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Steven Lance, Rafa Castillo-Romero, Virginia DeMorata, Enrique García y Héctor Medina, en el escenario del filme
El último grito del cine en Málaga

El último grito del cine en Málaga

Los rodajes de 'Resort Paraíso' y 'Maniac Tales' convierten la Costa del Sol en escenario del género de terror. Una coincidencia inédita de dos producciones malagueñas sin subvenciones que buscan morder la taquilla

Francisco Griñán

Domingo, 1 de noviembre 2015, 00:51

Halloween es una noche para disfrutar pasando un mal rato. Y ese espíritu es el que intentan atrapar las películas Maniac Tales y Resort Paraíso, producciones que tienen en común su género, el terror, y su origen, Málaga. Ambas protagonizan además un capítulo inédito del cine local al coincidir por primera vez dos largometrajes locales rodándose a la vez. El primero de ellos lo impulsa el productor y cineasta Kike Mesa y comenzó hace un par de semanas el rodaje de su opera prima, un filme por episodios al estilo del serial Cuentos asombrosos de Spielberg. El otro proyecto es la segunda película del director Enrique García y el productor Habacuc Rodríguez, que en apenas dos semanas tomarán un hotel de la Costa del Sol para convertirlo en escenario de película. De película de miedo. Ese mismo pánico que han vencido los responsables de ambos proyectos que comparten una singularidad más: ruedan sin ningún tipo de ayudas ni subvenciones, pero con la intención de asaltar la cartelera. «Queremos hacer un filme taquillero y no morir en el intento», asegura un convencido Enrique García que, tras debutar con 321 días en Michigan, tuvo que atrasar hace un año esta segunda película por problemas en la financiación. Hace apenas dos semanas, el proyecto se puso de nuevo en marcha.

La coincidencia de ambos rodajes ha provocado una situación también desconocida en la industria audiovisual de la provincia con las productoras Ándale Audiovisual (Kike Mesa) y Pura Envidia (Habacuc Rodríguez) compitiendo por conseguir a los técnicos, sonidistas, maquilladores o especialistas en f/x más adecuados para cada proyecto. Por fortuna, la sangre no ha llegado al río y solo a la pantalla. «Llamaba a un técnico y me decía que ya estaba comprometido con Resort... y, al contrario, ellos acudían a uno de los míos y les decía que ya estaban trabajando en Maniac», explica Mesa que añade: «Nos hemos estado riendo mucho con este juego». «La verdad es que tenemos un equipo que es la bomba, aunque hubiera preferido evitar esta maldita casualidad», sostiene García que sufre en propias carnes esta duplicidad ya que participa en las dos películas: hoy mismo comienza a dirigir uno de los capítulos de Maniac Tales y, a mediados de noviembre, arranca el rodaje de Resort Paraíso.

Bajo la coartada del bajo presupuesto, ambas películas han puesto en marcha sus rodajes sin ayudas públicas ni subvenciones. ¿Cómo se consigue? «Pues haciendo cine lo más sensatamente posible, pero haciéndolo», ilustra el productor de Pura Envidia que se ha asociado con Elamedia y Séptimo de Caballería para sacar adelante Resort Paraíso y reunir la sensata cifra de 180.000 euros que cuesta la película. Lo suficiente para poder estrellar una moto y un coche. Ylo suficiente para retratar con solvencia esta historia de una pareja rota que ocupa un hotel cerrado durante el invierno, un escenario que también es protagonista del filme y que acabará convirtiéndose en un laberinto mortal. «No tenemos los actores, la iluminación y la fotografía de una filme de Hollywood de 200 millones de euros, pero tenemos la experiencia, los profesionales y los intérpretes que nos permiten hacer una película con una imagen muy parecida», subraya Enrique García que remite al ejemplo del Mariachi (1992), rodada con apenas 7.000 dólares y que recaudó millones en todo el mundo.

Un malo que cae bien

Desde el inhóspito hotel de El resplandor al trío mal avenido de Calma total, la película maneja en su trasfondo grandes clásicos del género, aunque el cinéfilo García aclara que el guión que firman Isa Sánchez y Pablo Díez huye de los clichés para presentar una historia que, ante todo, busca atrapar al espectador. «Esto es un thriller de autor», lo bautiza el productor Habacuc Rodríguez, a lo que García acota con algo de guasa: «Lo único sobrenatural en nuestra película es el presupuesto».

En estas cintas de género es fundamental el papel del villano que, en esta ocasión es un guardia de seguridad, «un malo que cae bien», afirma el productor. Héctor Medina, premio de interpretación en el Festival de Málaga por 321 días en Michigan, encarna a este sociópata que pondrá a prueba a la pareja formada por Virginia DeMorata y Rafa Castillo-Romero que ya se encerraron con García en la cárcel de su debut como director. Ahora, en lugar de una prisión, se enclaustrarán en el fantasmagórico resort que será interpretado por un templo del relax de la Costal del Sol, el hotel Timor, que se convertirá en el escenario de la pesadilla de este reparto.

«Necesitaba actores de confianza porque les voy a pedir cosas por las que otros intérpretes me mandarían a la mierda», admite Enrique García que considera que su debut fue «un buen comienzo», pero no quería ser «el director que una vez hizo una película». Por eso, este cinéfilo incorregible asegura que su verdadero referente es el mítico rey de la Serie B, Roger Corman. «Cada vez lo admiro más porque creó una escuela de cineastas capaces de rodar con poco dinero, pero que sabían poner la cámara», apostilla.

Otro maestro del bajo presupuesto, Jess Franco, es el santo de devoción de Maniac Tales. «Cada vez me acuerdo más de él porque siempre decía que las subvenciones del cine estaban adulteradas», sostiene Kike Mesa, que también se ha lanzado a la producción de largometrajes sin ayudas y después de poner en marcha el rodaje de la última película de Juanma Bajo Ulloa, Rey gitano. En el último momento se salió del proyecto, pero el productor no tardó en montar su propio debut en el largometraje, Maniac Tales. Con un crédito bancario de 150.000 para financiar el total de 300.000 euros del presupuesto del filme. «El resto lo pone el equipo que ha capitalizado una parte de su trabajo, mientras que el otro está remunerado», señala Mesa que defiende que, para que la industria del cine local sea sostenible, el trabajo tiene que pagarse.

El productor ha sido el primero en rodar su relato Cimbelin, uno de los seis capítulos del largometraje Maniac Tales, que esta misma semana ha filmado el episodio que dirige Abdelatif Hwidar, La visita. Un bosque cercano al Refugio del Juanar (Ojén) y una granja de Mijas han sido los escenarios de este argumento que se ambienta en la América profunda. «Hemos encontrado un rancho tejano en plena Costa del Sol», cuenta todavía sorprendido Kike Mesa, que puso como condición a todos los directores que la película se rodaría en inglés y que se ambientaría en EE UU. El hilo conductor de todos los capítulos del filme será el popular edificio de La Equitativa, aunque la ficción transportará este emblemático inmueble a Manhattan. Allí concluirá este rodaje el próximo mes de diciembre, aunque un pequeño equipo todavía tendrá que desplazarse hasta Nueva York para filmar los exteriores del céntrico edificio malagueño

Con la cara partida

Tanto Maniac Tales como Resort Paraíso coinciden también en sus potentes equipos de efectos especiales. Ambas cintas mezclan thriller con terror, por lo que la sangre y el cambio físico de los personajes estará muy presente. «En Maniac... todo el mundo acaba con la cara partida por lo que hemos tenido que hacer moldes de escayola de todos de los rostros y cuerpos de los actores para que los maquilladores puedan trabajar en las prótesis de látex sin que los intérpretes tengan que estar presentes», señala Kike Mesa que se muestra entusiasmado con el resultado en pantalla. «El resultado es de mucho nivel», subraya el productor que ya tiene diseñada su estrategia para que su película no sea deficitaria.

Una hoja de ruta que pasa por tener terminado el filme para el próximo Festival de Málaga Cine Español, donde se realizará la première para después viajar a Cannes, al mayor mercado de cine del mundo y vender los derechos internacionales del filme. «Estamos hablando de una cinta en inglés, ambientada en Nueva York y de terror, por lo que mi objetivo es vender barato y rápido; es decir, 40.000 euros por los derechos para cada país. Con diez ventas hemos cubierto gastos», señala Mesa al que todavía le queda el cartucho del estreno que será precisamente por estas fechas del próximo año. «La idea es pasar por Sitges, que está especializado en género fantástico y terror, y estrenar después porque esta película es para Halloween», remacha.

El cartucho de García

En el hotel de Resort Paraíso también han echado sus cuentas. «Nuestra idea es tener al espectador clavado en la butaca durante 80 minutos», asegura un ambicioso Enrique García, que también piensa en su agenda en el Festival de Málaga del próximo mes de abril y en el de Sitges del mes de octubre. «Además contamos con el interés de Canal Sur», avanza Habacuc Rodríguez, aunque por el momento no hay nada firmado y se han lanzado a rodar con autofinanciación privada y sin subvenciones autonómicas o nacionales. «Estamos invirtiendo dinero y tiempo, por lo que con esta película vamos a gastar un cartucho muy importante», asegura el productor, convencido de que este proyecto es la llave para alcanzar metas más ambiciosas.

Un travelling por la artesanal industria del cine malagueño reciente muestra como, desde el rodaje en 2013 del debut de Enrique García, 321 días en Michigan, y su posterior competición en el Festival de Cine Español, se han producido cintas independientes como Seis y medio, de Julio Fraga; Oblitus, de Fabián Moreno todavía pendiente de conclusión; Rey Gitano, de Juanma Bajo Ulloa, y, este mismo año, Exitus, de Lidia Lázaro, y las actuales Maniac Tales y Resort Paraíso. No obstante, esa acumulación de largometrajes no quiere decir que se pueda hablar de una producción sostenible. «Ojalá dijera que existe una situación favorable, pero la coincidencia de rodajes es solo casualidad», sostiene el productor Kike Mesa, una opinión que comparte la guionista Isa Sánchez que ve un paralelismo entre los protagonistas de Resort... y los que se decidan al cine en Málaga: «Lo nuestro es una historia de supervivencia».

Más ganas que dinero parece ser el grito de guerra de los cineastas en Málaga. Aunque esta sucesión de películas de bajo presupuesto también son el resultado de cierto movimiento con mirada futura. «Es nuestra manera de decir que hicimos 321 días en Michigan, ahora rodamos la segunda y que podemos hacer la tercera superándonos todavía más», asegura el tándem García & Rodríguez que, con su nuevo proyecto, trata de encontrar la fórmula para hacer cine sin morir en el intento.

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