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El PP gana las elecciones en Andalucía, pero se queda lejos de la mayoría absoluta necesaria para gobernar

La izquierda resiste por el espectacular ascenso de IU que amortigua el nuevo revés del PSOE

Ramón Gorriarán

Lunes, 26 de marzo 2012, 14:47

El PP ha ganado las elecciones autonómicas en Andalucía por primera vez en su historia, pero no podrá gobernar porque se quedó a cinco escaños de la mayoría absoluta, condición inexcusable para instalarse en la Junta de Andalucía y desalojar de la misma a los socialistas después de 30 años de mandatos ininterrumpidos. El PSOE ha sufrido un nuevo revés aunque salva los muebles. Ha perdido nueve escaños y más de 600.000 votos respecto a las elecciones de hace cuatro años. Pero el espectacular avance de IU, que ha duplicado su número de escaños, hace que la izquierda esté en condiciones de mantener al socialista José Antonio Griñán en el Gobierno andaluz siempre que lleguen a un acuerdo.

Ha sido toda una sorpresa y así se admite anoche, aunque sea en voz baja, en los cuarteles generales de PP y PSOE. Los populares se veían ganadores y con mayoría absoluta, todas las encuestas así lo preveían. Lo que no entraba en sus cálculos era vencer y no gobernar. Los resultados de Javier Arenas, pese al triunfo, no han sido buenos. Ha obtenido casi 200.000 votos menos que hace cuatro años, y cerca de medio millón menos que en las elecciones generales. Los populares han logrado 50 de los 109 escaños del Parlamento andaluz, tres más que en 2008, aunque muy lejos de las expectativas creadas por ellos mismos.

Sorpresa

Arenas no ha conseguido capitalizar el viento a favor generado con la contundente victoria de Rajoy. Es más, ha retrocedido respecto a los resultados que obtuvieron los populares en las generales, cuando cosecharon casi dos millones de papeletas en Andalucía y aventajaron a los socialistas en nueve puntos y ocho diputados nacionales. Una ventaja que se ha difuminado en cuatro meses. El PP apenas se ha distanciado en 40.000 votos de los socialistas, su margen porcentual se ha reducido o a un punto y la diferencia de escaños se queda en tres. «Han bastado cien días de Gobierno de Rajoy», sentenció la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano.

El electorado, sin duda, ha pasado factura a los recortes del gasto público y la subida de impuestos que aprobó el Gobierno el 30 de diciembre, así como a la reforma del mercado laboral de enero. Ha dado además un voto de castigo preventivo al PP ante el gran ajuste que se avecina con los Presupuestos que se aprobarán el próximo viernes. El PSOE además ha logrado hacer de las autonómicas andaluzas una especie de plebiscito nacional sobre la omnipresencia territorial de los populares, ya que si gobernaban en Andalucía controlarían 13 de las 17 autonomías. «Hay que frenar a la derecha», han repetido sin desmayo en los mítines socialistas durante la campaña.

Abstención

El PP, además, ha resultado ser el gran perjudicado por la notable abstención. La participación apenas ha superado el 62%, la segunda más baja en la historia de las autonómicas, andaluzas, sólo superada por el 54% registrado en los comicios de 1990, en los que como ahora no se celebraron a la vez elecciones legislativas nacionales.

Este cúmulo de elementos negativos ha desmbocado en la victoria inútil de Arenas, con más sabor a derrota que a éxito, y que ha roto la marcha triunfal que inició el PP en las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo, corroborada en las generales del 20 de noviembre.

El PSOE ha respirado aliviado tanto en Madrid como en Sevilla. «Hemos resistido», se comentaba con alborozo en la sede federal de la calle de Ferraz, donde nadie daba un euro por José Antonio Griñán al comienzo del escrutinio. Los números de los socialistas, sin embargo, no son buenos. Han perdido más de 600.000 votos y nueve puntos respecto a las autonómicas de 2008 y más de 50.000 papeletas en relación a la gran debacle de las últimas generales. Tienen además nueve diputados menos en el Parlamento autonómico.

Con todo, el PSOE está convencido de que ha salvado los muebles y se ha producido un punto de inflexión en la tendencia declinante iniciada en mayo pasado. Alfredo Pérez Rubalcaba, que también se jugaba mucho en el envite, sale fortalecido de su primera cita electoral como secretario general pues el PSOE podrá gobernar tanto en Andalucía como en Asturias. Los socialistas consideran que el frenazo a su caída es un aldabonazo, aunque también aceptan que es más demérito gubernamental por sus políticas de ajuste que mérito propio.

Donde se frotan las manos es en Izquierda Unida. Han duplicado de seis a doce sus diputados en Andalucía, han ganado más de 100.000 votos en relación a 2008 y casi 80.000 más que en las generales. Pero sobre todo es la fuerza determinante para que gobiernen los socialistas. La dirección de IU tomará este lunes una decisión sobre su política de alianza, pero fuentes de la coalición anticiparon antes de los comicios que no habrá una salida a 'a la extremeña', donde IU apoyó el Gobierno del PP después de las últimas autonómicas.

Los 12 diputados de la coalición respaldarán la investidura del socialista Griñán, pero no será gratis y exigirán una política firme ante los planteamientos neoliberales en lo económico y reaccionario en lo político y social que atribuyen al Gobierno de Rajoy. Una alternativa que no será fácil de fraguar en tiempos de crisis y de recortes del gasto.

Unión, Progreso y Democracia, con el 3,35% de los votos, ha demostrado que fuera de la Comunidad de Madrid su presencia es muy limitada. No ha conseguido ningún escaño y retrocede 80.000 votos en relación a las elecciones generales de hace solo cinco meses. Tampoco el PA obtiene representación parlamentaria y se queda en el 2,50 % de los votos.

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