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Javier Villanueva, ayer en Málaga. / E. NIETO
Villanueva: «Las siete horas de tortura fue lo peor que viví en la cárcel de Bolivia»
SOCIEDAD

Villanueva: «Las siete horas de tortura fue lo peor que viví en la cárcel de Bolivia»

El empresario sevillano cuenta en un libro su calvario de cuatro años en el país andino Desvela nombres y datos jamás contados sobre la persecución a que se vio sometido

MARÍA DOLORES TORTOSA

Miércoles, 24 de junio 2009, 03:54

«Lo peor de todo fueron las torturas, es algo indescriptible». El 14 de enero de 2008 Javier Villanueva (Sevilla, 1976) pisó tierra española procedente de Bolivia. Estaba por fin a salvo. Atrás dejaba cuatro años de calvario en el país andino que empezaron el 28 de abril de 2004 cuando tres agentes vestidos de calle y armados le detuvieron en su casa de Santa Cruz para llevarle a una 'casa de seguridad' donde le golpearon salvajemente, le practicaron descargas eléctricas y le colocaron una bolsa de plástico en la cabeza con insecticida. Siete horas de tortura para que confesara que había asesinado a la fiscal Mónica Von Borries. Siempre se declaró inocente. Todos los tribunales por los que pasó le dieron la razón, pero hasta su absolución definitiva en 2007 y su liberación en 2008 debió pasar un verdadero suplicio físico y psíquico, con año y medio de cárcel incluido. Ahora cuenta su historia en un libro escrito en colaboración con la periodista Inmaculada Portalo: 'Javier Villanueva. La verdadera historia'.

Nombres y apellidos

En el libro, presentado ayer en Málaga, el empresario sevillano, como si de un 'thriller' se tratara, recuerda que «su secuestro» por los policías le valió para su absolución, pero también agrega detalles jamás contados de crímenes, intrigas, amenazas y torturas que presenció y sufrió en un país anterior a Evo Morales. El texto incluye párrafos de su diario, señala posibles culpables de la tropelía judicial que padeció y relata, con nombres y apellidos, entrevistas con miembros de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), organismo que sus abogados entienden que siempre estuvo detrás de su desafortunada aventura. «En una entrevista con mi padre poco después de mi ingreso en prisión, los de la DEA reconocieron que era inocente, pero que vivíamos en un mundo imperfecto», cuenta Villanueva. Le propusieron un trato para que se reconociera culpable. La conversación fue grabada y ahora es un documento que el libro revela.

Hay más. «En los casi dos años de cárcel no dormía de noche, había que estar alerta, podías acabar asesinado». Con esta tensión, el joven empresario, que llegó a codearse con la 'cream' futbolística de Bolivia, creía estar viviendo una pesadilla. «En la cárcel los policías eran de los que menos te podías fiar». Llegó a recibir una carta de un coronel en la cárcel en la que le pedía 500 botellas de vino español bajo amenaza de hacerle la vida imposible.

Aún hoy le preguntan y él mismo se pregunta «¿por qué yo?». Él ha llegado a la conclusión de que ha sido un «chivo expiatorio» y en su contra jugó ser extranjero y joven, mientras que sospecha que los verdaderos culpables del asesinato de la fiscal están entre las autoridades. «Evo Morales llegó a decir en España sobre mi caso que 'a veces en mi país se usan chivos expiatorios para resolver problemas'». Villanueva tiene planteada una demanda contra Bolivia ante la Corte Internacional de Derechos Humanos. «Soy el primero que ha denunciado torturas en Bolivia», afirma.

Reconoce que la llegada al gobierno boliviano de Morales «fue fundamental» en el desenlace de su «persecución» por su enemistad con los norteamericanos. Eso y la ayuda impagable de su padre y su hermano que siempre mantuvieron viva la injusticia ante la opinión pública, además de la del Gobierno español. Y sobre todo, el amor inquebrantable de Carola, su novia, que estuvo a su lado los cuatro años que duró esta historia de película con final feliz que será llevada al cine en breve.

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