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La vida de José Marfil Peralta, nacido en Rincón de la Victoria en 1921, da para escribir varios libros y hacer alguna que otra película. Fue uno de los más de 20.000 españoles que estuvieron recluidos en el campo de concentración nazi de Mauthausen, del que milagrosamente logró salir con vida. A los 97 años, falleció ayer en la localidad francesa de Perpiñán, donde se afincó tras sobrevivir a aquel infierno de muerte, «lo más parecido al infierno», según declaró a SUR con motivo de una visita a la localidad rinconera en octubre de 2010.
Con su fallecimiento se va el último superviviente malagueño de la barbarie ordenada por Hitler. Hasta el día de su muerte, Marfil Peralta seguía soñando cada noche con los horrores que había vivido en Mauthausen: «Cuando me despierto me siento feliz. He pasado toda la noche en el campo y la alegría llega cuando me levanto por la mañana y veo que no estoy allí». Este pasado viernes, cumpliendo su último deseo, su cuerpo fue incinerado, con lo que acabó igual que los de sus miles de compañeros asesinados en los campos de concentración nazis, convertido en humo y cenizas.
En el homenaje de 2010 Marfil firmó en el libro de honor del Ayuntamiento rinconero y se bautizó con su nombre una rotonda de la localidad. Hace casi ocho años acudió a Rincón de la Victoria conduciendo su propio vehículo desde Francia, según confesó. En los últimos meses, a propuesta del grupo municipal del PSOE se le iba a designar Hijo Predilecto.
De hecho, el pasado diciembre se aprobó una moción socialista para continuar con el expediente iniciado antes de la moción de censura que aupó al poder a PP y PA, con el apoyo de Ciudadanos, en junio de 2017. El Ayuntamiento estaba haciendo gestiones con Marfil para entregarle el reconocimiento, según explicó en pleno el concejal de Cultura, Antonio José Martín (PP). La portavoz socialista, Encarnación Anaya, que era alcaldesa en 2010, ha lamentado la pérdida y ha dicho que
José Marfil nació en Rincón de la Victoria en 1921 y se vió obligado a huir junto a su padre, durante la Guerra Civil hasta Francia, debido al empuje de las tropas nacionales. Allí malvivieron en un campo de internamiento junto a miles de refugiados españoles y, poco después, ambos se integraron en los batallones de trabajo del ejército francés.
Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial y el colapso francés ante el empuje nazi se trasladaron a las playas de Dunquerque, donde fueron apresados en junio de 1940, al no ser evacuados por los británicos y llevados al campo de exterminio nazi Mathaussen, en Austria. Su padre falleció en agosto, al no poder soportar el trabajo esclavo en una cantera, convirtiéndose en el primer español fallecido en el referido campo de exterminio nazi.
José Marfil Peralta, cuyo padre era de Fuengirola y su madre de Frigiliana, estuvo en este campo durante cuatros años y medio, padeció sarna y más tarde en un campo cercano llamado Gusen, conocido por los prisioneros como «el matadero», donde sobrevivió robando comida. Todo esto y su habilidad como carpintero propiciaron su supervivencia. De esta forma, el testimonio de José Marfil Peralta se convierte en un documento lleno de doloridos y desconsolados recuerdos, como el mismo indicó en su visita a Rincón de la Victoria en 2010: «He venido para cumplir mi última misión, que no es otra que la de explicar el horror que viví en aquellos casi cinco años, las atrocidades que contemplé, para que los jóvenes aprendan y no vuelvan a repetir algo así».
La visita se complementó con su participación en las primeras Jornadas organizadas por el Ayuntamiento rinconero y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de la Axarquía, con la colaboración de la Junta de Andalucía, en las que en su primera intervención dijo: «Me siento muy feliz de estar aquí, no me esperaba a tanta gente, ni tantas fotos y cámaras».
En la entrevista con SUR rememoró el motivo por el que se alistó junto a su padre en el ejército aliado francés. «Pensamos que podía ser una buena forma de luchar también contra Franco, por la libertad y la democracia, estaban los ingleses y podríamos vencer al fascismo, para conseguir la paz, pero no lo conseguimos, nos hicieron prisioneros y nos llevaron allí. He sido una víctima de la historia», relató este superviviente, quien confesó que si consiguió salir de aquel infierno con vida, a diferencia de su padre fue «porque tuve mucha suerte».
«No he tenido estudios, pero aprendí la profesión de carpintero, y parece que les fui útil a los alemanes, porque conseguí salir de allí con vida y aquí estoy», señaló en 2010 este anciano. «No tengo ningún secreto, sólo he intentado ser feliz y transmitírselo a la gente», añadió. La vida en el campo de concentración nazi fue «durísima». «Aún recuerdo las piras de cuerpos agolpados, en las que sólo se veían los pies y los senos de las mujeres. Fue terrible. Y el olor de los hornos, pero por suerte nosotros estábamos en otra parte del campo de concentración», rememoró José Marfil, para quien todas estas atrocidades «tienen que servir de lección para los más jóvenes».
«Los españoles que estábamos allí no teníamos papeles, no éramos nada, sólo apátridas, un trozo de madera que quemar. De 20.000 españoles que estuvimos en los campos de exterminio nazi, sólo sobrevivimos 2.000», apuntó. «Es una pena que hoy en día no se siga hablando de todo esto, yo pienso hacerlo siempre hasta que me muera», confesó.
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