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JOSÉ A. GARRIGA VELA
Viernes, 31 de octubre 2008, 03:27
EL mundo literario anda revuelto con las declaraciones realizadas por el agente literario Andrew Wylie, el Chacal, en la Feria del Libro de Francfort y en las cuales arremetió contra los editores y agentes literarios españoles. Este bostoniano de sesenta años, cuyo rostro recuerda al actor John Malkovich de 'Las amistades peligrosas', está considerado el agente literario más poderoso del mundo y quizá por ese motivo se destaca también por ser el más odiado. El Chacal del libro posee una mirada de vampiro y según dicen se dedica a morder en la yugular tanto al resto de los colegas como a los editores. La semana pasada estuve en Barcelona y no se hablaba de otra cosa que de sus insultantes declaraciones. El Chacal dijo que era más fácil y serio hacer negocios literarios en el Congo que en España y que en nuestro país existen prácticas que serían corruptas en Nueva York: «Aquí te dicen sí y quiere decir no, o bueno, o vamos a ver. Y no me gusta. La eficiencia de las agencias españolas deja mucho que desear. En el mercado español hay agencias poderosas, pero la amistad entre editor y agente es más importante que la relación con el autor. Para mí esto es corrupto porque el agente ha de trabajar para el cliente. Yo considero al autor mi jefe y le advierto de que si no está contento me despida. No regalamos contratos por escrito». Andrew Wylie tiene en su nómina a seiscientos ochenta escritores entre los que se encuentran nombres tan conocidos y contrapuestos como Jorge Luis Borges, Italo Calvino, Bill Gates, Al Gore, Claudio Magris, Orhan Pamuk, Philip Roth, Salman Rushdie, Nicolas Sarkozy, Antonio Tabucchi, Andy Warhol, Norman Mailer, Susan Sontag, Arthur Miller, Lou Reed, Evelyn Waugh, Lampedusa, Martin Amis y hasta el mismísimo Shakespeare. Se ha hecho con los derechos de Cabrera Infante y, a partir del cinco de noviembre, lo hará con los del malogrado escritor Roberto Bolaño; que hasta ahora pertenecía a la agencia de Carmen Balcells. Cuando al Chacal le preguntan que si quiere causar problemas a los editores españoles, responde que «aquí la amistad entre el editor y el agente es más fuerte que las obligaciones del agente con el autor. Pero el autor es el que paga al agente. Y los agentes saben muy bien a quien deben defender. Cuando negocio, el editor no es nadie para mí. Nadie. En algunos países, tras veinte años bebiendo juntos agentes y editores, y en España durmiendo juntos, todo el mundo se acomoda. Nosotros, nuestra agencia, entramos en la habitación, abrimos todas las luces y preguntamos, ¿pero qué pasa aquí?». La empresa de Andrew Wyllie está compuesta por más de cuarenta personas. «Yo sólo soy una de esas personas -dice con falsa modestia-, y soy el que investigo, porque encuentro información. Cuando estuve en Barcelona supe que Carolina López, la viuda de Bolaño, quería hablar conmigo y, evidentemente, acepté». El próximo día cuatro de noviembre finaliza el contrato de Bolaño con la agencia española de Carmen Balcells y el Chacal se encargará de representar al autor chileno que falleció en 2003. Afirma Andrew Wyllie que algunas agencias españolas tienen problemas y que eso les dará más oportunidades. «Pero mi familia está en Nueva York, no hablo español y no pasaré mi vida en España». Y entonces es cuando añade lo de que hacer negocios en nuestro país es más duro que hacerlos en el Congo. El hombre al que muchos acusan de pirata no se corta un pelo a la hora de echarse flores cuando se le recuerda que una de las muchas críticas que recibe consiste en que no descubre autores sino que los roba a otros agentes que los han hecho crecer: «Philip Roth dijo que su vida cambió cuando empecé a representarlo. Soy el sirviente perfecto, el jardinero que cuida su jardín. Soy muy competitivo. Mucho. Sería muy sorprendente que alguno de mis clientes me despidiese. Consigo los términos más favorables para ellos. Los mejores contratos. Nunca traicionaré a uno de mis autores y nunca le haré un favor a una editorial. Esta ética es bastante necesaria en este negocio. Pero el sector editorial en España es bastante corrupto. No digo que seamos más listos o más espléndidos, pero trabajamos limpio». Añade que cuando llegó el escritor turco Orhan Pamuk a su agencia sólo tenía tres libros publicados y él le dijo: «Sigue así que acabarás consiguiendo el Nobel, yo me encargo del resto». Los dueños de las editoriales más humildes se quejan de las generalizaciones que hace este artista de la provocación que suelta frases del siguiente calibre refiriéndose a un editor británico que no cumplió su palabra: «Y a ése no le pude llevar a los tribunales en Inglaterra, pero me vengué hundiéndole sus negocios». Los editores más poderosos preferirían no conocer a ese colega norteamericano que recibe apodos tan poco respetuosos como 'Chacal', 'Perro Rabioso' y 'Carro de Basura'. No sé si sus clientes estarán contentos con él o simplemente subyugados por el importante club de escritores que gestiona. El Chacal sólo lleva a tres autores españoles. Cuando se le pregunta si tal cifra es proporcional al peso del mercado español, responde entre risas y sin ocultar cierto cinismo: «¿El mercado español es tan importante como para tener más de tres autores? Es broma». Tal vez Andrew Wylie sólo sea un personaje provocativo y despreciado por todos menos por quienes pertenecen a su agencia, seguramente para ellos es el chacal más honrado, bueno y pacífico del mundo; un carro de basura lleno de oro; un perro rabioso a la hora de defender los intereses de sus autores.
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