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Ofreció un conmovedor testimonio en ‘Sin cicatrices’
James Rhodes: «El silencio te convierte en cómplice de tu violador»

James Rhodes: «El silencio te convierte en cómplice de tu violador»

El músico James Rhodes ofrece un testimonio estremecedor sobre los abusos sexuales que sufrió de niño en ‘Sin cicatrices’, el congreso por el final de la violencia contra la infancia en el que Andrés Conde, director de Save The Children, denunció «una elevada tolerancia social» de la violencia contra los menores

miguel lorenci

Miércoles, 29 de junio 2016, 00:56

«El silencio al que te obliga tu violador es peor que el abuso; te convierte en su cómplice». Lo denuncia y lo lamenta James Rhodes (Londres, 1975), pianista y escritor, autor de Instrumental, que ofreció ayer un conmovedor testimonio sobre los abusos sexuales que sufrió en la infancia en Sin cicatrices. Es el congreso por el final de la violencia contra la infancia en el que Andrés Conde, director de Save The Children, denunció «una elevada tolerancia social» de la violencia contra los menores. Sus organizadores reclaman una ley «integral y específica» que la ONU pidió ya al Gobierno español en 2010 y que permita luchar contra una lacra sobre la que no hay cifras fiables.

Las que se manejan son la punta del iceberg. El Ministerio del Interior contabilizó 38.500 menores como víctimas de algún delito o falta penal en 2013 el primer año con registros. Desde entonces y hasta 2015, 12 menores han sido asesinados y un centenar se han quedado huérfanos. Hasta 3.364 menores sufrieron delitos contra la libertad e indemnidad sexual en 2013, casi un 43% de todas las víctimas.

James Rhodes, que ha contado en Instrumental el infierno en el que le sumieron los abusos que sufrió entre los cinco y los diez años, manejó cifras igual de estremecedoras. Solo en el Reino Unido hubo 47.000 denuncias por abusos sexuales en 2105. «Se calcula que son solo entre el 5 y el 12% de los casos reales y hay quien estima que la cifra podría ser veinte veces mayor», denunció.

El violador de Rohdes fue su profesor de gimnasia. Tenía cinco años y no habló del terrible episodio, silenciado por otros profesores del colegio, hasta los 31. Hoy sabe que ese silencio culpable impuesto por los pedófilos «es incluso peor que la agresión». «Si hablas, te ocurrirán cosas terribles, dicen todos los pedófilos, que al imponer ese silencio convierten a la víctima en cómplice», insiste Rhodes. «Si no hablas, ganan los malos, las cosas no cambian», dice.

Fue violado salvaje y repetidamente «por alguien en quien confiaba», que le hacía regalos y le adulaba. «Me llevó a un cuarto, puso una colchoneta en el suelo y me violó. En un instante cambió mi vida, y ese terrible cambio dura décadas y causa toda clase de daños». «En mi caso, autolesiones, dependencias, tres cirugías de columna, depresiones e internamientos», enumera Rhodes. Intentó suicidarse varias veces y sufrió disociaciones, trastorno obsesivo compulsivo, alucinaciones, paranoia y anorexia.

«Siempre hay cicatrices y son duraderas. Es un jodida mentira eso de que el tiempo lo cura todo», afirma. «La vida es una maratón, pero si te violan, corres con un sola pierna y con una mochila cargada de ladrillos», explica gráficamente. Asegura que la peor consecuencia «no es el dolor horrible de la violación ni las graves secuelas físicas. Es la soledad y ese cansancio permanente que genera la falta de sueño y las pesadillas». Relata Rhodes que cuando llora experimenta una erección. «Cuando tenía 9 años y me violaban, en medio de llanto tenía esa reacción fisiológica, y eso sigue en el fondo de mi cerebro».

Con 41 años y un hijo, ha exorcizado muchos fantasmas, pero lamenta que las víctimas de los abusos sigan llevando la peor parte. Cuando acudió a la Policía fue interrogado durante horas. «Me pidieron todo tipo de detalles morbosos, que explicara cómo y por dónde me violó, cuántas veces, si me introdujo el pene el la boca, si eyaculó, si tragué el semen..... Supe que cuando la Policía investigó en el colegio les dijeron que mi violador jamás había trabajado allí. Les mintieron. Cuando al fin lo localizaron, seguía trabajando con niños. Sin denuncia quizá siguiera violando a alumnos, a sus hijos a o sus nietos», dice.

Todo está en su libro, un éxito global cuya publicación fue vetada por los tribunales británicos y solo permitida tras una dura y larga batalla legal con dos millones de libras de costas judiciales. «Los jueces se referían a este material como tóxico. Decían que era como si un marido contagiara de sida a sabiendas a su esposa y me sentí de nuevo culpable», explica. «Además de la vergüenza por ser violado, soporté que los jueces no me permitían explicarlo», lamenta.

Denuncia que las víctimas de los abusos y violaciones no tengan nombre. «Todo el mudo conoce a personajes como Jimmy Savile presentador infantil de la BBC al que se le imputaron cientos de casos de abusos pero casi nadie podría citar el nombre de una de sus víctimas o de los de cientos de curas pederastas».

Su tabla de salvación fue la música, en la que se formó como autodidacta y que le ha traído a España.

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