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La soprano guipuzcoana Ainhoa Arteta, pensativa durante un momento de la entrevista./ LUSA
«Lloro cantando 'Ne me quitte pas'»
AINHOA ARTETA SOPRANO

«Lloro cantando 'Ne me quitte pas'»

La cantante acaba de lanzar un disco con temas que van del bolero al jazz y defiende que la crisis del mercado puede hacer una criba beneficiosa para el mundo de la lírica

CÉSAR COCA

Jueves, 18 de diciembre 2008, 03:36

Ainhoa Arteta ha cambiado por unos días a Puccini, Verdi y Strauss por Silvio Rodríguez, Elvis Presley, Paul McCartney y Jacques Brel. La soprano guipuzcoana acaba de publicar 'La vida', un CD con las canciones que han sido la banda sonora de dos generaciones: la suya y la de sus padres. En el mejor momento de su carrera a juicio de los críticos, conocida ya en los grandes escenarios de todo el mundo, Arteta hace un ejercicio de estilo y emotividad en un disco intimista en el que canta en cinco idiomas. De sus emociones y su carrera habla en esta entrevista.

Una cantante de ópera que lanza un disco con canciones que van del bolero al jazz. ¿Es el aire de los tiempos, la música que vende porque toda la ópera está ya grabada y es muy difícil sorprender al aficionado entendido?

Tiene que ver con el mercado, por supuesto. Este proyecto surgió hace cinco años pero yo no lo veía claro. No veía el momento ni cómo hacerlo. Hoy, las discográficas te graban clásico si perciben que el producto está respaldado por algo popular que abra el mercado. Eso es algo que a mí me parecía 'peligroso' porque pueden encasillarte en lo que no eres: una cantante pop. Pero ahora que ya he demostrado lo que soy a quien debía demostrárselo, creo que era el momento. Además he contado con el apoyo de Javier Limón y unos grandes músicos, que me lo han hecho más fácil. Aunque nunca es sencillo cantar un día 'La Bohème' y grabar al día siguiente 'Historia de un amor' o 'Tears from heaven'.

A diferencia de otros cantantes líricos, que tienden a convertir en arias de ópera cualquier tema, da la impresión de que usted ha tratado de cantar como en el pop. ¿Lo pensó así desde el principio?

Sí, y es probable que sea una apuesta arriesgada. Lo digo porque mi público habitual, el que me sigue en la ópera o los recitales líricos, puede que no me reconozca cuando escuche el disco. Y quienes no me conocían, escuchen el disco y luego vayan a verme a un teatro, no me identificarán allí con la del disco... He intentado acercarme al estilo de quienes han cantado originalmente esas canciones, y me he ido soltando a medida que las grababa. Es curioso, pero las primeras que grabé fueron 'La vida' y los boleros, y ahí se nota más mi vena lírica. En las restantes creo que se ve mucho menos.

Suele decir que cuando aborda un papel nuevo en la ópera se lo estudia repasando literatura, historia, películas... ¿Cómo se prepara un disco con canciones como éstas?

Muchas forman parte de nuestra generación, las llevamos en nuestro ADN. Son canciones como 'Michelle' o 'Tears from heaven'. Otras estaban en el de nuestros padres. Todas tienen una historia, a veces muy profunda. Yo las conocía, y para preparar el disco he ido buscando información sobre cómo se crearon, en qué momento, qué sucedió a sus autores. Lo contamos en el disco, porque me parece importante.

¿Ha visto el vídeo de Jacques Brel cantando 'Ne me quitte pas', que tanta carga autobiográfica tenía, al borde mismo del llanto?

No. Para preparar esa canción, escuché la versión que hace Paloma Berganza, una sobrina de Teresa, y la de Edith Piaf. Pero no me extraña nada que Brel llore. Yo también estoy llorando al final de la canción, aunque no se note en el disco. Le voy a contar algo: cuando hicimos unos vídeos de promoción, con tres o cuatro canciones, se grabaron varias veces cada una. Pero en 'Ne me quitte pas' yo dije que sólo podía cantarla una vez. Es que si te metes de verdad en la historia, en el sentimiento, una vez que terminas esa canción no puedes cantar nada en un buen rato. Por eso hay que dejarla siempre para el final.

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Dedica el disco a la memoria de su madre. ¿En esa emoción del disco está también su recuerdo, aflora aquí la emoción en mayor medida que cuando canta un papel operístico que le queda más lejos?

Por supuesto. En muchas óperas tienes que interpretar un papel y cantar una historia que no te toca de cerca. En cambio, aquí son las canciones que en muchos casos cantaba mi madre. Nadie te quiere más que una madre, y cuando se va lloras de dolor, pero también por muchas emociones, por muchos recuerdos felices...

¿Y en escena? ¿Afloran los sentimientos de la misma forma?

Hay que tener cuidado con eso, porque siempre es preciso un equilibrio entre emoción y técnica. Si te dejas llevar más por la técnica, el resultado puede ser muy frío; pero si prima la emoción, puede quedar también muy imperfecto desde el punto de vista artístico. Pero me ha pasado muchas veces: con la muerte de Liu ('Turandot'), o cuando Violeta ('La Traviata') se da cuenta de que ya nada la va a salvar, o con el drama que vive Julieta ('Romeo y Julieta'), que es una niña pero ve la muerte de su ser más querido, o incluso con Musetta al final ('La Bohème'), después de una primera parte ligera y divertida.

¿Hay más actuación, más teatro, en la ópera de hoy que hace unos años?

Ahora te exigen casi que seas una atleta, unas locuras que a veces son excesivas. Creo que hay que frenar un poco esa tendencia porque hay cosas que no se pueden hacer si quieres cantar como es debido. El compromiso que se exige hoy en escena es muy grande. A mí es algo que nunca me ha disgustado; siempre he querido ir más allá, aunque con los años he ido dándome cuenta de que quizá ciertas cosas es mejor no hacerlas.

Abrir el mercado

¿Estos discos suman o restan? Lo pregunto porque Callas o Sutherland, por poner dos ejemplos, no grababan cosas así.

Es que entonces no se las pedían. Ahora hay que abrir el mercado como decía antes, porque precisamente esas grandes cantantes dejaron grabaciones extraordinarias que están ahí y los aficionados ya las tienen. Eso no significa que no sea bueno estar al tanto de lo que se graba en el momento, de la aportación de las nuevas voces, pero es indudable que es más difícil vender los títulos de siempre.

Después sacará un disco de arias de Puccini. Da la impresión de que quien quiere óperas completas ahora debe ir al teatro o hacerse con el DVD y el disco se reserva a piezas ligeras para escuchar mientras se hace otra cosa.

Yo insistí mucho cuando se planteó este proyecto en que en diez años quiero grabar mi repertorio. Dentro de poco saldrá al mercado un DVD con un recital y más tarde ese disco de Puccini. Pero es cierto lo que dice: los sellos discográficos se mueven en función del mercado. Una cosa es lo que a los artistas nos gustaría y otra el mercado. Por eso se publican tantos discos de arias. El placer de escuchar a veces está en las piezas fáciles, aunque cuando tienes conocimientos y eres capaz de disfrutar con las difíciles obtienes una satisfacción mucho mayor. A mí me sucede que cuando escucho música clásica no puedo hacer nada más. No es que no pueda conducir o cocinar, es que no puedo ni comer.

García Márquez ha escrito que quien no canta no sabe la felicidad que es cantar. ¿También para los profesionales cantar proporciona siempre felicidad?

No, hay veces que no es así. Para un profesional no hay nada peor que subirte a un escenario sabiendo que no tienes resueltos perfectamente todos los problemas técnicos. Y cuando eso sucede te preguntas por qué cantas. Porque si tienes una preocupación técnica, no eres capaz de trasladar la emoción. Por eso es tan complicado cantar bien y de ahí la obligación de estar muy preparado. Algo que es incompatible con la edad: de joven, en ocasiones se tiene la tentación de suplir las carencias técnicas con un exceso de esfuerzo por parte del instrumento, que es tu voz. Si dejas que eso pase muchas veces, terminarás pagando un peaje. Está sucediendo con artistas jóvenes que se han lanzado al estrellato muy pronto y que pasados unos años están desaparecidos.

Cachés más bajos

Hablando de estrellato, ¿afectará la crisis económica a las producciones operísticas, cada vez más costosas?

Las producciones enormes y algunos nombres que piden cachés elevadísimos lo van a pasar mal. Se va a pedir calidad a mejor precio. Las crisis tienen algo bueno: que criban lo que hay y al final gana la calidad.

Así que bajarán los cachés...

Sería absurdo que no lo hicieran, con lo que está pasando. Hay que buscar calidad y solidaridad. Entre cantar y hacer espectáculos a precio asequible o no hacerlo... no hay duda. Pero eso requiere de la inteligencia de todos: los empresarios y los artistas.

¿Los tenores están en una posición de fuerza ante las sopranos, porque son muchos menos?

Los tenores siempre han tenido muchas más posibilidades de salirse con la suya. Pero ahí es donde ves quién es un buen profesional y quién sólo un caprichoso. Yo siempre he comentado que un tenor que cante bien tiene asegurada una buena carrera. Para conseguir lo mismo, una soprano tiene que cantar muy muy bien.

¿Afectará también la crisis de la industria discográfica a la difusión de las grabaciones en la música clásica? Los artistas del pop dicen que Internet los pone a salvo de la misma...

Puede ser un arma de doble filo. El mercado discográfico ha caído mucho, y eso va en detrimento del artista. Las descargas deberían regularse y desde luego que hubiera un cobro por ello en todos los casos. Y la piratería tendría que perseguirse, porque se están cargando el sector, con todo el daño que eso supone para la cultura y los artistas.

Muchos divos de la ópera y el rock se parecen cada vez más por sus exigencias y continuas cancelaciones. ¿También eso se va a acabar?

Hay divos del rock y de la lírica que plantean exigencias que son verdaderas gilipolleces. Quien va por ahí pidiendo decenas de toallas blancas o velas perfumadas de color rosa... es que no es un divo o una diva; está atontado, sin más.

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