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Ignacio Lillo
Miércoles, 12 de noviembre 2014, 19:42
El colegio Ave María sufrió una grave inundación. Así lo recuerda Francisco Lara, que todavía hoy es profesor del centro: «Empezó a entrar agua por las puertas y el patio se puso hasta arriba, como un gran charco. Era justo la hora de la salida y unos 200 niños se quedaban en el comedor. Muchos no pudieron salir». Los accesos a la zona estaban cortados. «Los padres que podían llegaban muy asustados y nerviosos».
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El veterano docente reconoce que sintió miedo: «Nos vimos con muchos alumnos y no sabíamos si el agua iba a subir más. Se nos hizo de noche, sin luz ni comunicaciones. A los últimos los llevé a mi casa (que estaba en el mismo recinto educativo) para que durmieran allí». Los docentes se esforzaron para transmitir tranquilidad a los menores, aunque la procesión iba por dentro.
El peor susto se produjo al día siguiente, cuando los padres de un niño al que los bomberos sacaron con un todoterreno para llevarlo a su casa se presentaron en el centro buscando al pequeño. El chico, acompañado por agentes, hizo un periplo por la ciudad en busca de sus familiares, ya que en su casa no encontró a nadie, primero en La Palmilla, luego en Puerto de la Torre y recaló finalmente en Cártama. Lara y otros profesores se echaron a la calle para buscarlo. «Había mucha tensión, no era cualquier cosa». Su peor recuerdo es la sensación de angustia de ver salir a los estudiantes en los vehículos de las fuerzas de seguridad. «Eran pequeños y no sabían muy bien dónde estaban sus casas. ¿Llegarían todos a su destino?»
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