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ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
Viernes, 18 de septiembre 2009, 11:44
Italia volvió a recordar ayer de forma traumática que sus tropas combaten en Afganistán con un brutal atentado de un coche-bomba contra un convoy de la OTAN en el que murieron seis soldados transalpinos y al menos quince civiles afganos. Probablemente fue dirigido por un conductor suicida -y así lo reivindicaron los talibanes-, pero el ministro de Defensa de Roma, Ignazio La Russa, no descartó que el artefacto fuera activado a distancia. La cantidad de explosivo era enorme -150 kilogramos, según La Russa-, tanto que se cree que quizá su objetivo real era una Embajada. Por esa razón el número de heridos fue muy alto, cuatro militares y cuarenta personas más.
El ataque se produjo en la carretera del aeropuerto al centro de la ciudad, antes de la 'zona verde', donde se hallan los controles para acceder a la legación de EE UU y el cuartel del Isaf (Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad). La deflagración se produjo entre dos blindados Lince, que quedaron reventados, cuando realizaban su servicio habitual de escolta. Estos vehículos, de la marca Iveco (de fabricación trasalpina), están considerados entre los más seguros de su categoría y ya han salvado a las tropas de otros ataques, pero nada pueden hacer ante una carga como la utilizada ayer.
El atentado eleva a 1.403 los muertos entre las tropas de la OTAN en Afganistán desde 2001. De ellos, 21 son italianos, país que se incorporó a la misión en 2004. Para Roma es la peor pérdida desde el ataque a la base iraquí de Nassiriya en 2003, donde murieron 19 de sus militares. El ataque se produjo al mediodía, a las 9.40 horas italiana en Italia, y la conmoción fue instantánea, con las fotos y las historias personales de los fallecidos en todas las televisiones.
Recién llegados
Algunos acababan de llegar a Kabul para reincorporarse a su puesto y los habían recogido en el aeropuerto. Todas las víctimas, de entre 26 y 37 años, eran del regimiento paracaidista 186 con base en Siena, ciudad que ayer se visitó de luto. Los cuerpos pueden llegar a casa hoy o mañana. El dolor pareció suspender incluso la animosidad del debate político, pues en una extraña decisión se aplazó la gran manifestación de mañana en Roma contra Berlusconi en defensa de la libertad de prensa.
Lo siguiente, como ocurrió en Alemania a principios de mes con el bombardeo de Kunduz que causó muertes civiles, fue el debate inevitable sobre si las tropas deben seguir allí o no. Surgieron las primeras opiniones críticas de la oposición pero, por sorpresa, se armó una gran confusión en el propio Gobierno, pues Umberto Bossi, de la Liga Norte, dijo en uno de sus prontos que esperaba un regreso de los soldados en Navidad. El titular de Defensa replicó que eso era «incomprensible». Pero también Berlusconi, desde Bruselas, mostró luego su «convencimiento» de que se debe «traer a casa a los chicos cuanto antes», aunque aclaró que no hay fechas y eso debe decidirse con los aliados. De modo que el atentado ha reabierto la cuestión. Hay elecciones regionales en marzo.
Otra discusión sobre la mesa es la inseguridad e inestabilidad creciente en Afganistán. El atentado muestra una vez más que ni siquiera Kabul está bajo control y que los talibanes golpean cuando se lo proponen, pese a la presencia de 100.000 soldados extranjeros. El último atentado suicida fue el pasado día 8 y causó la muerte de tres civiles en la entrada a la base aérea de la OTAN. Las semanas previas a las elecciones del 20 de agosto fueron una escalada de violencia que ya no cesa.
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