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PILAR R. QUIRÓS prquiros@diariosur.es
Lunes, 28 de diciembre 2009, 14:05
Los alumnos que entran en los cursos de PCPI (programas de cualificación profesional inicial) ya han dado varias vueltas por el sistema educativo, y todos son rebotados de la Secundaria, que ninguno de ellos ha conseguido finalizar. Los PCPI son la última oportunidad de obtener algún tipo de formación antes de salir al mercado laboral, y también el último o el penúltimo resquicio de esperanza de que obtengan el graduado en ESO, una herramienta básica para encontrar trabajo.
«Si no tienes el graduado no te contrata ni Dios». Así se expresa Vicente Pérez, un joven de 20 años, que este año ha recalado en uno de estos cursos en el Centro Santa Madre Sacramento (Las Adoratrices) de la capital. Él es uno de los 2.483 alumnos que la Consejería de Educación ha rescatado tras su fracaso incesante en Secundaria. Son sólo la pequeña punta de un gran iceberg que ha tirado la toalla. La cifra del fracaso escolar en la Secundaria en Andalucía es alarmante: un 30% no consigue el graduado. Así que haciendo una extrapolación a los datos reales de los adolescentes matriculados desde los 12 hasta los 16 años, la cruda realidad es que casi 20.000 no conseguirán el ansiado título. Pero, los PCPI son, según explican muchos educadores, la luz al final del túnel. Es decir, un nuevo gancho para acoger a los que ya no se sienten con ganas de volver a la Secundaria, pero sí quieren seguir aprendiendo y obtener, además, su título de graduado.
Pero, ¿cómo? Los PCPI se pusieron en marcha el pasado curso académico y consisten, grosso modo, en una especie de formación profesional o formación en un oficio en el primer curso y la obtención del graduado en Secundaria si se opta a realizar un segundo curso, que es voluntario. De esta forma, los jóvenes salen de la espiral del fracaso y optan por un curso de auxiliares de carpintería, de gestión administrativa, de instalaciones electrotécnicas, de peluquería, de reparación del calzado, de jardinería o de servicios de restauración, entre otros. La opción de aprender una profesión les motiva, sobre todo este año en el que la crisis aprieta todos los sectores laborales y deja fuera a todos los trabajadores que no estén formados.
Olaia Macías (17 años) es junto a sus compañeros Vicente Pérez (20 años), Federico Rebolledo (18 años) y Adrián Ruiz (16 años) uno de los pocos alumnos que no consiguieron acabar la Secundaria y que ha vuelto al sistema educativo. «Dejé de ir a clase y me levantaba a la una de la tarde», dice la joven con toda sinceridad. Olaia estudia ahora el PCPI de Informática en Las Adoratrices junto a su novio Vicente Pérez. Ambos eran repetidores, y este primer trimestre no sólo no van aprobar todo sino que encima obtendrán algunos sobresalientes. A los dos se les ilumina la cara. Pero, no sólo eso. En este centro han conseguido incentivarles tanto que Olaila piensa seguir en el grado medio de Enfermería y Vicente estudiará las oposiciones para Policía. De hecho, guarda las pagas que recibe por orfandad para pagarse la academia en la que le prepararán para los exámenes. En sólo un trimestre les ha cambiado las vidas como a Federico y a Adrián, que estudian auxiliar administrativo y quieren seguir en la senda con un grado medio en esta especialidad.
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