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SUR
Domingo, 12 de abril 2009, 04:48
Emoción, espectáculo, y sobre todo algo singular. Esa amalgama de sensaciones, todas juntas y al mismo tiempo separadas en cada uno de los sanroqueños y visitantes, se repiten cada Viernes Santo con motivo de la Procesión Magna del Santo Entierro. El de 2009 no fue una excepción, todo igual pero siempre con algo diferente.
Alrededor de las seis de la tarde comenzó el lento pero brillante caminar de todas las hermandades de la ciudad que rinden honores a la Venerable Cofradía del Santo Entierro y Nuestra Señora de la Soledad, los dos últimos titulares en salir a las repletas calles del caso. Delante de ellos, y con los respectivos acompañamientos musicales y un buen número de representantes de las Juntas de Gobierno y nazarenos, desfilaban por las adoquinadas calles del municipio, la Venerable cofradía de Nuestro Padre en la Oración en el Huerto y Nuestra Señora del Mayor Dolor; Venerable cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado Medinaceli y Nuestra Señora de la Merced; Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia y Nuestra Señora de la Esperanza; Venerable cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores'; Venerable cofradía del Santísimo Cristo De la Buena Muerte y María Santísima de la Amargura, completando el cortejo la Antiquísima y Venerable hermandad del Santísimo Cristo de la Vera Cruz en el Calvario; Venerable Hermandad y cofradía de Nuestra Señora de las Angustias, muchos de estos tronos eran cargados por mujeres.
Tampoco faltaron, con especial satisfacción para los fotógrafos y los muchos niños que acuden cada año a esta cita los caballos. El Escuadrón Romano abría paso a una de las manifestaciones religiosas y culturales más importantes de cuantas se celebran en Andalucía.
Este año además, y tras la toma de posesión de Fernando Palma como alcalde, el primer munícipe de La Línea de la Concepción y compañero de partido, Juan Carlos Juárez Arriola, no quiso faltar a la cita con la Magna y compartió, desde un balcón, un rato de esta celebración que sirve además de recordatorio de la cultura española. La cultura popular cuenta que algunos pasos llegaron desde Gibraltar y que esto se ha ido transmitiendo con el paso de los años para que San Roque, ciudad donde reside la gibraltareña, tenga en este día una reivindicación histórica y religiosa. Es sin duda la esencia de la Semana Santa que tuvo un brillante colofón.
Silencio y Dolores
Las barriadas del municipio sanroqueño, así como otras poblaciones de la comarca también vivieron el Viernes Santo con recogimiento y devoción ante la muerte del hijo de Dios.
En Puente Mayorga procesionó, acompañado de un buen número de fieles, el Silencio. Un crucificado que sale a la calle sin paso y portado por mujeres de la popular zona.
En Guadiaro se pudo disfrutar de la salida procesional del Santo Entierro y María Santísima de los Dolores. El cortejo recorrió las calles del pueblo desde Francisco Amado, pasando por Ribero, Tránsito, Posada, Carretera, Nueva, Almenara, para enfilar la pronunciada bajada que devuelve a las dos imágenes, portada por cargadores a varal, en el nuevo templo. Significativo es el encuentro que realiza la madre con su hijo yacente en pleno centro del pueblo, concretamente en la calle Carretera.
En San Martín del Tesorillo la jornada de luto sirvió para que los vecinos de la ELA mostrasen su respeto al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, una obra de Ramón Chaveli de 1.945 y Nuestra Señora de Los Dolores, imagen que se atribuye a Miguel Laínez. El trayecto que recorren ambos pasos es sinuoso, por la orografía del municipio, aunque esto también le aporta más emoción al cortejo. Sobre las tres de la madrugada del viernes se produjo la recogida en el templo.
Por último, Castellar de la Frontera, va camino de cumplir la primera década desde que su tradicional 'Cristo de la Almoraima' sale a la calle en la semana de Pasión. El Nazareno, de autor desconocido, al igual que la imagen de María Santísima de las Angustias. Desde 2001 se viene celebrando la Estación de Penitencia que sumerge al pueblo en un momento íntimo ante un cristo al que se le tiene especial fe en este pequeño pero coqueto pueblo de la comarca.
Sin duda un Viernes Santo, a pesar del viento que amenazó tímidamente con algunas gotas de agua, que se pudo disfrutar con intensidad en todos y cada uno de los rincones del entorno, pero especialmente en San Roque. Allí es donde cada año se reserva un espacio singular para que el pueblo sea magno y contemple el esplendor de sus pasos.
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