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El obelisco de la Merced, la casa de Torrijos en ‘Málaga de cuento’.
Un cuento de Málaga contigo de protagonista

Un cuento de Málaga contigo de protagonista

Un malagueño crea relatos personalizados por los que desfilan el niño Pablo, Rockberto y el general Torrijos

Regina Sotorrío

Lunes, 6 de abril 2015, 01:15

En Malaga de cuento hay un general llamado Torrijos que vive en una extraña construcción en el centro de la plaza de la Merced, un tipo al que conocen como Rockberto que canta coplas por la calle, un niño de nombre Pablo al que preocupa no dar con el color exacto de las cosas y, si se lo propone, en esas páginas estará también quien usted quiera. El escritor y diseñador multimediaDaniel Villagrán crea relatos personalizados donde populares personajes malagueños comparten aventuras con su hija, su sobrino o el vecino de abajo. Basta con rellenar un breve formulario en la página web (malagadecuento.com) para que en cuestión de segundos ese niño se cuele también en ese mundo imaginario. Durante los primeros días de abril, la descarga del cuento será gratuita.

Málaga de cuento forma parte de Cuentaria, un proyecto desarrollado hace un año por el malagueño Villagrán donde cualquier niño puede convertirse en el protagonista de la historia. Son relatos cortos que se crean al instante con el nombre y hasta con la foto del pequeño. Desde entonces, Villagrán los vende a través de Internet (5 euros) o ya encuadernados en mercadillos y ferias (7 euros). Ahora, en una nueva línea de trabajo, ha decidido acercarlos a su tierra con narraciones cargadas de referencias a Málaga, a sus gentes e incluso a su acento. Los dos primeros ya en la web son Málaga de cuento y El ojo de la Jábega. «Pero habrá más», avisa el escritor, que da color a sus textos con las ilustraciones de Javier Ramírez.

Solo hay que completar tres campos en la página web:cómo se llama el niño, el nombre con el que el protagonista conoce a quien le va a contar el cuento (el mote, o el parentesco: papá, tita Laura) y su lugar favorito, «ese sitio mágico al que le van a llevar los cuentos» (el parque del barrio, las playas de El Palo, la habitación de juegos, la pista de patinaje o incluso La Rosaleda...). Se indica después si es niño o niña, se sube una foto... y listo. En 20 segundos, el cuento seleccionado se descarga en el ordenador.

Parte de la historia

Tanto el pequeño como el narrador forman así parte de la historia. Y eso para Villagrán es esencial. «La misión principal de este proyecto era mejorar y reforzar los vínculos entre adultos y niños», afirma. No están hechos para que el niño los lea, sino para que alguien se los cuente. Todas las historias siguen un mismo patrón. El niño viaja a «un sitio de cuento, un lugar que está en el plano de la imaginación y donde hay una una serie de personajes que solo existen para hacerle cuentos a él». El narrador es aquí el encargado de recoger esos relatos y trasladárselos al menor.

Villagrán se resiste a limitar a una edad recomendada cada texto. «Me resulta complicado. Se intenta que tengan distintas posibilidades de lecturas. A los más chicos les hará gracia unas cosas y habrá otras que les llame más la atención a los más mayores», afirma, convencido de que no hay nada que «esconder a los pequeños». «Me molesta mucho cuando se les trata como seres que no saben. Todos están capacitados para entenderlos, cada uno a su manera», reflexiona.

Cinco son los personajes que acompañan al pequeño protagonista en este paseo por la Málaga de Cuento, por la Alcazaba, la Merced, El Palo... Cada uno de ellos tiene una historia propia, viene de una época distinta y tiene su propia forma de expresarse. «Algunos son personajes populares y hablan como la gente de la calle», argumenta Villagrán.

Están el cenachero Julián, «en homenaje a Julián Almoguera, un carpintero de ribera de Pedregalejo»;la bailaora Fátima, «una mujer de armas tomar, independiente y muy malagueña»; el general Torrijos, «el prototipo del hombre soñador»; Rockberto, no solo en alusión al ya mítico cantante de Tabletom sino como un guiño a todos aquellos artistas que van cantando por la calle; y el Niño Pablo obsesionado con encontrar el color perfecto, antes de llegar a ser Picasso. «Porque está claro que algo tuvo que influir Málaga en que él fuera quien fue. Cuando eres niño, las cosas te llegan mucho más». Por eso, defiende, ese es el momento de contar cuentos.

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