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José Manuel Cabra de Luna posa en su taller, instalado justo debajo de su domicilio.
José Manuel Cabra de Luna: «Cada día me gusta más el arte y menos los artistas»
CULTURA

José Manuel Cabra de Luna: «Cada día me gusta más el arte y menos los artistas»

Creador plástico, poeta, coleccionista de grabados, experto en Derecho Mercantil y mente inquieta, responde a las inquinas de los despachos y los museos con la serenidad de un monje zen

TEXTO: A. J. LÓPEZ

Miércoles, 15 de julio 2009, 04:03

AUNQUE aparezca serio en la foto de arriba, José Manuel Cabra de Luna lleva siempre la sonrisa puesta. Una amabilidad contagiosa y poco común en sus dos ámbitos vitales: el Derecho Mercantil y el arte contemporáneo. Acaba de cumplir 60 años, empezó como poeta, dirige un despacho de abogados, le gana horas al sueño para pintar y una página de periódico no alcanza para volcar todas sus reflexiones.

¿Cómo le presento, como artista abogado o como abogado artista?

Eso nunca lo he sabido. Como estamos en una sociedad tan competitiva, los abogados intentan expulsarme del limbo de los justos y me dicen que soy artista y los artistas me dicen que soy abogado... En realidad todo eso me hace bastante gracia. Creo que la condición de artista se tiene o no se tiene, sin duda. He dedicado mucho tiempo, quizá demasiado, a mi profesión, porque he intentado vivir con una profesión y con un oficio.

¿Tuvo claro desde pequeño que sería las dos cosas?

Pertenezco a una familia de clase media y siempre he sido totalmente independiente. Fui un niño muy creativo, pero también muy solitario y esa soledad me ha permitido liberar mi imaginación. Luego no me decidí a dedicarme sólo al arte, posiblemente, porque me eché novia muy pronto, creé una familia. No vi el momento para dar el salto y dejar mi profesión.

¿Y le cuesta cambiar el chip del taller al despacho?

A veces, sí. La carrera de Derecho es muy complicada de vivir y más en el ambiente actual, con la agresividad de esta sociedad tan economicista.

¿Se puede ser abogado sin ser agresivo?

Estoy convencido de que sí. Yo lo hago. En el despacho tengo un índice de acuerdos muy, muy elevado, pero a costa de unos sudores tremendos, porque todo lleva a lo contrario. Tienes que mostrar tu dureza, pero mantener siempre la mano abierta. A uno no lo buscan para que haga bien un pleito, a uno lo buscan para solucionar un problema.

¿Y se puede ser artista sin ser agresivo?

¡Eso sí que es difícil! Posiblemente sea más difícil que lo otro. Pero, para mí, el arte es una manifestación espiritual. Aunque el mundo del arte es otro asunto... A mí, cada día me gusta más el arte y menos los artistas. Se ha dado el caso, por ejemplo, de invitarme a cenar con algunos artistas y casi siempre digo que no, porque me gustan mucho sus cuadros o sus libros y prefiero no conocerlos. Cuando un artista es serio consigo mismo, creo que irradia espiritualidad; sin embargo, el mundo del arte está excesivamente mercantilizado.

Pero usted también es coleccionista de arte.

Sí, claro... Bueno, soy coleccionista de estampas, no soy Thyssen. Pero es que, además, el arte siempre ha sido caro, porque tiene que serlo. Lo que no me gusta es cuando me preguntan '¿Crees que este cuadro es una buena inversión?'. Siempre digo lo mismo: 'Elige lo que te digan tus ojos, pero edúcate la mirada'. Uno tiene que rodearse de lo que le gusta, pero tiene que prepararse para que le guste lo bueno. Eso es cuestión de estudiar y leer y eso nos falta muchas veces. Lo que estamos pasando no es una crisis económica, es una crisis de valores. Es una barbaridad decir que alguien es tonto si a los 35 años no se ha hecho rico.

¿Ve más delitos en las galerías que en los juzgados?

Creo que el mundo del arte está muy envilecido. Ha habido una apetencia de dinero excesiva. Yo creo en la contención. No soy ningún 'tieso', tampoco millonario, pero por encima de todo siempre he querido ser independiente.

¿Y le ha pasado factura ese deseo de independencia?

¡Una factura enorme! En términos económicos y vitales. Pero he sido siempre así.

¿No le han sabido entender?

Pues no lo sé. La razón por la que siempre quise ser abogado es porque pensé que no tendría jefe. Creí que con una mesa, una máquina de escribir y una silla sería capaz de vivir y con el arte, tres cuartos de lo mismo.

¿Y no es más cómodo cobijarse en un grupo artístico?

Eso seguro. Pero nunca he pertenecido a ninguna organización. No he pertenecido a ninguna camarilla y eso al final se paga.

Empresarios y creación

¿Cree que el mundo del arte funciona cada vez más como el mundo empresarial?

¡Totalmente! Soy un convencido de eso desde hace mucho. Lo más parecido a una vida que piensa artísticamente es una vida empresarial, pero en el sentido de la creación.

Entonces un empresario puede ser un buen artista.

No sé si un buen artista, pero un buen empresario debe tener un lado creativo muy desarrollado.

¿Y un buen artista debe tener algo de empresario?

¡Ah, bueno! Los americanos lo saben desde hace mucho. No digo que todo buen artista deba tener algo de empresario. Eso no. Pero en el mundo de hoy, un buen artista debe ser un buen empresario, incluso de su propia obra. Eso no tiene que ver con el que está pensando sólo en el dinero. Eso es un error, también en los empresarios. El buen empresario piensa más en crear cosas.

¿Y no echa de menos la bohemia del arte?

En absoluto. Nunca he sido muy bohemio y me tomo copas, ¿eh? Siempre he sido bastante organizado, porque si no lo hubiera sido, no habría podido hacer nada. He trabajo en el estudio después de diez horas en el despacho. Lo hago porque me gusta, pero me esfuerzo. No hecho de menos la bohemia, me gusta llevar una vida organizada. Porque el arte no se produce en un momento de rapto, sino de máxima lucidez.

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