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Eugenio Cabezas
Martes, 1 de septiembre 2015, 00:38
Gustavo Sánchez Pastor, de 37 años, llevaba varias semanas amenazando a su familia con hacer «alguna tontería». Estaba «desesperado», cansado de denuncias, juicios y pleitos perdidos frente a la comunidad de vecinos en la que vive, situada en el edificio Puerto Rico, a la altura del número 28 de la calle Duque de Ahumada, en Torre del Mar. Sus padres son propietarios de un piso y de uno de los locales comerciales situados en los bajos desde los años setenta, y han regentado varios negocios de hostelería en él, el más recordado el restaurante Puerto Rico. Actualmente hay una cafetería, Lamia, arrendada por una familia marroquí.
Sin embargo, desde hace 15 años los problemas con la comunidad no han cesado, primero comenzaron porque los vecinos decían que Sánchez y sus padres tenían que pagar una cuota extraordinaria por tener instalada una terraza acristalada en el exterior. Posteriormente, las denuncias por las molestias ocasionadas por los ruidos fueron constantes. Hasta tal punto que, por orden judicial, Gustavo retiró hace un par de años la terraza y las cristaleras. Ahora la comunidad quiere que cierre una ventana y una puerta que dan a una plaza, también tras una orden judicial. Atemorizado por la posibilidad de que le obliguen a cerrar el establecimiento y a perderlo todo, ayer, poco antes de las 11.00 horas, entró al bar con una escopeta de caza propiedad de su padre, y echó a los inquilinos y a los clientes, bajo la amenaza de que «se iba a quitar la vida allí dentro».
María Molina Doña, de 33 años, expareja y madre de su hija, Daniela, de 3 años, fue la que avisó al 112, diciendo que Gustavo se había encerrado en su bar y que amenazaba con quitarse la vida si no había una solución para el conflicto vecinal y le garantizaban que no tendrá que cerrar el local. Rápidamente se montó un fuerte despliegue policial y de Bomberos, que acordonaron el edificio y obligaron a los vecinos a permanecer en su interior.
Durante cinco horas, Gustavo, el joven que se crió detrás de la barra de aquel bar cuando era regentado por sus padres, que viven en el tercero y están ya mayores casi no salen del piso tuvo en vilo a todo el barrio. «Es un buen chico, no creo que haga ninguna locura, esto se le ha ido de las manos», repetían sus conocidos. Su expareja lo llamó por teléfono en varias ocasiones y en una de ellas este periódico pudo hablar con él. «La comunidad no quiere enseñarme las actas de las reuniones, están haciendo las cosas a mis espaldas, cuando soy propietario igual que ellos y tengo el mismo derecho», expresó con la voz entrecortada y con gran nerviosismo.
Según dijo, el detonante de su actitud fue que «hay una carta de Hacienda diciendo que me van a embargar el local, y temo perderlo, cuando yo tengo todos mis papeles en regla», apostilló. Sin embargo, uno de los residentes del bloque manifestó a SUR que Gustavo Sánchez «debe por lo menos cinco años de comunidad. ¿Cómo no quiere que se lo embarguen?». A este respecto, la expareja negó que tenga deudas con la comunidad.
A disposición judicial
Tras los intentos fallidos de que depusiera su actitud, la mediación de un amigo de Gustavo y del teniente de Alcalde de Torre del Mar, Jesús Pérez Atencia (GIPMTM), lo hizo entrar en razón, por lo que abrió una de las puertas laterales del local sobre las 15.45 horas, tras más de cinco horas de encierro voluntario. Con la cara tapada con su propia camiseta y en chanclas, se entregó a los agentes que lo apuntaban con una pistola. Fue conducido rápidamente en un coche policial a la Comisaría de Torre del Mar, donde permanece detenido, acusado de los presuntos delitos de desobediencia y desórdenes públicos.
Esta mañana está previsto que pase a disposición del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Vélez-Málaga. Tras retirar el cordón policial, los agentes trasladaron el arma, una escopeta de caza que, al parecer, era vieja y estaba inutilizada, hasta dependencias policiales. El primer teniente de alcalde de Torre del Mar dijo que iban a investigar la situación administrativa del conflicto vecinal que mantiene la comunidad con Sánchez.
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