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Imagen de la muestra.
Pérez Estrada se instala (al fin) en la casa de Gerald Brenan

Pérez Estrada se instala (al fin) en la casa de Gerald Brenan

La fundación dedicada al escritor malagueño estrena en la institución de Churriana una exposición de dibujos del abogado y poeta

Antonio Javier López

Lunes, 1 de febrero 2016, 14:47

La manía de ir acarreando pertenencias hace que la vida contemporánea desahogada ofrezca pocos trastornos más conflictivos que una mudanza. En el caso de la Fundación Rafael Pérez Estrada, el asunto se ha demorado durante casi dos años. Claro que todo lo relativo a la entidad que debe velar por el legado del abogado, poeta, dibujante y dramaturgo malagueño ha llevado su tiempo. Pasó un año desde el anuncio de su creación hasta su constitución formal; otros dos desde ese punto hasta la decisión de ubicarla en la Casa de Gerald Brenan en Churriana y ahora, dos años después, Pérez Estrada por fin se instala en el hogar donde vivió el hispanista. Y lo hace con medio centenar de dibujos reunidos en 'Anunciación del ojo', la muestra con vocación permanente presentada esta misma mañana. Por el camino ha pasado casi un lustro.

La muestra está comisariada por el escritor y poeta Jesús Aguado, quien adelanta la vocación de permanencia del proyecto. La exposición ayuda a entender el imaginario de Rafael Pérez Estrada, resume Aguado sobre un montaje repartido en dos salas que deambula por asuntos centrales en la obra del abogado y poeta como el humor, el amor, la ironía o el deseo. El corazón manda bien podría ser el escudo de armas inocuas e imaginarias de Pérez Estrada, que aquí surge en una acuarela del mismo título y bajo el retrato del autor que preside la primera sala sobre la chimenea.

La acuarela 'Anunciación del ojo' (1998) ocupa el espacio central de la primera sala, con el protagonista sostenido un globo ocular a modo de cometa. Es una forma de decir que lo importante en la vida debe verlo uno por sí mismo, desliza aguado mientras pasea por la muestra que da paso a una serie de dibujos sobre copas (de helado, de martini, de cava o champán...), una de las obsesiones de Rafael como símbolo de la alegría de vivir y de compartir, en palabras del comisario.

Una alegría que torna en fina ironía en la segunda sala, dedicada al singular bestiario que crecía en la imaginación de Pérez Estrada. Un domador de caracoles, un obispo sosteniendo un escarabajo, un pez azul como un zepelín... Y en todos esas imágenes, siempre, el corazón manda.

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