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Jueves, 14 de febrero 2013, 23:41
1. Beatriz Chaves Bueno
Andaba en Madrid de paso. Hacía escala entre Cáceres y Málaga. Entre trenes y oposiciones envié algunos curriculum. Mi teléfono sonó y el 26 de julio de 2008 tuve la entrevista que decidiría los siguientes cuatro años de mi vida. Aquel día, cuando esperaba en la calle, con tanto calor alguien vino a recogerme a la esquina de Makro. La primera frase que pensé sobre él fue ?este tío es un fiestero?, la última todavía no sé cuál es. La entrevista fue sincera, directa, penetrante, por casualidades ese verano íbamos a estar muy cerca el uno del otro, los dos en Torre del Mar, aunque en circunstancias todavía lejanas. Pasó el verano y el 11 de septiembre de 2008 empecé a trabajar. Poco a poco el destino nos fue juntando y una mágica noche que mutaba del 6 al 7 de febrero reimos, bailamos, comimos churros en ElCamarón, nos prometimos ir a Ibiza juntos? Aquella noche no volví sola a la Prospe. Un halo de amor me envolvió en el portal, y el beso más dulce que jamás me hayan dado alcanzó mis labios. ?No te preocupes por nada? y un tierno abrazo selló una promesa que no supimos frenar durante meses, y meses. Pasaban las noches, colchón al suelo, luna llena, siempre llena, ventana abierta, abrazos, dulces caricias, intriga, pasión, deseo, curiosidad, paseos, parques, comidas, cocina, Loco Roco, miradas sinceras, fotos, Madrid? el deseo sin control nos recorría y éramos felices de verdad. Siempre los dos a la vez. Envueltos en nuestros días de amor, el uno para el otro, nuestro diminuto piso era un gran palacio en medio del mar. Verle aparecer por la puerta era para mí como ver la más grande de las olas estallar contra las rocas. Pasaban los días y juntos fuimos construyendo ilusiones. Poco a poco me fui dando cuenta que lo que sentía por él era más inmenso y sincero de lo que un corazón puede soportar. Viví sus decepciones, sus tristezas, sus apatías, sus rarezas, su belleza, su deseo, sus dudas, su desgaste, sus decisiones, su ternura, su amor. Siempre a su lado, penetrando en su mundo, pendiente de cada uno de sus sentimientos. A la velocidad propia de la vida en Madrid pasaron tres años como tres suspiros. El trabajo y el dinero comenzaban a tener más protagonismo que yo dentro de mi propia relación. La apatía y la duda se hicieron un hueco en mi salón, pero mis fuertes ilusiones seguían en pie. El 28 de agosto de 2012 volvimos de la playa con nuevas ilusiones. ?Ya podemos ir mirando trabajo por Málaga, nos haremos pareja de hecho?? Las mujeres somos muy ingenuas y cuando un hombre nos dice estas cosas pues nos dedicamos a creerlas sin más. ?Yo estoy muy enamorado de ti? pues yo también oye si todo es maravilloso. El exceso de optimismo puede ser muy dañino, hasta mortal. El 9 de diciembre mi cama, a la que yo siempre había atribuido tanta felicidad, escuchó un cambio de planes unilateral. ?No me siento completo, me falta algo contigo. Yo ya no te quiero?. Te leo, te busco, te miro, te siento, te pienso, te sueño, te necesito, te echo de menos, te multiplico, te amo, te deseo, te comprendo, te admiro, te idealizo, te magnifico, te respeto, te divido, te temo, te pierdo, te odio, te lloro, te desprecio, te aborezco, te entierro y te mato. Allá donde nadie los pueda encontrar quedan los desgarros de aquella noche. Hechos añicos, aplastados, derribados, comprimidos, eliminados, destruidos, aniquilados, averiados, deshechos, descompuestos y mutilados. Esta noche quiero decirte que aquella semana negra te liberé de culpa y que hoy, por suerte, mi felicidad no cabe dentro de ninguna caja ...
2. Brenda Germade
Ella era como la primavera que quería ser verano, él como el verano que se tornó en otoño. Como aquel que deja tras su paso el recuerdo del dulce calor, pero que anuncia solemne una fría incógnita. Creo que nos perdimos entre estaciones, sin que nos avisara siquiera una ligera ráfaga de viento. Creo que estábamos cegados por las flores y que el aviso de tormenta nos pilló soñando.
3. Rodrigo Robles Contreras
Antes del beso Antes del beso quedan las palabras y el sorbo de un vaso de vino. Antes de las caricias, falta una buena compañía para recordar que no bebemos solos. Antes de la primera mirada, abre bien los ojos, así podrán pasar tus emociones. Antes del beso queda el recuerdo de un mal trago.
4. María del Carmen Fortes López
¿HIPERSADE. Absténganse aquellos para los que el sexo no es arte... ya sea plástico, musical o gaseoso? ¿Recuerdas aquel proyecto que teníamos en la universidad? Queríamos abandonar nuestra misión restauradora como traductores, y ser super héroes. Poetas hipersádicos. Pero para ti era algo más. Una puerta perceptiva? la manera en la que estaba conformado el mundo según iba llegando a tus sentidos. Sin embargo, yo estaba tejido de destrucción. El inconmensurable Eros y el Thanatos explosivo. Si hubiéramos ardido un poco, sólo un poco más, el universo hubiese estallado. No tuvimos elección: el azar fue nuestra única opción. Nos conocimos protobacterianos, perdidos en el absurdo, hasta que, en una tarde de biblioteca, como si del mismísimo y celestial Infierno hubiese descendido, apareció JULIETTE. 967 páginas de terror. Y nos convertimos al Terrorismo. Nadie fue capaz de comprender qué estaba ocurriendo. ¿Y qué? Después de conocer a Juliette, nadie calmaría tu libido, ni nadie mis deseos de destrucción. Estuvimos a un polvo de inflamarnos. O quizás a un beso. (Te hubiese devorado si tu cerebro hubiese permanecido intacto.) Y tú, Juliette, y yo, formamos el ménage à trois más dulce de la historia. Jamás podría agradecerte lo suficiente tu abandono. Jamás, porque entonces habríamos seguido juntos, y ahora estaríamos muertos. El universo contigo era demasiado brillante. Imposible de soportar.
5. Adolfo Valenzuela Moyano
Conocí el desamor la mañana de junio en la que Ignacio me anunció que en septiembre no continuaría en el colegio porque se marchaba a otra ciudad con sus padres. Cuando regresé esa tarde a casa, me tumbé boca arriba sobre mi cama y descubrí por vez primera esa extrañeza paralizante que produce lo que irremediablemente se va a perder. Entonces no sonó Tom Waits porque los niños no sabíamos de su existencia, ni ansíe subirme a un viejo autobús que me llevase al desierto. Con los años he ido volviendo a esa habitación en la que ese chico se sintió desgraciado, a pesar de que el calor y los pantalones cortos hacían presagiar las vacaciones y el pan con Nocilla que merendaría en la playa. Las siguientes pérdidas ya estuvieron acompañadas por obsesivas canciones y versos de poetas con gonorrea, incapaces de ocupar el vacío dejado por el cuerpo al que quería seguir abrazando por las mañanas. Nada resulta balsámico cuando acabas ansiando hasta el mal aliento del otro en sus despertares y no te queda otra que asumir que sus pelos no volverán a bajar por las cañerías de tu bañera. No es bueno que estemos solos. El abandono hace enloquecer a las cabezas más serenas y la casa se vuelve tan pequeña que tienes que escapar en mitad de la madrugada por riesgo de asfixia. Buscas un amante con urgencia para evitar que las llamas acaben arrasando tu cabeza y el sexo callejero te recuerda que la luna sale también para los que continúan amando sin ser correspondidos. Adiviné antes el desamor que el enamoramiento. Pensé que ese sentido trágico de las cosas correspondía a los poetas y malditos que mecanografían con su vieja Olivetti, a seres que habitan en los arrabales del deseo, a hombres que descuelgan un teléfono rojo en mitad de la noche para advertir que morirán desangrados si no recuperan al que se acaba de marchar, a marineros capaces de enamorarse de un joven huido que busca refugio en la sordidez del puerto. Pero no estaba en lo cierto, porque todos hemos sido heridos de forma prematura en el amor. Los hombres que buscan el consuelo de otro cuerpo durante menos de diez minutos en recovecos infames, los incapaces de desvelar su nombre al amante furtivo, los que confiesan sus derrotas durante una noche para no regresar nunca más. Nadie quiere recordar el atroz descubrimiento de nuestra fragilidad, el vértigo que produjo saber que el infinito era otra mentira y los bruscos ladridos que asustan al corazón del desamparado cuando todo queda en silencio. Ninguno queremos asomarnos a esos abismos porque son maneras súbitas de volver a esa tarde en la que supiste que el desamor era cosa de niños, como las salamanquesas con las que intentábamos jugar y que nos fascinaron ese verano en el que las descubrimos absorbiendo insectos nocturnos.
6. Ana Isabel Morales Campoy
Esto es lo que nos queda, el silencio. Escúchalo. Es nuestro. Es tuyo. Eres tú. No hay más. No hay. No.
7. Carolina Vicente Pimpinela
A veces consigo armonizar objeto y reflejo. A veces. Quizá sea una mentira, una imagen proyectada, O quizá sea una reproducción casi perfecta de lo que otros han visto, como una vieja película en blanco y negro. En ella, tu papel se limita a una frase circunstancial, un simple actor secundario cuya acción no es trascendental en sí misma sino que permite transmitir con mayor exactitud la metamorfosis del objeto, su búsqueda de la autenticidad, de la verdad, que sólo será cierta para su propia existencia. A veces, en esa película, creo que soy yo misma, sin edulcorantes. Totalmente perecedera, pero única, sola, solamente yo, sin un tú o un él y aun así, unida de alguna forma a todo y a todos. Seguramente, más a ti o a otro, pero indefinidamente más libre, segura, única, y más fuerte.
8. Jesús Galeote Moreno
Un Bolero. Había escuchado mil veces aquello de que el desamor es un Bolero. Había comprendido mil veces que lo efímero también ataca a los sentimientos que creemos más fuertes. Pese a todo, el desamor siempre vuelve a sorprender como nuevo, como desconocido. El Bolero es quizás una canción que tenemos memorizada a través de los siglos, que no entiende de modas, que pasa de gramófonos a radios, a discos y a pequeños reproductores que caben en un bolsillo; el desamor sin embargo, no cabe en ningún tipo de soporte que podamos reproducir a cualquier hora. El desamor se olvida, se esfuma para volver sin previo aviso en forma de venganza cruel, sangrienta, blanca. Es blanco el día en que todo acaba, muy blanco y tan opaco que no admite transparencia alguna de motivos o razones. Ni siquiera es el blanco de una nube que anuncia lluvias, se asemeja más al blanco de un fundido que anuncia cambio de escena, pues es la lluvia prosperidad y no lo otro. Lo otro jamás ayuda a germinar semillas. Podría contaros cómo mi vida sufrió un fundido por última vez y así hacer de ello una crónica, pero mejor invito a reflexionar sobre los patrones que se repiten siempre y cada vez que un amor se apaga, se muere. En esa reflexión encontraréis los motivos, las razones o las sinrazones, pero jamás encontraréis la forma de evitarlo. Eso es el desamor, la muerte de un amor que creíamos afianzado en base a un autoengaño de fidelidad y eternidad. ¿Existen acaso conceptos menos definidos que esos? Pues no, no existen. Los Boleros son eternos, los amores en cambio apenas superan varios catorce de febrero. Mi último fundido a blanco ni siquiera llegó al primero. Así difícilmente cabe crónica alguna sobre él.
9. Julio Melgarejo
NO creo en el desamor.
Como no creo en tantas cosas.
En principio,porque estar enamorado significa sentir algo único,incomparable y tan profundo que deja marcada su presencia para siempre.
Y digo esto, de manera independiente a estar en pareja,convivir,estar felizmente casado, tener novia ó una relación circunstancial.
Delimitar el Amor a un período de tiempo,distancia,situación,ponerle fecha de caducidad ó nombre,es un error tan grande - para mí - como pretender que pueda explicar: Que es el Amor?
Tú puedes? Yo,no
Quizás - y solo para poder aportar mi testimonio en esta ocasión - pueda ser considerado un bohemio, lírico,enamoradizo,romántico y bla bla...y sí,lo soy!
El desamor puede ser, en todo caso, una pausa más ó menos extensa en un sentimiento hacia alguien puntual,pero no dejas de amar si has amado.
Aún desde el dolor, el olvido -si existe...-el resentimiento ó un mal recuerdo,si sigues recordando ese amor,seguramente ha sido lo suficientemente fuerte para que siga provocando sentimientos, diferentes,pero sentimientos al fin de cuentas.
NO creo en el desamor.
Como no creo en el olvido,el equilibrio,la incapacidad,los límites,la resignación,lo imposible y miles de situaciones cotidianas pero que en su suma, son nuestras vidas.
Finalmente, "defiendo mi descrédito hacia el desamor" preguntando:No crees en el Amor?
Si respondes que no crees,entonces deberíamos plantear el verdadero y auténtico valor de las cosas desde otra perspectiva,porque si no crees en el amor,al menos yo, no puedo explicarte su significado.
Solo tu puedes descubrirlo.
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