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Iván Gelibter
Sábado, 16 de agosto 2014, 00:58
Hay pocos personajes tan malagueños como lo fueron en su momento el Dúo Sacapuntas. Aunque actuaron juntos hasta en el 1, 2, 3, es cierto que el mayor reconocimiento de la pareja humorística formada por Manolo Sarria y Juan Rosa fue en su ciudad, en una Málaga que anoche quiso reconocer tantísimos años de carrera y éxitos conseguidos brindando la oportunidad a Manolo Sarria de pregonar la Feria de Agosto, los días más grandes de la capital de la Costa del Sol. A todos nos ha costado acostumbrarnos estos últimos doce años desde el fallecimiento de Juan Rosa a ver solamente a Sarria encima de un escenario sin su eterna pareja, pero es evidente que es él mismo el que más lo echa de menos, y probablemente ese fue el motivo de tenerlo presente en todas y cada una de las líneas del texto que Sarria leyó anoche, realizando por tanto uno de los homenajes más profundos que se pueden hacer « a un hermano». «Y hurgando en los recuerdos se me viene a la memoria el Dúo Sacapuntas () malagueños hasta la médula, con ese pequeño, pero gran hombre, que por cabronadas del destino la vida me lo arrebató de mi lado (...) ¡ya no está con nosotros! Hace ya doce largos años que no tengo su compañía, pero como si la tuviera, hablo con él casi a diario». Y continuaba: «hoy también he ido a visitarlo, para darle la buena nueva, y me ha pedido un favor () me ha dicho que a él también le gustaría ser pregonero de su tierra, de su Málaga, el quiere estar aquí también en este día tan importante, y por supuesto que va a estar. Mientras yo esté en un escenario, él estará siempre a mi lado».
En esta conversación simulada, el momento más emotivo de los 20 minutos que duró la lectura, Sarria contó que fue el propio Juan el que le «sugirió» hablar de los grandes malagueños en la historia: «de Picasso, Revello de Toro, Salvador Rueda, María Zambrano, Ben Gabirol, Manuel Alcántara, Blas Infante, Cánovas del Castillo, y una larga e interminable nómina de ilustres de nuestra tierra, malagueños todos, quién no ha conocido en Málaga, al menos por referencia de sus padres, a esos personajes populares como Matías, el Lengua, El Sargento Villegas, El Gafas de Málaga, El Titi, El Tiriri, Chiquito de la Calzá, Manolo Ocón el afilador del pasaje Chinitas, Diego el Bollero, o emblemas como El Cenachero o el Biznagero vendiendo la flor más malagueña y mas internacional que existe, una flor, que sin ser flor, es la flor más preciosa del mundo y además malagueña e inigualable: la biznaga». Aún así, y dentro de este momento de recordar personajes locales, el momento que provocó más sonrisas fue cuando el humorista mencionó al malagueño que ha salido en fotos y vídeos más que nadie. «O recientemente quién no conoce a ese otro personaje del acerbo popular, el Mocito Feliz, sí, sí, sí, el Mocito Feliz, malagueño también, que aquí hay que estar palo bueno y palo malo, palas verdes y palas maduras (me cago en sus mulas) yo creo que cuando Edison inventó la cámara de cine, ya estaba el cabronazo este detrás de ella».
«Dialecto malagueño»
«Un pregón es solo un grito de los vendedores para anunciar su mercancía». Con esta frase comenzó, ya en la segunda parte del texto, la otra línea argumental del pregón, la exaltación de Málaga y de su dialecto. «Nosotros los malagueños debemos de ser los embajadores más importantes de nuestra tierra, tenemos una ciudad imponente donde hay sitios en los que te quedas anonadado, o mejor, hay que decirlo como lo diría un malagueño con una expresión propia de nuestra tierra: nooooove, qué sitio mas perita vieo, y esto hay que enseñarlo y saber venderlo para disfrute de propios y extraños». Pese a que el tema de las frases y palabras típicas que solo entienden «los de la tierra» es un tema muy recurrente, la forma de hilar este argumento por parte de Sarria provocó una sonrisa detrás de otra, ya que no hay mejor relator que un humorista local con lustros de experiencia a la hora de hacer reir, lo que recordó en algunos aspectos y de forma positiva, al pregón de otro humorista, Dani Rovira, hace dos años. «Todo el mundo defiende su lengua o dialecto propio, el catalán, el vasco, el gallego y nosotros que tenemos uno muy particular, lo tenemos que defender y venderlo el malagueño. No se habla de la forma tan singular que lo hacemos nosotros en ningún lugar de la Tierra, es patrimonio nuestro, es característica popular y cultural del pueblo malagueño, es el hablar del pueblo y el pueblo es sabio». Y para ello introducía algunos ejemplos, como el ya clásico «Si la gente por ahí tiene prisa, aquí tenemos bulla», u otros ejemplos como «si fuera de Málaga te dicen: dime dónde te encuentras y voy a buscarte, aquí decimos: ¿Onde anda er tío?» o «aquí no te da una lipotimia, te da un jamacuco». En esta cadena de frases casi sin límite, Sarria también tuvo un momentito para recordar a Jordi Pujol e ironizar con sus últimas confesiones: «Jordi Pujol aquí en Málaga no es un ladrón, es un fanguta, un trápala o un trincalina. Mira si es rico nuestro vocabulario».
Pasados ya los lugares comunes de la dialéctica malagueña, las imágenes características de la ciudad fueron las siguientes en ser ensalzadas. «Esa calle Alcazabilla, donde tú te sientas en la terraza del Pimpi y ves a modo de manto de alguna de nuestras vírgenes el Castillo, la Alcazaba y el Teatro Romano (...)un café por la tarde en Gibralfaro, y ver la puesta del sol desde esa atalaya con Málaga a tus pies, no hay pincel que pueda dibujar tanta belleza». Y seguía, demostrando cuán infinita es la urbe en esas fotografías fijas que todos recordamos: «Un paseo por la judería, y de repente el Museo Thyssen con todos esos pintores; Courbet, Leger, Monet, Van Gogh jugando en calle Compañía, qué poderío tiene mi Málaga (...) sigo andando y me creo que por las calles empedradas de San Agustín me sale alguien con capa y espada, estoy en uno de los sitios más bellos de mi ciudad, pero no, no es un tirano, es Picasso, su espíritu impregna toda la judería y lo podemos sentir pintando en la puerta de su museo donde recogemos parte de la obra que nos dejó».
Al recuerdo. Al recuerdo como concepto que valorar. A los seres humanos que consideramos nuestros hermanos, como Manolo Sarria considera a su eterno compañero, Juan Rosa. A la memoria de un lenguaje y una dialéctica que es parte de la memoria y del imaginario malaguita. Al homenaje de lo que la ciudad ofrece a los que viven aquí, pero también a los nos visitan. Un pregón, al fin y al cabo, a Málaga. «Una especie de nuevo Edén, tal y como la describió el poeta Vicente Aleixandre: Málaga, ciudad del Paraíso. Casi ná».
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