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NURIA TRIGUERO
Martes, 4 de febrero 2014, 18:54
En España ya hay más aceleradoras de empresas que en Alemania: unas cuarenta en 2013, y creciendo. Para unos, estos datos son signo de vitalidad emprendedora. Pero hay a quienes les recuerdan peligrosamente a otra comparativa: la del número de aeropuertos. Porque ahora a todos les resulta obvio que se construyeron demasiados: 52 (13 más que en el país germano), incluyendo los tristemente famosos de Castellón y Ciudad Real. Pero en su día todos parecían pocos. En Málaga están arrancando su andadura cuatro aceleradoras de golpe, y no por casualidad: forman parte del Programa de Aceleración e Internacionalización de Pymes impulsado por el Ayuntamiento y la Escuela de Organización Industrial (EOI) con fondos europeos. Dos están gestionadas por la sociedad municipal Promálaga y PricewaterhouseCoopers, otra por Bolt y Deloitte y la cuarta por una empresa vinculada al Instituto Fraunhofer. Entre todas tienen que ayudar a lanzar 150 startups este año. Y no van a estar solas: ya hay una iniciativa privada similar en marcha, Sprita; y otra a punto de aterrizar, Principiatech.
El Consistorio busca crear un «ecosistema del emprendimiento y la innovación», con varias iniciativas que compitan entre sí y hagan «ruido» según las palabras del concejal de Nuevas Tecnologías, Mario Cortés con el fin de atraer tanto a startups como a inversores. Una estrategia que hay quienes, desde el mundillo emprendedor, juzgan equivocada, por el doble peligro de que se dispersen esfuerzos y se genere una burbuja de aceleradoras. No sería un problema exclusivo de Málaga: expertos como Javier Megías ya han alertado de este fenómeno a nivel nacional.
Ayer se celebró en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) la presentación oficial de todas estas iniciativas. En un acto presidido por el alcalde y los concejales de Economía y Nuevas Tecnologías, los responsables de las diferentes aceleradoras vendieron sus bondades ante un auditorio con escasa presencia de emprendedores. En las redes sociales esta puesta de largo generó un debate sobre la conveniencia o no de esta proliferación de aceleradoras. La razón que esgrime el Consistorio para dividir los fondos europeos (1,4 millones de euros) en cuatro iniciativas es que así diversifica el riesgo inherente a esta apuesta experimental. Pero esta dispersión de esfuerzos genera a su vez otro riesgo, según opinaban ayer en Twitter personas cercanas al mundo emprendedor, como Antonio Ortiz, Marta Domínguez, Enrique González de Gor, Jesús Martínez o Bernardo Quintero: que se genere un reino de taifas y la sobreoferta de aceleradoras acabe provocando una competencia insana y una bajada en el listón de los proyectos. Por lo pronto, dos de los cuatro centros del programa municipal no tienen solicitudes suficientes para cubrir su cupo anual de startups. El temor es que una iniciativa loable por parte del Ayuntamiento, como es la de introducir en la ciudad un sistema de vanguardia para el desarrollo de startups, acabe malográndose por un enfoque erróneo.
Pero quizá la cuestión no sea si hay suficientes emprendedores en Málaga para tantas aceleradoras. Quizá haya que poner el foco en la calidad de las mismas y en si serán capaces de atraer proyectos interesantes, no sólo de Málaga sino de otros sitios. Para ello hay dos elementos clave: buenos mentores y financiación. Y en cuanto a este último punto, las cuatro aceleradoras auspiciadas por el Consistorio tienen un handicap: no pueden invertir en las empresas que acojan, así que deberán esforzarse por buscar inversores ajenos.
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