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Juan Pablo II bendice a Marcial Maciel en noviembre de 2004. / AP
El Papa ordena investigar a los Legionarios de Cristo por las denuncias a su fundador
SOCIEDAD

El Papa ordena investigar a los Legionarios de Cristo por las denuncias a su fundador

Acusado por pedofilia, Marcial Maciel tenía una amante y una hija, de 22 años

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ

Miércoles, 1 de abril 2009, 03:50

Las continuas revelaciones de escándalos sexuales que envuelven desde hace años al fundador de los Legionarios de Cristo, el mexicano Marcial Maciel, fallecido en 2008 con 87 años, han terminado por desbordar a la orden y, finalmente, el Vaticano ha decidido intervenirla y colocarla bajo vigilancia, una grave medida para situaciones excepcionales. Además de la denuncia de pedofilia y abusos de al menos 30 ex seminaristas que se arrastra desde 1998, el mes pasado se descubrió que Maciel tenía una amante y una hija de ésta de 22 años, que reside en España.

Después de una década eludiendo el problema, la Secretaría de Estado de la Santa Sede ha enviado una carta al superior de la orden, Álvaro Corcuera, en la que le comunica el envío de una «visita apostólica», un equipo de inspección que supervisará las actividades de la orden. También las finanzas, pues ahora se sospecha que Maciel sostenía su familia secreta con la caja de la orden.

La vida de los Legionarios de Cristo, orden ultraconservadora fundada en 1941, está muy centrada en la exaltación de su fundador, como otros nuevos movimientos potenciados por Juan Pablo II, y por eso el escándalo ha causado una gran conmoción en la orden. Para ellos Maciel es 'Nuestro Padre', y le creen un santo. Después de años negando las acusaciones, el superior general se vio obligado a enviar una carta a sus miembros el mes pasado en la que reconocía que la congregación está viviendo «momentos de dolor y sufrimiento». Ante la confusión interna, y dado que Corcuera era la mano derecha de Maciel, varios prelados de peso simpatizantes de la orden, como Thomas Berg, Richard Gill y Thomas Williams, y sobre todo el teólogo George Weigel, han concluido estas semanas que la única salida era la intervención de la Santa Sede.

Acusaciones en cascada

Sobre Maciel, tras ensalzar su labor, el actual superior decía en su carta: «También ha sido un hombre, y estos temas que nos han herido, sorprendido, y que creo que no podemos explicar con nuestro intelecto, están ante el juicio de Dios». Los «temas» no se detallan y de hecho nunca han sido admitidos ni por Maciel, que siempre se declaró inocente, ni por la orden. Tampoco aparecen en su página web -ni en la sección de preguntas frecuentes- que ha reducido el perfil de su fundador a pocas líneas. Sólo dice que renunció en 2005 y en 2006 la Congregación para la Doctrina de la Fe le invitó a «una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público». En otras palabras, una suspensión 'a divinis'

En efecto, en 2006 el Vaticano suspendió a Maciel pero, argumentando razones de edad, le ahorró el proceso canónico. Es lo único que ha hecho, y bastante tarde, y lo más parecido a una admisión de las acusaciones. La denuncia de 1998 durmió en la Santa Sede, pues los Legionarios cuentan con numerosos apoyos en la Curia que obstaculizaron cualquier procedimiento. El anterior secretario de Estado y 'número dos' del Vaticano, Angelo Sodano, era uno de ellos. El creciente escándalo llevó a Juan Pablo II a ordenar por fin la apertura de una investigación en 2004.

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