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carlos benito
Jueves, 9 de octubre 2014, 10:20
Las vidas de Maite Zaldívar e Isabel Pantoja quedaron ligadas por culpa del rompecorazones Julián Muñoz y, tantos años después, siguen discurriendo por sendas paralelas, orientadas ahora hacia un destino bien poco apetecible. Las dos mujeres están esperando la notificación de su ingreso en prisión, que les dejará un plazo máximo de diez días para empezar a cumplir sus respectivas condenas por blanqueo de capitales: dos años y medio en el caso de Maite, tras la rebaja de la pena inicial de tres años y tres meses; dos años justos en el de Isabel. Y ambas, cada una a su manera, aprovechan las últimas bocanadas de libertad, que parecen contaminadas ya del sabor amargo y desesperanzado de la trena.
Al menos, Maite Zaldívar ha sabido contrarrestar ese regusto tristón con su buena mano en la cocina. La exmujer de Julián Muñoz obsequió el martes a un grupo de allegados con uno de sus legendarios cocidos madrileños, a modo de despedida de cara a su larga y forzosa ausencia. Dicen quienes han probado sus platos que Maite es un portento de los fogones: gracias a la hostelería llegó a Marbella a principios de los 80, cuando su marido y ella abrieron un chiringuito y, poco después, dos restaurantes, con Cachuli reinando en la sala y ella, en la cocina. El martes, ofició sus buenas artes en el establecimiento de un amigo, el Zayni de Puerto Banús. Según relata Vanitatis, unas quince personas acudieron a la cita, con un precio de doce euros por cubierto, y el guiso le salió tan rico que alguno de los comensales no pudo contenerse: «¡Ay, Maite le dijo, si te hubieras quedado haciendo cociditos...!».
La velada fue una rara expansión para una mujer que, desde la condena, sale muy poco de casa, acompañada siempre por su actual pareja, Fernando. También en eso coinciden estas dos compañeras de fatigas que no se pueden ni ver: pese a no haber ingresado todavía en la cárcel, Isabel Pantoja se comporta ya como una reclusa, dedicada a rumiar su desventura en el encierro de Cantora. Las personas que mantienen contacto con la tonadillera aseguran que come con desgana y ha perdido mucho peso, abrumada por la perspectiva de la prisión y por el desmoronamiento de su familia, que se ve sacudida una y otra vez por los líos de parejas e hijos de Chabelita y Kiko.
Tanto Maite Zaldívar como Isabel Pantoja tienen presentado un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, pero da la impresión de que las dos mujeres se han mentalizado ya de que lo más probable es que acaben a la sombra. Los abogados de la cantante están esperando la temida notificación judicial que el hermano de Maite, sentenciado en el mismo proceso, ya ha recibido para solicitar que se suspenda la ejecución de la condena, ya que no excede el límite de 24 meses y la artista carece de antecedentes penales. En conversación con la revista Diez Minutos, los letrados se han mostrado convencidos de que «no irá a la cárcel», pero quienes siguen el caso de cerca no comparten ese optimismo:«Yo también creía que se iba a librar, pero cada vez lo veo menos probable. Quieren dar ejemplo con ella», valora un cronista de tribunales malagueño.
Los fans de Buena Suerte
La cantante tiene pendiente además el pago de la multa de 1,1 millones de euros que le impuso la Audiencia de Málaga, aunque la sanción económica es independiente del cumplimiento de la condena. Eso sí, en caso de no satisfacer esa cantidad en los famosos diez días, le caería otra privación de libertad de seis meses. Acuciada por la necesidad urgente de liquidez, Isabel Pantoja ha puesto a la venta algunas de sus propiedades, como la casa de La Moraleja, aunque tampoco está dispuesta a deshacerse de ella a lo loco: ya ha rechazado la oferta de 1,7 millones que le planteó un empresario mexicano, muy alejada de los cuatro millones a los que ella aspira. Más desesperado parece el plan de acción de pedir dinero a las amistades, entendiendo ese concepto en un sentido muy amplio: Anabel Pantoja, sobrina de la cantante, envió mensajes para solicitar donaciones a personas como Belén Esteban o Jorge Javier Vázquez, aunque existen serias dudas de que la propia artista apoye esa estrategia. Se rumoreaba que el cantaor catalán Miguel Poveda le había prestado un buen pico, pero él mismo lo negó ayer a través de un comunicado tajante, casi agresivo, en el que afirma que «no ha recibido la petición» y que «de haberla recibido, se hubiese negado a realizar dicho préstamo».
Quedan, por supuesto, los fans, esos conmovedores pantojistas de la Asociación Cultural Buena Suerte que han puesto en marcha una colecta a través de una cuenta en La Caixa. «Isabel lleva más de cuarenta años haciéndonos felices argumentan. Ahora ella nos necesita más que nunca, ahora podemos devolverle tantos años de felicidad». Y ni siquiera piden un cocido a cambio.
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