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El fallecido, ciudadano danés de 53 años, se había desplazado a la capital junto a una familia de compatriotas y estaba en un apartamento de la Plaza de la Merced.
"'¡Socorro, se está muriendo!', gritaba una mujer desde el balcón"

"'¡Socorro, se está muriendo!', gritaba una mujer desde el balcón"

Hablan los testigos de la muerte de un turista tras sentirse indispuesto después de correr el Maratón de Málaga

Ángel de los Ríos

Jueves, 10 de diciembre 2015, 15:35

Anca solo salía a fumar "un piti". A relajarse después del turno de comidas en el restaurante. Era su hora de descanso y le dijo a su compañero Pablo que le cubriera. La plaza de la Merced lucía como en esos grandes domingos de invierno. Se respiraba Navidad, el sol calentaba lo suficiente para que el cigarrillo supiera a gloria. El contraste con algunos que venían rotos del otro gran evento del puente, la Maratón de Málaga. Un grito quebró la paz de esas tres de la tarde y partió en dos el corazón de Anka. "¡Socorro! ¡Se está muriendo!". Una chica asomada a un balcón de un piso de la plaza de la Merced pedía ayuda para salvar a su compañero en un torpe español.

Las terrazas se revolucionaron. Anca, que terminaba de hablar con su novio por teléfono, colgó y subió corriendo por las escaleras. Sólo un piso. Entró y encontró un grupo de extranjeros, daneses, que apenas hablaban español. "No podían ni llamar a urgencias -dice Anca-, sólo gritaban asustados". Confusos mientras su amigo yacía en el suelo. "Estaba todo lleno de sangre, parece que cayó al suelo y se debió dar un golpe o algo". Restos de vómito junto a él. "No sé si eran suyos o de los que le acompañaban". Sucedió todo muy rápido. "Los servicios de emergencia entraron e intentaron reanimarlo un largo rato". Mientras tanto, Anca y los compañeros del corredor subían y bajaban. "No podíamos hacer otra cosa". Llevaron mantas, "un agua y dos cocacolas".

Un turista danés que vistaba Málaga y que terminó la Maratón esa misma mañana. Un corredor de 53 años que falleció ese mismo domingo tras sentirse indispuesto después de participar en la prueba. Se alojaba con un matrimonio y sus dos hijos. Los mismos que, una vez que los servicios sanitarios certificaron la muerte del corredor, bajaron a la terraza. "Casi iban desnudos: descalzos, solo cubiertos con las mantas", recuerda Pablo, compañero del restaurante. "Estaban petrificados, sin saber qué hacer ni qué decir, nosotros tampoco podíamos hacer mucho", dice Anca. 3.750 corredores tomaron la salida de la prueba. Algunos menos se convertirían en 'finishers' con el reto del mejor tiempo en el horizonte. El fallecido completó los 42 kilómetros del recorrido en aproximadamente 3.45 horas, lo que demuestra que era un corredor experimentado. De hecho, quedó entre los 150 primeros de la categoría de veteranos. "Parecían experimentados, tenían esa pinta de corredores", confiesan algunos testigos que observaban a una familia abatida, mientras los servicios sanitarios intentaban reanimar a la víctima. Fue a correr sus últimos 42 kilómetros en una ciudad en la que ser rompió la calma del domingo, aún calentada por un sol de invierno, pero demasiado lejos de su Dinamarca natal.

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