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Francisco Griñán
Sábado, 23 de abril 2016, 01:43
Mario Casas (La Coruña, 1986) da muy bien en la pantalla. Es evidente. Por algo es la estrella más taquillera del cine español. Por algo es el actor que más entrevistas dio ayer por el estreno de Toro en el 19 Festival de Málaga Cine Español. Pero su naturalidad no es sólo talento. Yreconoce que ensaya sus personajes hasta cansar a los directores. Kike Maíllo habla maravillas después de trabajar juntos en Toro y Álex de la Iglesia ha hecho ya con él tres películas seguidas. Parece que los directores no se cansan de él. Tampoco el público, como lo demuestra el reciente éxito de Palmeras en la nieve. Otra cosa son los premios. O más bien los Goya. Jamás lo han nominado, pese a ser el actor que más ha trabajado y triunfado en los últimos años. Tira de manual y dice que no piensa en galardones y que prefiere el premio del público, aunque se le ilumina la cara cuando recuerda la Biznaga de Plata que ganó en 2013 con La mula.
El director Kike Maíllo dice hoy por ayer en SUR que usted está «obcecado con la perfección». ¿Eso es bueno?
Sí, en el trabajo sí. Cuando me sumerjo en un proyecto soy bastante perfeccionista y cansino con los directores. Me gusta mucho ensayar con los actores para tenerlo todo atado, aunque después juguemos e improvisemos en el rodaje, pero conociendo antes los parámetros para interpretar al personaje.
Pues al decir eso me recordó su foto en un gimnasio de Málaga en la que parecía que en lugar de Toro iba a rodar Rocky...
Esa imagen fue en e este hotel Málaga Palacio cuando estaba preparándome. Al día siguiente tuve una reunión con Kike para unas pruebas de maquillaje y peluquería y les pareció demasiado. Me dijo que bajara un poco el entrenamiento. Como se puede ver en la película, Kike es un director muy estético y visual y quería que el personaje de Toro fuera más estilizado y no una mole. Cuando lo ves en la pantalla, aunque sea más delgado, es un personaje fuerte y ágil que puede embestir como un toro.
¿Y cómo se preparó psicológicamente?
Pues de la mano de ese entrenamiento físico. Emocionalmente hablando, Toro es una olla a presión que, cuando explota, se transforma en violencia. Pero tengo que decir que más que lo físico, me cansó lo emocional, el lugar de donde salía toda esa rabia.
Por cierto, ¿le gustan los toros?
No, no, no. Cada uno tiene su sensibilidad y a mi me dan pena.
¿Y para el personaje?
Del animal sí, porque es una especie noble que lucha contra otros toros por la jerarquía. Y eso tiene sentido en el personaje dentro de esa mafia local de la que habla la película. Pero también es un animal que cuando embiste mata y si sale a una plaza de toros, sabe que va a salir solo uno. Y eso define a mi personaje.
Su Toro le mantiene la mirada al gran villano al que da vida José Sacristán...
Y cuesta, te lo aseguro.
Con Luis Tosar, su hermano en la ficción, otro tanto.
Es que tanto Pepe como Luis son dos grandes y dan respeto. Pero en cuanto tienes la oportunidad de trabajar con ellos, te sorprende la naturalidad, su humildad y su manera de interpretar. Sacristán lleva más de 60 años en esto y parece que sea su primera película. Tosar, que ya tiene el culo pelao, sigue dejándose la vida en la construcción de personajes y creciendo. Ante ellos lo único que puedo hacer es ver, oír, callar y trabajar.
En Toro hay un retrato de la delincuencia, pero también de la corrupción. Su personaje intenta escapar de ese ambiente.
Todos sabemos lo que pasa en nuestro país. Y lo representa sobre todo el personaje de Sacristán. Mi personaje no es político ni religioso, sino que tiene suficientes problemas como persona que le bloquean para pensar en otras cosas.
Palmeras en la nieve se estrenó casi a la par que Star Wars y la superó. ¿Espera repetir con Toro que llega este fin de semana y que en unos días se enfrenta a Capitán América: Civil War?
Difícil. Con Palmeras..., los productores tenían miedo, pero lo conseguimos. No sé si superaremos a Capitán América, pero con estar entre las películas de arriba en la lista de las más vistas y que tenga una buena acogida me conformo. Muchas veces no se puede competir contra la industria norteamericana y contra una película que se gasta en promoción más de lo que cuesta la película Toro. Lo único que espero es que la gente la disfrute y que se pueda mantener en los primeros puestos.
¿Usted es más de cómics de Marvel o de Mortadelo?
Soy de Marvel, pero sobre todo de sus películas. Para eso soy bastante niño y me gusta verlas. Las hay mejores y peores, pero son películas que me entretienen. Aunque sean películas con muchos efectos especiales, tienen algo que engancha.
¿Qué superhéroe le gustaría interpretar?
De los últimos me gusta Deadpool. Ryan Reynolds logra reirse de sí mismo y ha conseguido un buen superhéroe.
Mi paisano Dani Rovira hizo una gran defensa suya como actor en los Goya. ¿Le sorprendió?
Lo conocí cuando nos hicimos esa foto de los dos en pelotas para la gala y después dijo aquello que no esperaba. Le escribí y le di las gracias. Que un compañero con tanto éxito y que le van bien las cosas, alabe tu trabajo es de agradecer.
Usted ganó la Biznaga al mejor actor por La Mula...
Esa Biznaga es el premio que más lusión me ha hecho en mi vida.
Este año también ganó el Feroz, pero llama la atención que en los Goya lo ignoren. ¿Es el precio a pagar por ser taquillero?
No, hombre. En los Goya, por lo que he vivido y lo que he visto, intervienen muchos factores. Palmeras... llegó tarde, hubo que hacer pases para académicos y al final salieron otros títulos. Lo importante es que el público la vea en el cine. No trabajo para ganar un Goya, sino para que las películas funcionen.
¿Y no le extraña que nunca lo hayan nominado?
No. Aunque parezca un tópico, los actores pensamos que si nos dan a elegir entre la nominación y que la gente te vea, no hay duda. Al final, los Goya son unos premios más, supuestamente la fiesta del cine español, pero lo que me pone y me interesa es el público. Hombre, Palmeras en la nieve podría haber competido a mejor película, por el tipo de producción y por su magnitud. Eso apetece más porque es el premio en el que estamos todo el equipo, pero lo individual no me preocupa.
En los últimos años lleva una película tras otra. Aquí mismo va a presentar un avance de lo último que ha rodado, El Bar.
Si te llega Álex de la Iglesia, con un proyecto, un guión y una producción así es muy difícil decir que no. Ahora mismo no voy a rodar película y no tengo nada. Los actores tenemos una droga y es la necesidad de estar siempre trabajando.
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