Un mal día para volver

«Es el partido ante un ex equipo más especial, por los aspectos positivos, que he jugado en mi carrera». Con esta categórica frase afrontaba el miércoles el central del Ademar León, Jorge García Vega, el enfrentamiento ante el equipo en el que se convirtió en un ídolo la pasada temporada.

Para Jorge era un día especial, pero no sólo por encontrarse con sus antiguos compañeros o con una afición que lo adora, sino porque le está costando muchísimo trabajo contar con minutos en su nuevo equipo. Y, como era de prever, su entrenador, Jordi Ribera, eligió el choque ante su ex equipo para confiar en él, a lo que también ayudó el mediocre partido del central titular, Dani Sarmiento.

En el minuto 22 de la primera parte salió a la pista por primera vez y justo antes del descanso anotó su primer gol para dejar a los suyos con ventaja (12-13). En el segundo periodo, otros cuatro tantos suyos sirvieron para que el Ademar consiguiera un parcial de 0-5 (23-24). Estaba siendo la tarde soñada para el de Ponferrada.

Precipitación

Pero García Vega, en la última jugada de ataque de su equipo, cruzó la estrecha línea que separa al héroe del villano. Sólo tenía que aguantar la posesión y buscar una opción de tiro cuando no quedara tiempo. Es decir, su especialidad. Pero esta vez se precipitó y su pase al pivote, a falta de unos segundos, lo cortó el Antequera que, a la 'contra', sentenció.

Vega ganó el túnel de vestuarios entre lágrimas y una tremenda ovación de 'su' público, consciente de haber desaprovechado una gran oportunidad. «Yo no estoy en condiciones de permitirme estos fallos; otros, quizás sí, pero yo no. Se puede decir que hemos perdido por mi culpa», sentenciaba triste en rueda de prensa para añadir: «No puedo fallar en este tipo de jugadas. Tengo mil defectos, pero precisamente eso es lo que siempre se me dado mejor. Es un mal día para volver a mi casa».