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A. SALAZAR
Sábado, 8 de agosto 2009, 12:48
Llega fin de mes y la nevera está vacía. Por mucho que intenta ajustar el presupuesto y estirar el dinero, Inmaculada lleva meses con dificultades para comprar lo más básico. La prestación por desempleo que le ha quedado le llega justa para alimentar a sus tres hijos. Y, para colmo, cuando entra en el supermercado todo es abundancia, colores llamativos y ofertas que invitan al consumo. Los niños no entienden de estrecheces y le piden golosinas, chocolate, refrescos... Inmaculada confiesa que en alguna ocasión se ha sentido tentada de meter algo en el bolso para no pagarlo. «No me siento orgullosa y al final me ha podido el miedo, pero no puedo decir que no lo haya pensado», dice. Aunque no todos se echan para atrás.
La crisis ha disparado el hurto en supermercados y grandes superficies de alimentación, que han empezado a blindarse para luchar contra lo que en el sector se denomina «pérdidas desconocidas». Así lo confirman desde Checkpoint, el proveedor de soluciones para la gestión de este tipo de pérdidas en grandes cadenas de supermercados como Carrefour o El Corte Inglés.
Esta empresa cifra en un 15% el incremento de las ventas de sistemas de seguridad a sus clientes sólo en lo que va de año. Si desde hace tiempo las superficies tienen bajo llave productos como las bebidas alcohólicas, la medida se está extendiendo a otros elementos más cotidianos como las cuchillas de afeitar, desodorantes e incluso latas de conserva.
Más inversión en sistemas
Las cadenas que no los tenían se han visto obligadas a instalar ahora sistemas de videovigilancia e incluso a contratar guardas jurados en los barrios más conflictivos. La empresa Maskom es un ejemplo. «Hasta ahora trabajábamos con alarmas, pero tenemos que incrementar la seguridad porque los hurtos no han dejado de crecer», indica un responsable de la empresa. Por ahora, van a instalar cámaras y también contratarán vigilantes en la puerta. «Es un gran coste añadido, pero esperamos que sirva para intimidar a los ladrones y recuperemos la inversión al no tener tantas pérdidas», dice.
La Confederación Española de Policía (CEP) apunta a un aumento del hurto del 25% en los seis primeros meses del año. Según Juan Carlos Gil, secretario provincial de la CEP, los robos específicos en supermercados y grandes superficies se han duplicado en Málaga a consecuencia de la crisis.
Para Gil, hay dos tipos de personas que cometen estos hurtos: los delincuentes comunes y las personas normales, como un padre de familia que roba porque no puede pagar algo. «Los primeros suelen robar alcohol o perfumes que luego revenden a terceros, pero los segundos sustraen artículos para consumo propio», indica. Esta tipología apenas se daba hace un año. Ahora, supone un 20% del total de los que se producen en los establecimientos de alimentación.
Estos porcentajes demuestran que la situación económica también ha modificado el perfil de los delincuentes. Muchos de estos ladrones no están fichados por la policía, son personas normales que delinquen por primera vez. Pero no se puede decir que se trate de hurtos famélicos, es decir, robar por hambre o necesidad real.
¿Famélicos o caprichosos?
«No roban arroz o macarrones, sino lonchas de lomo ibérico», indica el responsable de la cadena Maskom. Fuentes de la Policía Nacional coinciden en que los hurtos en supermercados para consumo propio tampoco pueden llamarse famélicos. «Se trata de productos de lujo que el consumidor ya no puede pagar pero de los que no quieren prescindir. No hay nadie que robe por hambre en España», añaden.
Mariví Romero, concejala de Bienestar Social del Ayuntamiento de Málaga, recuerda que las personas que realmente tengan necesidad porque han perdido su empleo debido a la crisis tienen una red de apoyo. «Estamos dando unos cheques para alimentación, pero claro, no son para cubrir caprichos, sino para arroz, leche, pañales...», indica. Romero señala que el verdadero drama es que muchas familias han vivido en épocas de bonanza por encima de sus posibilidades y ahora les cuesta llevar una vida más austera, aunque tengan la cuenta en números rojos.
Otra opción es pedir ayuda a las ONG. Bancosol repartió en 2008 tres millones de kilos de alimentos entre las asociaciones que ayudan a familias con problemas, una cifra que esperan superar este año.
Junto a los nuevos ladrones que roban para consumo propio están los delincuentes comunes, que conocen a la perfección los límites del Código Penal. El 80% de los hurtos que se cometen son faltas y el 20%, delitos. La diferencia radica en la cuantía del robo. Si lo que se roba está por debajo de los 400 euros no hay violencia y no pillan a la misma persona más de tres veces en un mes, la policía no puede detener al caco y queda impune.
Ladrones a la carta
La CEP descarta que en la provincia existan redes organizadas que se dediquen al hurto en supermercados para su reventa en grandes dimensiones, pero sospechan que en algunos barrios más desfavorecidos los ladrones habituales tienen clientes fijos y roban con la lista de la compra hecha por las amas de casa.
Fuentes de Maskom corroboran esta teoría. «Lo de la necesidad es una excusa, lo cierto es que hay mucha gente que se aprovecha y hace negocio», indica un responsable.
Susana Velasco, del Comité de Pérdida Desconocida de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc), alerta de que lo que la gente no comprende es que los gastos que ocasiona la pérdida desconocida repercuten luego en el precio de los productos. «Es decir, que al final acabamos pagando todos», apostilla.
Según esta experta, las pérdidas que sufren las empresas por estos robos ronda el 1% de su facturación, unos 1.200 millones de euros al año.
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