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Nuria Triguero
Lunes, 14 de julio 2014, 02:08
La Costa del Sol no tuvo un Marina DOr, a Dios gracias. Pero aquel mismo aire megalómano, ostentoso y un punto hortera que transmitía la famosa ciudad de vacaciones levantina se respiraba también en la Costa del Sol a mediados de la década del 2000. El ladrillo era oro y quienes amasaban millones con él no se molestaban en ser discretos. Todo lujo era poco en las ferias inmobiliarias de la época: stands con cientos de metros, maquetas carísimas para mostrar la magnificencia de los proyectos residenciales, lluvias de regalos promocionales, ruedas de prensa multitudinarias, padrinos de relumbrón... E iluminándolo todo, la sonrisa triunfadora de empresarios como Borja Ramos, presidente y accionista mayoritario de Evemarina, la segunda mayor promotora inmobiliaria malagueña (después de Aifos) en unos tiempos en los que esa posición equivalía a facturar cientos de millones de euros (240 millones fue su récord en 2006).
Las cifras multimillonarias han acompañado a Evemarina a lo largo de sus trece años de vida. Al principio eran ingresos e inversiones; al final, deudas que nunca ya se pagarán. Esta semana se firmaba la sentencia de muerte de la promotora tras cinco años de tortuoso proceso concursal, al rechazar la mayoría de sus acreedores el plan de viabilidad que habían diseñado sus dueños para continuar con la actividad, y que contemplaba una quita del 50%. Evemarina irá a liquidación con una deuda de 250 millones de euros y unos activos (suelo y viviendas) que se irán a manos de los bancos, por lo que buena parte de sus 500 acreedores se quedarán sin cobrar.
La primera noticia que protagonizó Evemarina en SUR fue en 2001 y ya tenía varios ceros en su titular. «Una promotora malagueña invertirá 8.000 millones en Mijas Golf». Fue el mismo año en el que Borja Ramos fundó la empresa junto al abogado Gonzalo Vergara hermano del que fuera vicepresidente de Unicaja, Mariano Vergara, y con la participación, como socio capitalista, de una familia madrileña de origen hindú. Entre sus directivos destacaba el ex gerente de Urbanismo del Ayuntamiento de Málaga y actual director de Fomento y Atencion al Municipio de la Diputación, Andrés Gutiérrez Istria. A partir de ahí, Evemarina se convirtió en uno de los grandes protagonistas del boom inmobiliario de la Costa del Sol, entrando en una frenética escalada de compraventa de suelo y desarrollo de proyectos dirigidos al turismo residencial. En 2003 se embarcaba en un megacomplejo con 6.000 viviendas, tres campos de golf y un hotel de lujo en Casares, que acabaría intentando vender en 2008 para intentar evitar la quiebra. En 2005, cuatro años después de su fundación, alcanzaba ya 180 millones en ventas y aseguraba dedicar ¡150 millones a inversiones! El año siguiente puede considerarse su cénit, con 240 millones de euros facturados que la situaban entre las veinte mayores empresas de la provincia. En la capital malagueña, su actuación más emblemática iba a ser la rehabilitación del edificio histórico de la plaza del Teatro para construir pisos de lujo. Hoy sigue allí la fachada hueca del inmueble, todo un símbolo de la realidad actual de Evemarina.
La Costa del Sol en seguida se quedó pequeña para la ambición de Ramos y sus socios, así que Evemarina extendió sus miras hacia Cádiz, Sevilla, el Levante, Madrid, el Algarve portugués y las Islas Canarias, región donde hizo sus apuestas más arriesgadas. Al mismo tiempo florecía su entramado societario, formado por más de veinte filiales que encabezaban la promotora Evemarina, la constructora Borca 2000 y el estudio de arquitectura de Ramos. El grupo llegó a tener más de 350 empleados y sus actividades iban más allá del ladrillo, adentrándose en la hostelería y el marketing, por ejemplo.
Los problemas comenzaron en 2007. Para Evemarina, los primeros indicios de desaceleración inmobiliaria coincidieron con las desavenencias con sus socios hindúes, que desembocaron en su salida y en la compra de sus acciones por parte de Borja Ramos. Además, un revés judicial provocó el primer gran apuro financiero de la promotora: el Tribunal Superior de Justicia de Canarias tumbó el proyecto de una torre de 30 plantas en Las Palmas diseñada por el famoso arquitecto César Pelli y Evemarina se encontró sin poder devolver el millonario crédito con el que había pagado el suelo. En Andalucía, además, se encontró con el bloqueo de más de 200 millones de euros en suelo que no pudo desarrollar por la entrada en vigor del POTA.
Estos problemas propios añadidos a las primeras bajadas en la venta de vivienda (que afectaron antes al segmento vacacional) propiciaron que Evemarina fuera de las primeras compañías del ladrillo en España que dieron la señal de alerta: en 2008 vendía su joya de la corona el hotel de Casares a un fondo árabe y buscaba a la desesperada un inversor que la ayudara a responder de su descomunal deuda. Ninguna de estas estrategias funcionó y, a finales de 2009, el juzgado de lo mercantil número 1 de Málaga la declaraba en concurso de acreedores con 300 millones de euros de pasivo y medio millar de acreedores.
Cinco años de andadura por el camino concursal no han servido para enderezar el rumbo de la promotora. Ahora, con la liquidación de Evemarina a la que podría sumarse la de Aifos dentro de no mucho se cierra una época marcada por excesos de toda índole que muchos quieren olvidar. Los más de 500 proveedores y clientes de Evemarina que han perdido su dinero no podrán, por más que quieran.
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