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Málaga empieza a atraer 'nómadas digitales'

Málaga empieza a atraer 'nómadas digitales'

Son emprendedores o profesionales que, gracias a la tecnología, pueden elegir en qué lugar vivir y trabajar

Nuria Triguero

Domingo, 6 de diciembre 2015, 00:29

Si puedes trabajar desde cualquier lugar del mundo, ¿por qué limitarte a uno solo? Esta es la máxima de una filosofía de vida nacida de la nueva economía. Se trata de los nómadas digitales: profesionales que aprovechan la tecnología para trabajar en remoto y, de esta manera, poder elegir donde vivir en cada momento. Representan la movilidad laboral llevada al extremo. Algunos son verdaderos trotamundos y apenas paran unos días en cada ciudad; otros realizan estancias más largas o incluso dejan de ser nómadas cuando se enamoran de un determinado lugar. Lo que todos tienen en común es que no necesitan estar en un sitio en concreto para desarrollar su trabajo; sólo una buena conexión a Internet. Obviamente, la mayoría tiene profesiones relacionadas con la tecnología: la mayoría son programadores informáticos, aunque también hay diseñadores gráficos, blogueros y otros profesionales. Suelen trabajar por cuenta propia o en startups que no funcionan con los viejos esquemas presentistas que siguen rigiendo en la mayoría de las empresas.

¿Qué tiene que ver este fenómeno con Málaga? Pues que está convirtiéndose en un polo de atracción de esta nueva especie profesional. ¿Por qué? «Por las mismas razones por las que atrae turistas: tiene sol, playa, aeropuerto internacional, buena gastronomía, calidad de vida a precios relativamente bajos, un carácter alegre y abierto...». Quien así resume las bondades de Málaga para los nómadas digitales es Leo Lara, un ingeniero informático que puede encuadrarse a sí mismo en esta categoría, ya que después de pasar seis años fuera (en Cambridge y Lisboa) volvió a su ciudad natal en 2013, pero desde entonces ha seguido trabajando en startups que tienen su sede en otros países. Ahora es vicepresidente de I+D en la compañía israelí Zirra, que ofrece asesoramiento a inversores basado en herramientas de big data. Lara fue el primero en hablar en público de este fenómeno en Málaga el pasado verano, en una charla dentro del ciclo Pechakucha. Lo hizo porque está convencido de que Málaga tiene «mucho que ganar» si le pone alfombra roja a los nómadas digitales.

El colectivo de emprendedores tecnológicos MálagaMakers, cofundado por Lara, se ha convertido en el punto de encuentro de muchos nómadas digitales afincados por la ciudad o la Costa del Sol, gracias a que el inglés es el idioma que reina en sus encuentros. El otro cofundador de esta iniciativa es Maciej Ksiek, un desarrollador de software polaco que conoció a Lara durante su estancia de ocho meses en Málaga. En ese periodo de tiempo trabajó primero para una empresa de Berlín y después para una de San Francisco. «Me lo planteé como una aventura. Nos volvimos antes de que empezara el verano, que es demasiado caluroso para mí, pero nos planteamos repetir en el futuro», cuenta desde Cracovia por correo electrónico.

Fuera de los rankings

Maciej y otros profesionales tecnológicos que han trabajado en Málaga comparten el mismo entusiasmo por las ventajas que encontraron en la ciudad: buen tiempo, gente acogedora, un tamaño medio que la hace muy habitable, alternativas de ocio, una creciente oferta de espacios de coworking, buenas comunicaciones, un coste de vida asequible... «Lo primero que necesita un nómada digital es una buena conexión a Internet y gente amigable alrededor», resume el programador polaco.

Para Leo Lara, Málaga «tiene las condiciones objetivas para ser líder en el sur de Europa» en este terreno. Y sin embargo, no aparece precisamente bien situada en los rankings de las ciudades más apreciadas por los nómadas digitales. En Nomadlist.com ocupaba ayer el puesto 44, por detrás de Sevilla o Valencia. Los primeros puestos, por cierto, los ocupan ciudades asiáticas como Chiang Mai o Bangkok, pues precisamente allí empezó a gestarse este fenómeno.

Para Lara y los demás integrantes de Málaga Makers, el problema que hace que la ciudad no sea visible en el mapa de los nómadas digitales es la falta de imagen de marca y de una apuesta de las autoridades por favorecer este fenómeno. El referente más cercano es Lisboa, ciudad que está cosechando ahora los frutos de los esfuerzos que ha sembrado en este propósito. Para todos los profesionales extranjeros afincados en Málaga que han sido entrevistados para este reportaje, falta un entorno receptivo para la gente que no habla español. Los servicios de apoyo al emprendedor no se prestan en inglés ni existe un sistema de softlanding que ayude a estos visitantes a orientarse en la búsqueda de vivienda, las obligaciones administrativas, la sanidad, la elección de colegio para sus hijos... La misma queja viene repitiendo desde hace tiempo el responsable de Bolt, Rafa Aguado. La mayoría de los emprendedores que acoge esta aceleradora vienen de otros países y les resulta «muy difícil» encontrar alojamiento, por no hablar de otros trámites. Aguado cree que sería buena idea que el Ayuntamiento o la Junta habilitaran viviendas o una especie de residencia o albergue para emprendedores extranjeros.

Lara, por su parte, propone una ventanilla única de trámites administrativos para crear empresas que preste su servicio en inglés. Otro factor que sería crucial en su opinión es que existiera un espacio de coworking con más de 50 plazas en el Centro o cerca de la playa, a semejanza del que existe en Lisboa, pues se convertiría en un punto de encuentro y en un polo de atracción.

¿Qué tiene que ganar la ciudad favoreciendo este nuevo fenómeno? Obviamente, no van a crearse miles de puestos de trabajo. Se trata más bien de que el talento deja poso. Y la presencia de profesionales tecnológicos de alto nivel podría ser muy enriquecedora para el ecosistema startup local, además de la posibilidad de que algunos de estos nómadas decidan dejar de serlo y montar su empresa en Málaga. «No hablamos de un fenómeno de masas, pero sí de un impacto muy disruptivo», afirma Leo Lara.

Gijs van Beeck Calkoen. Ingeniero experto en Bold Thinking. Holandés. «Vine a veranear a Nerja muchos años y decidí instalarme»

Su trabajo es ayudar a la gente a pensar mejor. Gijs van Beeck Calkoen es experto en Bold Thinking, una disciplina cuyo nombre podría traducirse al español como «pensamiento audaz», y cuyo objetivo es facilitar la innovación y la resolución de problemas mediante técnicas que liberan la mente de determinados corsés. «Enseñamos a la gente a salir de la caja y a buscar caminos diferentes para llegar a la solución», resume este ingeniero eléctrico holandés, que fue director de investigación naval en la Armada Real de los Países Bajos hasta 2003, cuando empezó a trabajar como consultor y coach independiente. Hace unos años, Gijs y su hijo, que es cineasta y necesitaba tranquilidad para escribir un guión, se mudaron a Nerja. «Habíamos venido de veraneo y decidimos que era el lugar perfecto para instalarnos», resume. Su trabajo lo desarrolla desde su casa y visita frecuentemente Málaga capital, además de viajar frecuentemente a su país.

Dan Kuida Ingeniero de software freelance.Israelí. «Ahora trabajo en un proyecto para el Gobierno de Angola»

Dan Kuida nació en la Unión Soviética y se mudó a los ocho años a Israel. Es ingeniero de software especializado en sistemas de información geográfica (GIS) y, después de tener a sus dos hijos, empezó a buscar «un lugar con buenos valores» donde educarles. Eligió España por ser un país con menor coste de vida, con buenos colegios privados y por tener «un buen equilibrio entre los valores europeos y mediterráneos»; y la Costa del Sol por «el clima, el aire puro y la colonia internacional que ya existe aquí». Dan lleva casi dos años viviendo en Benalmádena con su mujer, que es diseñadora gráfica, y sus dos pequeños. Desde casa trabaja como freelance para clientes que pueden estar en cuaqluier parte del mundo. Ahora, por ejemplo, desarrolla un proyecto para el gobierno de Angola.

Para Dan, Málaga ya cumple varios requisitos necesarios para tener un ecosistema tecnológico, como el clima, los emprendedores, potenciales inversores («Casi cada vecino de Puerto Banús podría serlo, ¿no?», bromea) y buenos abogados. Pero faltan otros: una Universidad que lidere la innovación, mentores, business angels, una cultura que valore el fracaso como aprendizaje, abundancia de buenos desarrolladores de software... «En Málaga Makers tratamos de solventar algunas de estas carencias organizando talleres, reuniendo a la gente y elaborando listas de inversores. Pero sin la ayuda de los que gobiernan, la Universidad y la gente no será posible», afirma.

Jonas Brandel Ingeniero de software y empresario. Sueco. «He sido expatriado compulsivo pero de aquí no quiero irme»

Jonas Brandel salió de su país natal, Suecia, en 1994, para trabajar en Microsoft en Dublín. Desde entonces no ha vuelto salvo de visita. «He sido lo que yo llamo un expatriado compulsivo. En Seattle también pasé algunos años, pero hace 11 años vine a Málaga por motivos personales y ya no creo que quiera vivir en ningún otro sitio», resume este licenciado en administración de empresas pero «techie en corazón y alma» que aprendió por su cuenta a programar. Brandel es un emprendedor con varios pro-yectos en marcha: Pagelr (un navegador en la nube), Nosiesting.com /(un portal de turismo activo) y Golfher.es (un servicio de entrenamiento personal para mujeres golfistas). Además, es uno de los miembros más activos de Málaga Makers y ha creado Startupmalaga.com, una completa guía de las startups y los recursos al alcance de los emprendedores en la provincia. En su opinión, hay dos factores que le faltan a Málaga para ser un sitio perfecto para nómadas digitales: «Que la gente hable más inglés, tanto los servicios para emprendedores como los programadores» y oficinas de calidad situadas en sitios atractivos. Además, cree que hace falta coordinar todas las iniciativas y recursos dirigidas a los emprendedores.

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