacionado con el calentamiento, como es la contaminación por microalgas, que provocará mareas rojas. Estas producen toxinas que se acumulan en los moluscos, lo que tiene un impacto importante en el sector pesquero, además de dejar el agua teñida de color óxido.
El profesor Enrique Salvo es más pesimista, y recuerda que ya se han observado arribazones importantes en las costas africanas, que los cambios de comportamiento de las corrientes podrían atraer hacia la franja costera malagueña. «Estas situaciones manifiestan la sensibilidad del litoral ante el cambio climático, máxime cuando este es el principal sector económico de un territorio, como ha ocurrido con las playas en Santo Domingo». Y agrega: «El riesgo del cambio global es que el litoral es la zona más sensible. No podemos descartar que se pueda llegar a situaciones de impacto. Es necesario seguir profundizando en este tema en la Costa, donde el turismo es un sector clave para la economía».
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