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REGINA SOTORRÍO
Domingo, 21 de diciembre 2008, 03:19
Después de treinta y cinco años en la música, Los Chichos dicen 'Hasta aquí hemos llegado' con su nuevo trabajo. ¿Y hasta dónde?, se preguntarán. Nada menos que hasta los 20 millones de discos vendidos «oficialmente», hasta la veintena de álbumes «escuchados hasta la saciedad» y hasta lograr reunir a una legión de fieles «chicheros». Y todavía «quedan Chichos para rato». Julio González, Emilio González y Emilio González hijo (que se integró en el grupo a principios de los 90, tras la salida de Jero, quien murió pocos años después) han reunido a 16 «fenómenos» de la música en un estudio de grabación para reinterpretar sus grandes éxitos. Están viejos conocidos, como Los Chunguitos o Peret; jóvenes valores que han seguido sus pasos en la fusión como Estopa, Antonio Orozco, Hanna, Andy y Lucas o Pitingo; y voces muy alejadas de su estilo, como Manolo García, Sergio Dalma, Medina Azahara o Ismael Serrano.
' Hasta aquí hemos llegado' es el título del recopilatorio, ¿hasta dónde?
Emilio González hijo: Es un título ambiguo: hasta aquí hemos llegado, de momento; o hasta aquí hemos llegado, que no es poco. Que la gente se lo tome como quiera. Lo que no vamos es a estar obligados y a meternos con calzador. Si la gente nos reclama, seguiremos estando ahí; si la gente pasa de nosotros... Estamos mentalizados, el día que se acabe, se acabó y fuera.
Julio González: Hoy por hoy estamos aquí, que no es paja.
Emilio González: Sí, y quedan Chichos para rato.
Y a partir de ahora, ¿qué?
E. G: Ahora, a promocionar al 'niño', que se venda. Y va bastante bien porque la primera semana ya fue disco de oro y tal y como están de difíciles las cosas...
Millones de discos
Se sumarán a los 20 millones de discos que ya llevan vendidos...
J. G.: Son 20 millones de discos declarados...
E.G. hijo: Extraoficialmente llegaríamos a los 30 millones.
¿Les afecta mucho la piratería?
J. G.: Pues sí, a este paso se van a cargar la industria. Si sólo se compraran los originales de nuestros discos, todo el mundo comía.
E. G.: Los 'top manta' hacen que se despida a la gente de las casas de discos. En la nuestra han despedido a treinta personas con familia. Es una pena.
Han pasado 35 años desde sus inicios y su música parece estar al margen de las modas, ¿qué tiene?
J. G.: Es auténtica. Son historias reales que siempre están vigentes.
E. G.: Desde el principio, teníamos unos arreglos adelantados a nuestro tiempo. Y por eso a la gente le gusta Los Chichos: por la música, los arreglos, las letras de las canciones y la interpretación. Llegar es difícil, pero mantenerse lo es aún más. ¡Y parece que fue ayer cuando se crearon Los Chichos! Nuestra música ha pasado de padres a hijos... Tenemos un público maravilloso.
E. G. hijo: No es una música que esté puntera pero, pese a pasar por etapas buenas y malas, la rumba sigue estando hoy ahí. El toro de Osborne, la paella y Los Chichos son de los españoles.
¿Cambiarían algo de su trayectoria?
E. G.: Lo único que haría sería quitarme treinta años de encima (risas).
J. G.: No nos arrepentimos de nada. Lo hecho, hecho está, con sus fallos y sus aciertos.
Trabajar siempre con la familia no debe de ser fácil...
J. G.: Es verdad que por la confianza no se guardan los respetos que se debieran en algunos momentos. Se mete la pata más fácil...
E. G.: Pero somos familia para todo y si tenemos un enfado, a los cinco minutos ya está olvidado.
¿Cuál es su peor recuerdo?
J. G.: El peor momento fue cuando se mató el compañero Jero.
E. G.: Lo vivimos con mucha pena y nostalgia, porque era joven y llevábamos muchos años juntos.
E. G. hijo: A Jero no me unían lazos familiares, pero era como de la familia. Fue un palo que te cruje por la mitad.
¿En ese momento se plantearon tirar la toalla?
J. G.: No. Hay un dicho que dice 'a rey muerto, rey puesto'. Aunque este no es el caso, porque Jero era un tremendo profesional y un sabio, imposible de suplir. Pero la vida sigue y hay que comer.
E. G. hijo: Yo nunca ocupé el puesto de Jero. Él era insustituible, único y jamás he intentado suplirle. Era un genio, un monstruo... ¿cómo voy a compararme con él?
¿Y el mejor recuerdo?
J. G.: Lo mejor es que nunca hemos tenido un accidente de esos criminales, porque han perecido muchos artistas en la carretera.
E. G. hijo: Yo recuerdo cuando me subí por primera vez con Los Chichos a un escenario con 14 años, porque Jero no podía actuar. Era en Barcelona y tenía delante a 10.000 personas. No podía ni tragar agua de los nervios, y tres horas después seguía viendo los focos.
¿Les hace ilusión encontrar sus discos en las gasolineras?
E. G.: Sí y fuimos los primeros en vender allí. Creo que fuimos pioneros en muchas cosas...
J. G.: Por eso no es extraño que muchos artistas, sobre todo los jóvenes, nos consideren sus maestros.
E. G. hijo: Prefiero vender discos en las gasolineras a que me pongan de hilo musical en un ascensor. El disco de Julio Iglesias lo tenía la gente en casa, pero en el coche escuchaban Los Chichos a diario y se sabían todas las canciones, que oían hasta la saciedad. En nuestros conciertos el público canta hasta los silencios.
¿Los Chichos inventaron la fusión en la música?
J. G.: Ya estaba inventada. Hacíamos fusión sin pretenderlo, mezclábamos sonidos modernos con la rumba y unos arreglos maravillosos.
E. G.: Si se llama fusión a hacer tonos flamencos con las guitarras eléctricas, pues sí. Pero hay una frase que dice: a la guitarra, Paco de Lucía; en el flamenco, Camarón de la Isla; y en la rumba, Los Chichos.
J. G.: Teniendo en cuenta que hemos vivido más que nadie...
E. G. hijo: Yo no veo fusión ninguna. Fusión es lo que hace Pitingo. Lo nuestro es 'tras-fusión'. Tuvimos la suerte de inventar un estilo. Cuando se cantaba «una lágrima cayó en la arena», Los Chichos salieron con «papa tu no pegues a la mama», «estoy metido en la droga», «mi mujer me está engañando»... que a la gente le llega, le duele, le escuece. Yo no conozco a ninguna persona que no se identifique con una canción de Los Chichos, no porque le haya pasado a él, sino a un conocido, un amigo...
Estopa les rindió un homenaje con el tema 'El del medio de Los Chichos' y ahora cantan con ellos, ¿son unos buenos herederos de la rumba?
E. G.: A Estopa los consideramos nuestros hijos porque se han criado con nuestra música. Son chicheros, como Bisbal, Alejandro Sanz... Muchos artistas modernos han aprendido de nosotros, dicho por ellos mismos.
E. G. hijo: Ellos llevan a gala decir que han mamado de nuestra fuente, pero como grupo que les gusta, no como referente. A ellos sí que les imitan ahora.
Admiración
¿Les sorprendió algún artista?
E. G.: Todos. Ellos venían un poco cortados y les dimos la autoridad de que hicieran las canciones a su aire, como si fueran suyas y no de Los Chichos. Y todos lo hicieron estupendamente.
J. G.: Me sorprendió la admiración que sentían por nosotros. Sergio Dalma llegó con la vergüenza que tiene el auténtico artista y nos decía 'chavales, decidme algo, qué hago...', pero tenía la lección aprendida. E Ismael Serrano se quedó también estupefacto.
E. G. hijo: A mí Bebe me ha enamorado. No nos conocíamos personalmente y desde el principio estuvimos de buen rollo. Y Dioni, el de Camela, se venía muchas veces aunque no le tocara grabar.
En su disco participan también Los Chunguitos, ¿nunca existió rivalidad con ellos?
J. G.: Eso es todo mentira, una leyenda. La lengua no tiene hueso.
E. G.: Teníamos que haber dicho que nos llevábamos mal para que nos dieran más galas (risas).
En su día le cantaron al Vaquilla, ¿le harían ahora una canción a Julián Muñoz o a Roldán?
J. G.: No. Ya sabe todo el mundo que son unos chorizos.
E. G.: Aquello del Vaquilla fue porque hicimos la banda sonora de la película, pero sacarle letra a Julián Muñoz...
J. G.: Ellos ya tienen canción para rato...
E. G. hijo: No merecen ni que perdamos tres minutos hablando de ellos. El Vaquilla, como dice su canción, era un «alegre bandolero». Él no se llevó ni una centésima parte de lo que se ha llevado esta gente, y murió en la cárcel.
Sus temas hablan de amor, pero también de drogas, cárcel... ¿les supuso algún problema ser tan claros?
J. G.: Hemos tocado todas las historias, y ahí está nuestra gracia. Hablábamos de lo que nadie hablaba, pero no nos supuso ningún problema. Nos salió así.
E. G.: Los maltratos, los robos y los crímenes nunca cesarán.
E. G. hijo: Sin pretenderlo, hacemos canción protesta. Ahora está muy en boga el tema de la violencia de género, pero Los Chichos ya cantaban hace años 'papa tú no pegues a la mama'.
Pese al éxito, siguen viviendo en el mismo barrio que hace 35 años...
J. G.: Vivimos en Vallecas, en el Pozo del Tío Raimundo. Y nunca nos hemos planteado mudarnos. ¿Para qué?, ¿para encontrarnos caras de pavo por ahí?
E. G. hijo: Yo prefiero bajar de casa y echarme una partida con los amigos en el bar de siempre, que vivir en La Moraleja donde no se conocen entre ellos.
Pero imagino que habrá cambiado su forma de vivir en estos años...
E. G.: Para nada. Vivimos con la misma humildad, la misma personalidad... lo único que ha cambiado es que ya no tengo pelo.
En sus inicios lanzaban un disco tras otro, ahora van con más calma...
E. G. hijo: Evidentemente, había una motivación especial. Hemos tardado tanto en grabar porque nos faltaba motivación y la hemos encontrado con estos 16 personajes y estamos enamorados del disco.
¿Por qué les faltaba motivación?
E. G. hijo: Porque después de 23 álbumes editados y más de 20 millones de discos vendidos ¿qué puedes hacer que merezca la pena y te motive para pegarte dos meses y medio de promoción como estamos haciendo ahora?
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