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Rocío Vidal. SUR
Rocío Vidal: «El suicidio es una realidad invisible y el teatro puede ayudar a evitarlo»

Rocío Vidal: «El suicidio es una realidad invisible y el teatro puede ayudar a evitarlo»

La actriz y productora malagueña vuelve a casa para presentar #Malditos16, una obra sobre la adolescencia que llega al Cervantes el próximo cuatro de abril

Martes, 27 de marzo 2018, 01:07

Lleva trece años viviendo y ejerciendo su profesión en Madrid, aunque siempre que puede trata de llevar sus espectáculos a Málaga, «a casa». Rocío Vidal interpreta y produce #Malditos16, una obra que mira de frente al suicidio y a los problemas de la adolescencia, amplificados en el mundo de las redes sociales. La pieza, dirigida por Quino Falero y escrita por Nando López, llega al Teatro Cervantes el próximo cuatro de abril para reivindicar el papel de la narrativa a la hora de evitar un problema en el que «toda la sociedad es un agente preventivo».

El espectáculo

  • Mensaje La pieza narra la historia de cuatro jóvenes que trataron de quitarse la vida cuando tenían 16 años pero superaron sus probemas.

  • Producción Rocío Vidal produce esta obra, realizada por Cuatro Producciones y el Centro Dramático Nacional.

  • Función El Teatro Cervantes acoge una única función, el próximo cuatro de abril.

¿Cómo se combinan las tareas de producción e interpretación?

–Lo importante es saber cuál es tu cometido en cada momento. Eso significa que las decisiones que tomes como productora deben ser las más adecuadas para el crecimiento del proyecto sin afectar a que, cuando estés en el escenario, estés al cien por cien. Cuando tienes distintos roles en cualquier ámbito de la vida, para mí los más importante es saber ceñirse a lo que requiere cada parte en cada momento. En este caso no es la primera vez que lo hago, ya voy teniendo algo de experiencia en ese sentido. También es importante disfrutar de cada cosa por separado.

¿Es una forma nueva de trabajar?

–Esa figura siempre ha existido. Las compañías tradicionales eran en muchos casos empresas familiares que se encargaban de producir e interpretar los espectáculos. En este caso, #Malditos16 es una coproducción entre el Centro Dramático Nacional y Cuarto Producciones, de la que formo parte. Es cierto que hay una necesidad de generar proyectos porque somos muchos actores para la cantidad de producciones que hay, pero también hay una voluntad de contar historias, por lo que creo que son dos roles que se complementan muy bien, aunque hay que saber llevarlos. Es complicado pero cuando le das forma a tus propios proyectos muy satisfactorio.

¿Los tiempos que corren han agudizado el ingenio de los miembros del mundo del espectáculo?

–A raíz de esta crisis que nos han vendido que ha terminado pero simplemente nos hemos asentado en ella, hay muchos actores que han visto la necesidad de montar algo para seguir trabajando. Muchos se han formado y han tomado la decisión de emprender ese otro rol de la producción para contar sus proyectos. A veces confluyen la necesidad y la inquietud de crear historias.

¿Cómo definiría #Malditos16 desde esa doble perspectiva?

–Cuenta la historia de cuatro jóvenes que intentaron solucionar sus problemas de una forma radical, a través del suicidio. Sobre todo nos gusta contar, como productores y yo además cómo actriz, la esperanza, que sí hay solución para los problemas, pero que el camino pasa por hablar del problema, por reconocer que somos débiles, que tenemos problemas, que la realidad nos afecta y que todo eso puede llevarnos a esa decisión. Nuestro mensaje está dirigido a los jóvenes contando la historia de cuatro personas que salieron de ahí.

Ya en el título hay una referencia al mundo joven y digital...

–Esos #Malditos16 se refieren a la edad, a la adolescencia que hemos atravesado todos. Hay una frase muy bonita que dice mi personaje al principio:«Somos lo que éramos con 16 años pero con más capas». Cuando somos adolescentes sufrimos muchos cambios, puede ser bonito o ser complicado. Al utilizar el hasthag (#) hacemos referencia a lo muy condicionados que están los jóvenes de hoy en día por las redes sociales. Son una herramienta maravillosa bien utilizadas pero elementos como el ‘bulliying’ antes estaban solo en la escuela y ahora afectan al acosado durante todo el tiempo porque el problema persiste a través de las redes, donde el acoso continúa. El uso de la almohadilla no es casualidad. Los problemas son los mismos de siempre, pero los condicionantes del siglo XXI los acentúan.

– ¿La obra está pensada para el público joven?

–Lo que hemos pretendido es que no sea sólo para ‘millenials’. De los seis actores protagonistas, cuatro son jóvenes que en una parte de la función tienen 16 años y en otra 20. Cualquier adolescente se puede sentir identificado con los personajes, con su personalidad y sus conflictos. Sin embargo también es una obra para adultos, porque todos hemos sido adolescentes. Esa insatisfacción, el no saber qué hacer con tu vida... todos lo hemos pasado. Por tanto, hemos trabajado para que sea una obra familiar en la que los padres puedan venir con sus hijos, para compartir esa experiencia. Hay mucho teatro infantil, pero no para la adolescencia. Esto no es sólo para ellos, pero lo verán de una manera especial.

¿Cómo se afronta la preparación de una obra de teatro sobre un tema tan delicado como el suicidio?

–El punto más importante de arranque era lo rigurosos que debíamos ser con esto. Nando López, el autor, es voluntario en un centro donde hay chicos con este tipo de problemas. Al conocer esta realidad se dio cuenta de que el suicidio es invisible, por miedo, por pudor, por el falso efecto llamada que dice que si hablamos del suicidio se va a expandir. Cuando montamos la obra localizamos a especialistas para conocer de cerca el asunto; contamos con la ayuda de una psicóloga del SAMUR que nos ha asesorado, al igual que de otro psicólogo y sexólogo. Nos trajeron testimonios reales y lo más importante que sacamos es que es un problema oculto porque es un fracaso de la sociedad. Además, nos dejaron claro que todos somos agentes de prevención. El suicidio es una realidad invisible y el teatro puede ayudar a evitarlo.

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