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Regina Sotorrío
Jueves, 28 de abril 2016, 00:50
Si pregunta a cualquiera qué es el sueño americano, responderá algo así como 'la posibilidad de triunfar desde la nada con esfuerzo'. Pues sobre esa premisa tan arraigada en la conciencia colectiva -y tan equivocada a veces- se construye la película 'Callback' de Carles Torras. Pero si plantean en la calle cuál es el sueño español, más de uno contestará 'encontrar trabajo para no perder mi casa'. Y en esa aspiración se asienta 'Zoe' de Ander Duque. Dos retratos de realidades diametralmente opuestas que ayer compitieron en el Festival de Málaga con películas de corte independiente.
La denuncia social entró de lleno en el certamen con 'Zoe', un filme de ficción con tintes de documental sobre el drama del desahucio. Un tema duro al que, sin embargo, ponen rostro amable las protagonistas: Rosalinda Galán y Zoe Gavira, madre e hija en la pantalla, tía y sobrina en la vida real. «La gente está saturada de dramas», dijo el director, que apostó por un cine social «sutil, sin que resulte demasiado incómodo de ver». Para eso cuenta con la espontaneidad, la ternura y la ingenuidad de Zoe, de siete años (cinco cuando rodó la película).
La pequeña cautivó y acaparó la atención de la prensa, una expectación a la que ella respondía con la timidez propia de una niña que se enfrenta a una sala abarrotada de periodistas. Contó que el rodaje había sido «guay», que su escena preferida es la del «baile del cuadrado» y que le gustaría ser actriz.
Ander Duque se lanza a la ficción tras su experiencia en el documental con una película intimista rodada en Los Palacios (Sevilla) con una sola cámara. Rosalinda Galán es la única actriz profesional, el resto del reparto lo integran su abuela (que hace un 'speech' que bien podría ser un corto en sí mismo), su madre, su hermana e Hilario el de la cafetería del pueblo, entre otros. No había guión, Ander Duque planteaba la situación y después dejaba hacer. Por eso ha sido un rodaje «de 24 horas»: no querían apagar la cámara por si la pequeña Zoe decía algunas de sus genialidades. A la naturalidad de las situaciones ayuda el estrecho vínculo que une a tía y sobrina. «Me llama tata. Cuando voy a Los Palacios es mi mochilita», declaró Rosalinda, que en la pantalla interpela constantemente a la pequeña para generar los diálogos.
Con «intenciones»
En 'Zoe', una cinta «sin grandes pretensiones pero con muchas intenciones», una madre soltera en paro y sin casa pelea por sacar adelante a su hija disfrazando su miseria con juegos y cariño. Es inevitable compararla con 'Techo y comida', la triunfadora de la pasada edición del festival, pero el director aclaró que solo supo de esta película cuando terminó de rodar 'Zoe'. Quizás, además del argumento, también compartan la suerte que le dio Málaga al filme protagonizado por Natalia de Molina. De momento no tienen distribución: «Si surge ahora aquí sería fantástico».
Pendiente de distribuidor en España -porque en EE UU el tema está muy avanzado- se encuentra también 'Callback', la décima película a competición. Puede que esa palabra no les diga nada, pero quienes trabajan en el 'show business' están muy familiarizados con ella: es esa segunda llamada que reciben después de superar un primer 'casting'. Y de prueba en prueba para anuncios de televisión va Larry, el protagonista de la inquietante película que dirige Carles Torras en Nueva York con un equipo técnico español. 'Callback' explora «el lado oscuro» del sueño americano desde el punto de vista de un individuo con una «personalidad disfuncional».
La película surgió del encuentro entre Torras y Martín Bacigalupo, un actor chileno que vive en Nueva York desde hace siete años y que admitió entre risas haber hecho más de un 'casting' para publicidad. «Como extranjeros que intentan abrirse camino en ese país, teníamos una visión parecida sobre esa realidad tan dura que te encuentras al llegar», explicó el director. Porque Nueva York es una ciudad «motivante, llena de gente que va allí a cumplir sus sueños», pero muchos tienen que «buscar un trabajo de camarero» para salir adelante y comprarse una identidad falsa por 150 dólares para poder ser contratados. «Es fascinante y al mismo tiempo un infierno para muchas personas», señaló el director, un argumento que corroboró Bacigalupo.
Él es Larry, un inmigrante aspirante a actor que esconde sus orígenes e intenta aparentar lo que no es. Mientras persigue el sueño americano haciendo pruebas para anuncios, trabaja en una empresa de mudanzas. Es un tipo «peculiar» desde la primera toma que poco a poco revelará serios trastornos mentales. Ferviente cristiano evangélico, Larry sigue con devoción los mensajes de un pastor interpretado por el americano Timothy Gibbs. Ambos individuos «tienen un punto en común: la necesidad de encajar. Pero mejor hacerlo a través de la Iglesia que a la manera de Larry», ironizó Gibbs. Dijo Torras que a él le interesan los «personajes que se resisten a adaptarse a lo establecido». «No comulgo con el cine conformista», concluyó.
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