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Artefacto hecho con un botellín de plástico. / SUR
Vándalos destrozan papeleras y contenedores con artefactos fabricados con amoniaco
MÁLAGA

Vándalos destrozan papeleras y contenedores con artefactos fabricados con amoniaco

Vecinos de la capital denuncian la proliferación de estos actos con la llegada de la Navidad

M. CARMEN ESPAÑA

Martes, 30 de diciembre 2008, 10:11

Las papeleras y los contenedores siempre han sido un blanco fácil de actos vandálicos, pero, en los últimos meses, su destrucción viene marcada por la sonoridad. Artefactos caseros fabricados a base de amoniaco y papel de aluminio causan estragos en estas piezas del mobiliario urbano, provocando una retumbante y tóxica explosión. Un ruido que ha hecho saltar de la cama a vecinos de varias zonas de la capital malagueña más de una noche.

Con la llegada de la Navidad, estos 'cócteles molotov' de andar por casa se han extendido como la pólvora, y nunca mejor dicho. Vecinos del Parque Mediterráneo han denunciado la proliferación de estos artilugios -sobre los que se puede encontrar un bucle infinito de información en Internet- y su presencia en zonas de juegos infantiles. Incluso, sus jóvenes usuarios esconden entre las jardineras de los parques los ingredientes necesarios para su detonante forma de pasar el tiempo.

Fuentes policiales reconocen que son conscientes de esta forma de provocar ruido y destrozos en la vía pública, pero afirman que no pueden actuar, a no ser que pillen a las personas que lanzan estos artefactos con las manos en la masa. Aún así, la labor de los agentes no pasaría de la reprimenda y la retirada del material. Un margen de maniobra escaso y similar a la que tienen con los petardos, que en los últimos días ha cobrado resonancia, ante la moda de prenderlos dentro de botellas de plástico o latas de refresco.

Impotencia es también lo que siente una vecina de la capital a la que un grupo de vándalos ha lanzado sobre el tejado de su casa mata una decena de bombas caseras de amoniaco y papel aluminio en tan sólo un año. La mujer, de 48 años de edad, ha denunciado la situación varias veces, sin solución.

«Ni siquiera se puede sacar las huellas de los artefactos porque se quedan totalmente destrozados», asegura la mujer, quien nunca ha podido alcanzar a los responsables. Los pocos segundos necesarios para elaborar los explosivos y la nocturnidad con la que actúan juegan a favor de los que los detonan, pero también en su contra, ya que si no lo lanzan de forma inmediata pueden convertirse en las propias víctimas de su gamberrada.

«El problema no es sólo la explosión, sino que se pongan nerviosos y, sin querer, le caiga a alguien», asegura la mujer. De hecho, en una ocasión, no cayó en su tejado, sino en el patio de una vecina. «Menos mal que no le pilló a nadie allí porque esa explosión puede provocar quemaduras», destaca. Debido al peligro, esta mujer vive con el temor de que los artefactos le caigan a su perro o le provoquen un sobresalto a su madre enferma del corazón. «Sé que hay cosas más gordas, pero a mí me está fastidiando», lamenta.

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