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ANTONIO MORENO
Jueves, 6 de agosto 2015, 00:36
El cura más longevo de la diócesis de Málaga nos recibe en su residencia de la parroquia San Patricio leyendo tranquilamente el periódico y con muy buen humor. Nacido en Alcalá del Valle (Cádiz), Francisco Acevedo vino a Málaga de niño y entró en el Seminario en 1928, siendo obispo el beato Manuel González, rector el beato Enrique Vidaurreta y teniendo como compañero al también beato Juan Duarte.
Acaba de cumplir cien años. ¿Algún truco?
Yo no he hecho nada especial. He comido tres veces al día, he tenido una salud normal, alcohol no he tomado...
¿Ni tabaco?
Sólo me he fumado un cigarrillo en mi vida. El maestro de mi pueblo nos había hablado siempre en contra del tabaco. Pero un día uno de mis hermanos mayores me dio un cigarro y el maestro me pilló fumándomelo por la calle. Me siguió y me dijo: «¡Te lo vas a tragar!». Me llevé tal susto que ya el tabaco desapareció de mi vida para siempre.
También lo cuidan muy bien su sobrina; su comunidad; el párroco actual, Adrián Troncoso...
Me cuidan súperbien y yo me dejo querer.
Después de un siglo de vida, ¿qué le queda por hacer?
Dice San Pedro: «Sed sobrios y vigilad, porque el demonio como un león rugiente anda alrededor buscando a quién devorar». Me queda resistir al demonio, pero no es fácil. Al demonio no le interesan los curas santos y es un peligro no tomarse esto en serio.
¿De cuál de sus destinos guarda un recuerdo especial?
En todas partes he estado bien, pero el Seminario era para nosotros una gran familia. Santa Teresa decía a sus monjas: «Esta casa es un cielo, si lo hay en la Tierra, pero para quienes se contentan de sólo contentar a Dios». Eso nos lo hizo aprender de memoria el director espiritual del Seminario que era un hombre de Dios, Don José Soto Chuliá. También recuerdo, cuando la República quitó la paga a los curas, que el obispo de Málaga, que no podía entrar en la ciudad, nos escribió recordándonos aquello de que «jamás por artificios humanos pretendáis sustentaros, que moriréis de hambre y con razón. Los ojos en vuestro esposo. Que Él os ha de sustentar. Contento Él, aunque no quieran os darán de comer los menos vuestros devotos y si en haciendo esto morís de hambre, bienaventuradas las monjas de San José. Os faltará la vida como los mártires, que muriendo vencían». También se nos grabó a fuego la jaculatoria: «Espíritu Santo concédenos el gozo de servir a la madre Iglesia de balde y con todo lo nuestro». Aquellos curas del Seminario vivían el Evangelio, estaban convencidos.
-Pero estando allí, se salvó usted por los pelos del martirio.
Yo era muy niño. Una noche me despertaron de madrugada dando palmas con las manos. Yo creí que ya era el día siguiente y fui a buscar la sotanilla que teníamos para la misa y al empezar a vestirme me dijeron: «No, no. Tu traje para irte a casa que vienen a meterle fuego al Seminario». Entonces yo cambié de rumbo y salimos de allí corriendo por el monte.
Como decano del clero malagueño. ¿Algún consejo a los curas?
Que no se cansen de ser tontos. Tratar de ser ciego, sordo, mudo, tonto, tonto y medio, de todo lo que les rodea. Buscar sólo a Dios, ser tonto del mundo.
¿Recuerda su día más feliz como sacerdote? ¿Y el más triste?
El más feliz, el día de mi ordenación. Como sacerdote, no he tenido ningún día triste. Mi sacerdocio fue muy bien preparado. La Iglesia es divina. Y a mí me ha mimado desde el bautismo.
¿Ha pensado en su epitafio?
No lo he pensado. ¿Para qué?
¿Cómo le gustaría entonces que le recordaran?
Muerto el perro, se acabó la rabia (ríe). Ya hemos terminado nuestra misión. Nuestra misión no es cosechar laureles. Me gustaría pasar desapercibido.
¿Qué es para usted la oración?
¡Todo! «Sin mí no podéis nada», «Orad sin descanso», «Vigilad y orad para no caer en tentación»... Es una guardia permanente.
Algunos pueden pensar que quita tiempo para hacer cosas.
Esos no saben qué es ser cristiano. No son cristianos. Puede que sean herederos de algo que han oído, pero no conocen a Jesús. Si lo conocieran, lo buscarían.
¿Qué pide usted en la oración?
A la Virgen le pido paz: «Reina de la paz ruega por nosotros»; y fidelidad: «Virgen siempre fiel, ruega por nosotros». No se me cae de la boca. Y no hay nadie con más paz que yo.
Ha conocido nueve papas. ¿Qué le parece Francisco?
El Papa que necesitamos.
En su ultima encíclica habla sobre el cuidado de la naturaleza.
Es un deber de los cristianos cuidar la creación.
También ha pedido no juzgar a los homosexuales.
La Iglesia siempre ha querido a los homosexuales. La Iglesia nunca los ha rechazado, son hijos de Dios.
Ha sido un placer charlar con usted.
Igualmente. ¡Y no os olvidéis de pedir por el Seminario!
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