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REGINA SOTORRÍO
Sábado, 10 de octubre 2009, 03:38
El cortejo fúnebre toma la calle Echegaray. No le falta detalle. La corona de flores, el cura, el repique del tambor -de ese que llevan todos los niños en Semana Santa- y, por supuesto, una veintena de plañideras. «¡Qué va a ser de nosotras!», gritan entre sollozos y ante el asombro de decenas de personas que contemplan la escena. «¿De qué va esto?», «¿pero la función no es dentro del teatro?», empiezan a preguntarse. Las esquelas que reparten las afectadas viudas sacan de dudas al atónito viandante. El fallecido no es otro que el Cine Albéniz -1945-2009, para más señas-, cerrado desde marzo tras ser adquirido por el Ayuntamiento para su rehabilitación como espacio cultural. Las obras, sin embargo, aún no han empezado. «Esta irreparable pérdida deja a nuestra ciudad huérfana de cine independiente en versión original», reza la nota.
La parodia que ayer revolucionó la entrada del Teatro Echegaray, justo en la noche de su reinauguración para el público, responde a una iniciativa del Foro Malagueño por la Cinemateca, con la colaboración de la compañía Teatro Bajotierra. El colectivo ciudadano, formado de manera espontánea tras el cierre del último cine del centro de Málaga, reivindica nuevos espacios dedicados a las cintas alternativas en el casco histórico después de que hayan desaparecido las pantallas del Victoria, el Astoria y el Albéniz, sede de la Cinemateca Municipal hasta principios de 2008.
Por ello, y hasta que se restaure el edificio de calle Alcazabilla, solicitan «que la Cinemateca resucite en el Echegaray». Piden que los días sin función, la nueva sala pueda dedicarse a las proyecciones. De lo contrario, gimen las plañideras, «¡nos vamos a quedar viudas de la cultura!».
El público se suma
No dejaban a nadie indiferente. Entre desmayos y llantos, invitaban al asombrado espectador -muchos, con la entrada en la mano para el Echegaray- a sumarse al entierro. Lo hacían colocando su rostro en el lugar que debería ocupar la actriz Ingrid Bergman en un cartel de la película 'Casablanca', emblema del cine. En ese momento, los lloros cobraban intensidad. «¡Otra gran actriz que se nos va!», repetían.
«Me parece fenomenal que se proteste con este ingenio», decía Pilar Torrecilla, quien recordó «con cariño» sus pases en el Echegaray hace más de 40 años. Pero no es cuestión de edad. «Se ha perdido el encanto de ir al cine y tomarte después unas cañas en el centro. Ahora cuando sales de la sala sólo ves luces de neón», lamentaba Raquel Rodríguez. Otros muchos no sabían de qué iba la historia y se limitaban a sacar de el móvil de su funda para inmortalizar el extraño momento.
Quien sí supo de qué se trataba era el delegado municipal de Cultura, Miguel Briones, a quien el número le sorprendió cuando se dirigía al Echegaray. Briones calmó a las destrozadas viudas y les aseguró que la intención del Ayuntamiento es reabrir el Albéniz para el próximo Festival de Málaga, con Cinemateca incluida. El anuncio no pareció convencerlas y ellas continuaron llevando su pena por las calles del centro hasta la puerta del mismísimo difunto. Descanse en paz.
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