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ARANTZA FURUNDARENA
Sábado, 19 de julio 2014, 00:36
Es hijo de conde y marqués, juega al polo, trabaja en el mundo de las finanzas, vive de avión en avión, se lo rifan como modelo, tiene un «pisito» en Manhattan y aún no ha cumplido los 30... Señas de identidad como estas, unidas al hecho de que fue novio oficial de Ana Boyer («es maravillosa») y más tarde de Eugenia Silva, convierten al madrileño Diego Osorio en paradigma del pijerío de alto nivel y en soltero de platino.
Pero este simpatiquísimo chaval de 29 años que acaba de llegar del BBK Live bilbaíno se ríe a carcajadas de los estereotipos. Será por eso que la última novia que le han adjudicado es la actriz María León, hija de la protagonista de 'Carmina o revienta', y tan cercana a la aristocracia como lo está Tokio de París. «A mí la extracción social no me importa, a mí con que me aguante me basta. Además eso de mirar de dónde viene alguien ya no se lleva», puntualiza Osorio al tiempo que da a entender que lo de su relación sentimental con María es un bulo. «En cuanto me ven un par de veces con la misma amiga, me lían».
Diego ha participado esta semana, junto a Hugo Silva y Malena Costa, en la fiesta 'Open your city Madrid', organizada el jueves en la terraza de un hotel madrileño a iniciativa de Heineken, que ha creado una web donde se pueden encontrar los lugares secretos favoritos de los famosos. A Osorio en concreto se le puede encontrar en una tienda de decoración llamada 'Kike Keller' que incluye un bar escondido al fondo. «Madrid en locales no tiene nada que envidiar a Nueva York», sentencia. Y eso que él no se considera noctámbulo ni cervecero... «Me gusta la noche pero no en plan de marcha, sino para charlar tranquilamente con los amigos con poco ruido alrededor. También me encanta el 'momento cerveza' pero de vez en cuando, no a diario». En cuanto al mensaje que subió recientemente a su cuenta de Twitter: «We love the grass...» («Nos encanta la hierba»), puntualiza que se trata del puro césped. «Y no de otro tipo de hierba, porque no sé ni fumar».
Soltero «de hojalata»
Este atlético morenazo de ojos negros y rasgos exóticos que el miércoles estaba en Berlín, el jueves en Nueva York y el viernes en Madrid, es el quinto hijo del fallecido marqués de los Balbases y conde de la Corzana, y estudió en Eton, igual que Enrique y Guillermo de Inglaterra. Pero no coincidió con ellos en las aulas sino en el campo de polo. «Hemos jugado partidos juntos en Sotogrande». Y hasta ahí puede leer... Porque él de sus amigos «importantes» no habla. Hombre de «poco dormir», amigo de los retos (el año pasado se hizo corriendo los doce puentes de Nueva York) adora las motos como el difunto Álvaro Bultó, al que también conocía, y alguna vez se ha lanzado en paracaídas, pero considera que entre los muchos deportes que practica (entre ellos, el surf y el esquí) el mayor riesgo reside en el polo. «Mi madre la pobre tiene el cielo ganado, se pasa los partidos tapándose los ojos. Hace unos años tuve un accidente, me caí, y ella llegó antes que la ambulancia».
A Osorio le gusta hablar de su familia. Alaba la mentalidad de su madre, «que me abrió mil puertas a muchas cosas», y en su padre, «que murió siendo yo muy jovencito», dice tener un referente. «Se casó a los 44 años, así que aún me queda tiempo», bromea. Soltero de oro le llaman. Él se considera «más bien de hojalata», porque «una cosa es administrar patrimonios ajenos y otra tener lingotes de oro en casa». Luego se pone serio y hace una declaración de principios: «El día que vea el momento de casarme no lo duraré. Además es algo que me hace ilusión. Pero será cuando surja el momento. Ya no solo sentimentalmente, sino económicamente, de estabilidad. Porque me gustaría darle a mi familia un cuarto de lo que yo he recibido». Y entonces sí, entonces, según él, no reparará en la extracción social de la candidata. «A mí me gusta mucho lo que me gusta y cuando me gusta algo voy a por ello y lo demás me da igual». Imposible tratar de sonsacarle si ahora mismo está saliendo con alguien. «No paran de sacarme novias, pero no hay nada de cierto en lo que dicen. El otro día, hasta con mi hermana querían relacionarme. Debo de ligar mucho más de lo que creo -deduce-, porque yo desde luego tengo la sensación de que no ligo tanto como dicen que ligo».
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