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Pilar R. Quirós
Miércoles, 16 de julio 2014, 01:23
Vigésimo aniversario con sabor agridulce. Algunos todavía recuerdan cómo se fueron encontrando las piezas arqueológicas de la colección loringiana, que tras la familia Echevarria-Echevarrieta, últimos moradores de la finca de La Concepción, acabó incomprensiblemente dividida y disgregada por varios puntos de la geografía española, al igual que los muebles de la casa-palacio, que hace unos años recuperó el Ayuntamiento en un anticuario del norte, del que nunca dieron santo y seña. Cuando volvieron en 2005 el escritorio de roble francés y un sillón giratorio del general Espartero (1793-1879), que sirvió a las órdenes de Isabel II, alguno de los empleados del jardín se emocionaba. Una veintena de lotes que habían costado 45.000 euros. El mosaico de las hazañas de Hércules, descubierto en Cártama, que formaba parte de la colección loringiana, y que adquirieron con mucho entusiasmo Jorge Heredia y Amalia Loring, la intelectual pareja creadora de esta especie de selva europea, acabó en el panteón de la familia vasca en Bilbao.
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