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Tras muchas reclamaciones, el IVA del cine baja al fin del 21% al 10%. Una bajada que afectará sobre todo a los diferentes sectores que forman parte de la industria cinematográfica y que alterará los porcentajes de reparto de cada entrada de cine. En ... la explotación de las cintas entran, en primer lugar, los distribuidores que se convierten en la pieza fundamental para que las películas de los productores lleguen a la cartelera, después los exhibidores que tienen el contacto directo con el público y, finalmente, el Gobierno que aplica su lema de Hacienda somos todos, aunque su pellizco se reducirá a partir de 2018. En Málaga podemos llegar a pagar por una entrada de cine 8,80 euros, aunque el precio más habitual ronda los 6,50 euros por lo que tomaremos como referencia esta tarifa para conocer el reparto que se hace actualmente por la venta de cada localidad:
1
Los distribuidores. La grandes empresas distribuidoras son las que controlan el negocio del cine. Por ello es importante que los productores cuenten con una distribuidora antes de rodar porque entonces se aseguran el estreno en las salas comerciales. El sector ha reducido costes con la distribución digital, aunque también se encarga de la promoción del filme. En este momento, los distribuidores reciben la mayor parte de la entrada de cine que suele ser un 41% del total, por lo que de una butaca de 6,50 euros se quedan con 2,66 euros
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Los exhibidores. Los cines son los siguientes en quedarse con una parte relevante del pastel, ya que se encargan del mantenimiento de las salas de cine, las proyecciones y el personal necesario para atender la exhibición que, en los últimos años, también ha tenido que costear su reconversión al cine digital. A ello tiene que unir que son los responsables del control de asistencia del público y, por tanto, de que el reparto de los ingresos por la venta de entradas se corresponda con la realidad. Su porcentaje suele rondar el 35%, lo que supone que de cada entrada de 6,50 euros retengan para sus arcas 2,27 euros.
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Hacienda. El Gobierno central es el tercero en el reparto de los beneficios y lo seguirá siendo. En este momento cobra el 21% desde que en el año 2012 subiera desde el reducido 8%. Eso supone que, con la referencia de los 6,50 euros por butaca, las arcas públicas ingresan 1,36 euros. A partir de 2018, ese porcentaje bajará al 10%, por lo que de nuestra entrada tipo se quedará con 65 céntimos. Con los datos de recaudación de 2016, los cines españoles ingresaron un total de 602 millones de euros por venta de entradas, por lo que el Ministerio de Cultura recibió 126,4 millones de euros por el Impuesto del Valor Añadido al 21%. La realidad de los números desmontan la creencia popular del cine como un sector subvencionado, ya que el pasado año el fondo de proyección de la cinematografía para apoyar películas y otras inversiones en el sector se presupuestó en 60 millones de euros. Es decir, la mitad de lo que el gobierno cobró por el IVA a los cines. Una cifra que parece que va a ajustar con la reducción del impuesto a las entradas.
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Derechos de autor. Las entidades que gestionan los derechos de autor y de propiedad intelectual de las obras audiovisuales reciben el 3% restante, 0,19 euros por cada entrada de 6,50 euros. Con este tercer porcentaje se completa el 100% del reparto de las localidades de cine. No obstante, la bajada del IVA supondrá una alteración de los porcentajes del resto de implicados.
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Los productores. Según este reparto, los que pagan las películas y asumen los riesgos de la producción no reciben ni un duro. Esto no es así, ya que los productores reciben sus ingresos de los distribuidores que son los que compran las películas o adquieren sus derechos para que sean estrenadas en gran pantalla. La división de las ganancias entre ambos está abierta a la negociación, aunque lo más común es que distribuidora y productora se repartan a partes iguales ese 41% que se quedan de los que se paga por las entradas. No obstante, hay operaciones en la que el productor no va a porcentaje sino que recibe una tarifa fija o un precio mínimo, ya que depende de la negociación o la fuerza que los propietarios de la películas puedan ejercer sobre la distribuidora. Además, el productor no comienza a recibir los ingresos por taquilla hasta que no se han superado los costes de copias, distribución y publicidad, por lo que la división de beneficios entre productora y distribuidora depende de cada empresa y película.
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