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RAFAEL CORTÉS jrcortes@diariosur.es
Miércoles, 9 de diciembre 2009, 02:58
Cuando a un niño de ocho años se le regala un saxofón, lo normal es que este instrumento se convierta en una pesadilla para la familia, amigos y sus seres más cercanos. El caso de Ernesto Aurignac fue muy diferente, ya que este obsequio lo que hizo fue afianzar aún más la pasión de este malagueño por la música. Y es que desde que nació respiró la pasión por el jazz en el seno familiar. Además, con cuatro años ya se paseaba por el Ateneo de Música de Málaga, «donde jugaba y saltaba con la música, cantaba y tocaba instrumentos percusivos, al tiempo que educaba mi oído inconscientemente a través de la música», tal y como recuerda el propio artista. Ya hace algunos años de todo esto y Aurignac se prepara para grabar, el 27 de diciembre, un disco a dúo con el reputado pianista Chano Domínguez. Además, en 2010 se incorpora a las representaciones de la obra multidisciplinar 'Flamenco Hoy', dirigida por Carlos Saura.
El concierto del saxofonista malagueño y el pianista gaditano servirá para abrir el festival de jazz de la ciudad catalana de Tortosa y se registrará para su posterior edición en CD. «Va a ser un disco muy especial, pocas veces se graba un disco de jazz en vivo y el directo siempre es más mágico que una grabación en estudio, con cabinas y cascos para cada músico -señala Aurignac-. Chano y yo estamos trabajando y escribiendo temas propios para la ocasión y arreglando 'standards' de jazz para lo que será un concierto dinámico, donde esperamos hacer disfrutar muchísimo al público asistente».
En todos los formatos
Esta es la última aventura de un músico que ha tocado en todos los formatos jazzísticos posibles, que a los 18 se licenció en el Conservatorio Superior de Música de Málaga, que estudió jazz y música moderna en Barcelona, donde residió durante 9 años, que luego se trasladó a Madrid y que ha trabajado con artistas como Perico Sambeat, Albert Sanz, David Mengual, Antonio Rey, Roger Mas, Bobby Martínez, Jesús Santandreu, Jaume Llombart, Deejay Foster, André Sumelius, Gerardo Núñez, Marc Miralta, Javier Colina, Toni Belenguer y Antonio Mesa, entre otros.
Aurignac insiste en que la «culpa» de su afición por el jazz la tiene su padre. «En casa tenía discos de jazz a mano y poco a poco fui aficionándome», rememora el saxofonista. «Recuerdo que de pequeño me llevaba al colegio el walkman con cintas de jazz que escuchaba en los recreos. Estaba loco por el jazz, mis libretas de cuando estudiaba en la EGB están repletas de anotaciones de discos de jazz, listas de músicos separados por instrumentos, dibujos y demás temas asociados a esta música. Era un tipo rarito en relación a mi círculo de compañeros músicos y amigos, pero era el sonido que me emocionaba, me hacía despertar un montón de sensaciones increíbles que con otras músicas no lograba. Cuando pensaba en mi novia o le escribía alguna carta de amor -añade- de fondo ponía alguna balada de John Coltrane o de Chet Baker, cuando llegaba contento y activo a casa me ponía algún tema frenético de Paquito D'Rivera o algún blues endemoniado de Charlie Parker...».
De su relación con Chano Domínguez recuerda que habían coincidido en algunos festivales de jazz donde cada uno tocaba con su grupo y en algunas 'jam sessions', pero no se conocieron «hasta que me llamó para tocar en el nuevo proyecto del cineasta Carlos Saura 'Flamenco hoy'», donde Chano es el director musical. «Chano es quizás el músico de jazz más conocido de nuestro país fuera de nuestras fronteras, ¡acaba de grabar un disco con Wynton Marsallis! Es un músico que admiro de una forma brutal desde pequeño y que ahora además admiro humanamente pues es alguien muy especial, es un auténtico maestro, un sabio de la naturaleza», indica.
Aurignac está convencido de que para tocar jazz y para improvisar no basta con estudiar ocho horas al día un instrumento en casa ni es suficiente transcribir setecientos solos de Charlie Parker. «Para crecer como músico de jazz tienes que estar continuamente en contacto con otros artistas y hacer todos los días sesiones, ir a ver conciertos...»
Además, el saxofonista malagueño reivindica más apoyo institucional para la promoción del jazz. «En Cádiz y en Granada es quizás donde hay más actividad y más opción para tocar con otros músicos. Pero aún está todo muy vacío de opciones. Esperemos que lo que se está sembrando dé sus frutos en el futuro y no sea tan necesario emigrar de Andalucía para formarse bien», reclama.
Sin embargo, el músico estima que el jazz vive «un momento muy dulce» en España, ya que hay cantidad de músicos brutales repartidos por todo el país, que están sobre todo en ciudades donde apuestan más desde hace tiempo por la enseñanza de este género como en Barcelona, San Sebastián, Madrid o Valencia.
Vivir de la música
De todas formas, reconoce que vivir sólo de tocar y hacer conciertos «es difícil, por lo que hay que recurrir normalmente a compaginarlo con dar clases en alguna escuela. Esperemos que en un futuro se valore más desde arriba al jazz en España, que sin duda alguna es la música del siglo XX». A la hora de citar a los artistas nacionales más destacados, Aurignac no lo duda y se queda con Chano Domínguez y el saxofonista Perico Sambeat, «otro gran maestro e influencia para mí».
En el plano internacional, el artista reconoce que hay «muchísimos artistas y genios espectaculares», de entre los que destaca al trompetista Wynton Marsalis y al pianista Brad Mehldau, que en su opinión «son en el presente historia del jazz y de la música».
En cuanto a las nuevas tecnologías, considera que más que Internet los que hacen daño a la música son los que crean los programas informáticos que favorecen las descargas. «La opción de poder oír lo que quieras a través de este medio es una oportunidad increíble, pero como un disco físico con su portada, contraportada, ilustraciones y textos no hay nada», sentencia.
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