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TEXTO: ANTONIO ROCHE
Viernes, 21 de agosto 2009, 14:46
El festejo de ayer tuvo todos los elementos para que los aficionados puedan decir que han visto una gran corrida de toros. Hubo de todo: toros mansos, uno encastado con clase, otro peligrosísimo que metió a dos toreros en la enfermería, valentía, arte, decisión, maestría, emoción, tensión, intensidad, gloria y... tragedia. Así es la fiesta. Y todo ello con la plaza hasta la bandera -tres horas duraron las entradas en las taquillas hace quince días cuando se pusieron a la venta-.
La gente salió de la plaza pasadas las diez de la noche con la sensación de haber vivido en La Malagueta una tarde histórica, focalizada en la figura de José Tomás. Pero hubo más, bastante más. Todo empieza desde que se seleccionan los toros de El Pilar. Es una ganadería que gusta al de Galapagar, aunque útimamente no está colaborando a sus éxitos. El torero fue el primer interesado en que viniera a Málaga una corrida de presentación que estuviera un punto por encima de lo admisible, y así salieron por chiqueros toros de impecable presencia y respetables pitones. Ni siquiera en eso se alivia Tomás. Por eso es el número uno.
El primero, justito de fuerzas, manseó desde el capote. Manolo Sánchez -que sustituía a El Fundi- lo llevó con mucha suavidad. La faena, que no fue brillante por las condiciones del astado, tuvo mucho temple y se vieron muletazos aislados de sabor cuando bajó las manos. El toro no humilló ni siquiera en la suerte suprema, y el de Valladolid pinchó y dejó una estocada. Dio tiempo a que sonara un aviso, aunque no fue óbice para que le tributaran una fuerte ovación que el torero agradeció desde el tercio.
José Tomás veroniqueó muy bien al segundo del encierro, en el que falló en dos ocasiones el picador Vicente González con la puya. La plaza guardó silencio sepulcral cuando el diestro sacó del tercio al de El Pilar con una serie rematada con un precioso trincherazo. El burel no tenía calidad alguna y miraba las tablas cada vez que salía de cada pase.
El diestro desengañó al toro con una labor de conocimiento y firmeza que el público ovacionó puesto de pie cuando concluyó la faena y cuando la cerró con manoletinas. Entró a matar de un pinchazo sin soltar y estocada, y los tendidos, mayoritariamente, pidieron la oreja, que el presidente, en esta ocasión Ildefonso Dell'Olmo, concedió. Cuando dio la vuelta con el apéndice en la mano, la banda de música de los colegios Miraflores y Gibraljaire le tocó el 'Cumpleaños feliz' porque hacía ayer 34 años que Tomás nació para gloria del toreo.
Cogida grave
Y salió el tercero, el regalito de 'Dulcero' que podría haberse quedado en el obrador. Con el capote se venció por el pitón izquierdo y Luis Bolívar salió algo apurado del trance. Fue el primer aviso. Lidiaba al inicio del tercio de banderillas Gustavo García, y el avieso burel le prendió por el mismo lado y le dio la cornada en el aire. El pitón le perforó la bolsa escrotal y le echó para fuera los testículos. Se fue por su propio pie a la enfermería.
'Dulcero' se quedó hecho el amo de la plaza. Con ese peligro evidente clavó banderillas con arte y valor Domingo Navarro asomándose al balcón. A Bolívar le quedaba una papeleta difícil que resolver. Empezó con la derecha y cuando dio el trincherazo -es por el pitón izquierdo- el toro le volvió a avisar. En los tendidos se veía el peligro del astado.
El colombiano estuvo muy valiente y con la mano derecha consiguió meterlo en la muleta con pases largos que transmitían. El torero se confió. Creyó que el toro estaba metido en la canasta, y cometió la imprudencia de echarse la muleta en la mano izquierda en un intento de agradar y cortar los máximos trofeos. 'Dulcero' se tragó los dos primeros pases, pero al tercero le asestó al diestro la puñalada que venía persiguiendo. Enseguida se vio cómo Bolívar sangraba y se lo llevaron en volandas a la enfermería. Fue una grave cogida.
Se corrió el turno
A Manolo Sánchez le quedaba esa patata caliente y peligrosa. El toro no tenía un pase y buscaba coger a los toreros que se pusieran delante. El de Valladolid lo mandó al desolladero de un pinchazo, un bajonazo, otro pinchazo, una media, un metisaca y una estocada. Pedro José Calvo, banderillero de la cuadrilla de Luis Bolívar, recogió desde los medios la ovación dedicada al torero herido.
El turno se corrió y José Tomás se enfrentó al cuarto con suaves verónicas. En los capotes, el burel se venció dos veces por el pitón derecho. Pero Tomás le puso la muleta, se la dejó en la cara y no le dio tiempo a que el de El Pilar pensara. De esta forma ligó y empezó a calentar el ambiente. Había cierto escepticismo, pero un marrajo en las manos del maestro de Galapagar todo es posible. Y fue posible. Porque el toro, sin darse cuenta, estaba en el centro del anillo y allí le dijo Tomás que quien mandaba era él. Faena de firmeza, de ligazón con ambas manos, de riesgo, pero, sobre todo, de maestría. El público así lo comprendió y se rindió, como hizo el toro, a la torería de este diestro afincado en Estepona. Cuanta verdad hay en su toreo. Mató de estocada y tras esperar Dell'Olmo prudentemente sacó los dos pañuelos al mismo tiempo para concederle las dos orejas.
Con el run-run en la plaza por lo realizado por José Tomás, salió el quinto. Todo un 'tío' de más de cinco años. Había estado de sobrero en Las Ventas y tenía leños para hacer una hoguera. 'Dudanado' empujó y se empleó en el caballo de Pedro Iturralde. Mal Raúl Gómez en banderillas.
Manolo Sánchez le vio posibilidades porque salió decidido brindárselo al público. Tras un inicio de faena muy torera, el vallisoletano fue haciendo las cosas con gusto y temple, cruzándose, y bajando la mano, y la faena fue subiendo en temperatura. El toro tenía casta y clase. Quizás le sobró a Sánchez ese pseudoarrimón final; innecesario. De una estocada tendida y trasera y un golpe de verduguillo acabó con el toro. Se llevó una oreja.
El capote de Tomás
El último de la tarde le correspondió a José Tomás -toreó y mató ayer tres toros- por la cogida de Bolívar. Qué preciosidad verlo lancear con la rodilla en tierra, desde el tercio hasta el centro del anillo. Estaba a gusto con el capote porque en su quite volvió a hacerlo por verónicas magníficas, al igual que le media. Se volvió a lucir en banderillas Domingo Navarro y José Tomás brindó a un público entregado.
El toro embestía con la cara alta y con la izquierda se quedaba en mitad del viaje. El diestro aplicó la lidia más adecuada, llena de torería, pero más corta porque 'Bastadito' se rajó muy pronto. El pinchazo fue aplaudido y luego dejó una estocada para que la plaza le tributara una fuerte ovación que él correspondió desde el tercio. Se negó a salir por la puerta grande por encontrarse herido el compañero. Todo un gesto.
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