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MÓNICA GARRIGA
Viernes, 13 de febrero 2009, 02:59
La historia de un bombero salvando a un koala de la devastación provocada por los incendios de Australia y compartiendo con él su botella de agua ha conmocionado a medio mundo. Sam, que así se llama su protagonista, fue localizada entre las llamas por un bombero voluntario, Dave Tree, a 150 kilómetros al sureste de Melbourne. La grabación está en YouTube y muestra cómo el hombre se acerca lentamente a Sam y le da agua mientras ella coloca una pata quemada en su mano. Normalmente, es muy extraño poder acercarse tanto a un koala. La pobre se bebió hasta tres botellas antes de ser trasladada a un refugio donde ha conocido a Bob, otro koala que fue rescatado el viernes. Ambos han iniciado un romance.
Una tragedia se esconde bajo esta enternecedora historia: la muerte de un millón de animales en los incendios de Australia. Según la organización local VidaSalvaje, los koalas, por la lentitud de sus movimientos, han sido presa fácil de las llamas que han destruido más de 350.000 hectáreas de terreno, en su mayor parte bosques, en el estado de Victoria, al sureste del país. Incluso los rápidos canguros han sucumbido a la velocidad con que los incendios se propagaron y al asfixiante humo que desprendían. Zarigüeyas, lagartos, serpientes, ratones y todo tipo de pájaros. Se pueden ver sus cadáveres en el suelo negro o al borde de las carreteras.
El propio Santuario de Healsville, un centro de acogida de fauna situado a 60 kilómetros al nordeste de Melbourne, y al que ciudadanos y voluntarios habían traslado ejemplares heridos, se vio afectado directamente por el fuego el pasado sábado. «Nuestro personal está desolado. Muchos trabajadores han perdido a amigos, familiares o sus casas», explicaba Judy Robertson, portavoz del Santuario.
VidaSalvaje cuenta con varias clínicas móviles que se han trasladado al nordeste de Melbourne para asistir a la fauna afectada, donde la población tiene prohibido el paso. «Hemos encontrado cientos de animales heridos. Nuestro trabajo consiste en sacrificar a los que no pueden ser salvados, curar a los heridos y cuidar del resto, antes de devolverlos a su hábitat natural. El problema ahora es que han perdido su hábitat», explicó Corke. Más de 3.000 kilómetros cuadrados de zonas boscosas quedaron carbonizadas, sin posibilidad de que las plantas se regeneren por sí solas.
Mientras llega este momento y los bomberos continúan intentando extinguir los treinta incendios que continúan activos, la policía australiana sospecha de un pirómano en serie como autor de los focos y ayer difundía su retrato-robot.
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