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Alumnos de primaria de cinco colegios de Málaga celebran el Día de Andalucía en el Teatro Romano. / CARLOS MORET .
Una de romanos
CULTURA

Una de romanos

Alrededor de 500 escolares de la provincia conocen el Teatro Romano de la mano de magos, malabaristas y acróbatas

MARÍA DOLORES TORTOSA

Viernes, 20 de febrero 2009, 09:16

E L mago David Mitchel aparece vestido de romano en lo alto de la cavea del teatro y quinientas cabezas de niños y niñas entre ocho y doce años se giran guiadas por la voz: «A ver, ¿sabéis lo que significa cuando los romanos hacían esto?» (con el dedo pulgar hacia bajo). «Siiiii!!!», gritan casi todos. «Que la va a cascar», suelta un chico del graderío entre las risas de sus compañeros. «¿Y esto?» (con el dedo pulgar hacia arriba). Los chavales le siguen la corriente sin demasiado entusiasmo. «Os veo muy apagados», intenta animar el mago. Sabe muy bien su papel y lo que costará sacar a la chiquillería del marasmo. «¡Eso es falso, la has pegado debajo (la reina de picas desaparecida), crees que soy tonto, es un truco falso!», suelta Juanma, once años, desde las filas del colegio Virgen de Belén de la capital. El mago se va aparentemente atribulado. No ha habido demasiados aplausos. Pero la función acaba de empezar. Y sabe que al final acabarán rindiéndose.

Así es, dos horas después los niños siguen milagrosamente pegados a los duros asientos de piedra del Teatro Romano entregados por completo al mago, al malabarista, al acróbata y a los actores del grupo de animación Trompecocos sin perder puntada y pidiendo más. Son niños de colegios de primaria pública y privada de Benalmádena, Marbella, Rincón de la Victoria, Cañete la Real y la propia capital que ayer participaron en una fiesta cultural organizada al alimón entre la Consejería de Cultura y la de Educación con un doble plan: celebrar el Día de Andalucía y conocer el Teatro Romano.

Con esta iniciativa -explica el delegado de Educación, Antonio Escámez-, los niños se aproximan a lo que es un teatro romano y cómo se representaban obras en aquel tiempo. Escámez recuerda que la actividad está enmarcada en la línea de Cultura de dar a conocer a los colegios de la provincia el Teatro Romano con una visita teatralizada. Por el foro latino han pasado desde hace un año 450.000 escolares como los de ayer.

Juegos malabares

Sale el malabarista Odín y los chicos y chicas siguen remisos. Apenas aflojan un aplauso. «Para qué le hacemos caso», dicen en las filas del colegio de Añoreta. Isabel mira circunspecta los juegos malabares que hace Odín con el diábolo. «Eso que hace es fácil..., eso tampoco es difícil». No quita ojo, pero no cede, hasta que Odín manda parar la música, pide silencio y sugiere a los niños que cuando se equivoque le abronquen y que cuando lo haga bien le aplaudan fuerte. A la primera, falla y brotan en las gradas los dedos índices hacia abajo. A la segunda, lanza tres diábolos y la pirueta sale redonda. Los niños chillan y aplauden. «¡Ha hecho una noria!», grita un compañero de Isabel. El ambiente se va animando.

Crece el entusiasmo y aparece sobre el proscaenium (escenario) los actores para interpretar un fragmento de 'La comedia de la olla' de Plauto. En las filas del colegio Maravillas de Benalmádena, Sandra, once años, asegura que entiende bien la obra. Hay risas con el enredo del viejo rico que pide la mano de la chica pobre a un padre que esconde una olla con oro. Apenas se oye una mosca en las gradas.

Todo va a cambiar en cuanto aparece el acróbata Othmane. Las niñas lanzan tímidos chillidos y resplandecen los flashes de los móviles. Othmane encandila con su físico y sus ejercicios. «Parece un pollo», dice Antonio, ocho años, de Cañete la Real. «¿Un pollo?», le pregunto. «Sí, eso que se mueve y señala», contesta desconfiado. «Ah quieres decir una veleta», le corrijo. «Sí, eso». Luego susurra al compañero: «Voy a darme una vuelta», y se sube al escalón de arriba.

Acrobacias

«Ahí viene el máquina», suelta el compañero de Antonio. Las piruetas de Othmane ponen el ambiente a tope. El graderío está entusiasmado y aún más cuando sale Odín y las acrobacias se doblan. Los aplausos se alargan.

Pero aún estaba por llegar Manolo Carambolo. Neiva y Guadalupe, las dos de Cañete, lo tienen claro: «Es el que más nos ha gustado». El mimo de Carambolo lleva música puesta y provoca una carcajada detrás de otra. Hasta logra arrancar una sonrisa del escéptico Juanma. El ambiente es total y los niños están entregaditos. Los turistas se paran en la calle Alcazabilla ante tanto alboroto. Los obreros que trabajan en la restauración del monumento echan una ojeada de vez en cuando. El Teatro Romano es ya una fiesta.

Una fiesta que se completó con un mosaico de cartulinas verdes y blancas que los niños levantaron en las gradas antes de que Begoña tocara al violín el himno de Andalucía. Como broche final, el cielo del Teatro Romano se nubló de globos verdes y blancos y los niños cogieron el autobús para casa.

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