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JESÚS HINOJOSA
Miércoles, 29 de octubre 2008, 02:54
Un grupo de jóvenes ha quedado para charlar a altas horas de la noche en una zona ajardinada de la ciudad. La reunión se anima y el tono de sus voces se eleva. El efecto amplificador de los bloques de pisos que rodean al jardín hace el resto. Los primeros vecinos se asoman a las ventanas para ver de dónde proceden los gritos que no les dejan conciliar el sueño. Avisan a la Policía Local y los agentes logran identificar a algunos de los causantes de las molestias. No tienen aparatos para medir los decibelios que han provocado, pero les abren un expediente sancionador que les acarrea una multa de 450 euros. Esta situación se repite cada vez con más frecuencia en las calles de la capital. Y es que gritar o elevar en demasía el tono de voz en la vía pública, con las consiguientes molestias para los vecinos del entorno, puede salir muy caro. En concreto, puede suponer una multa de 300 o de 450 euros, según los expedientes sancionadores que tramita al cabo del año el Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento por la infracción que está tipificada como «molestias por ruido procedente de gritos proferidos en la vía pública». Desde el mes de enero, el Consistorio ha tramitado 166 expedientes sancionadores por este motivo, lo que deja claro que, para sorpresa de muchos, los gritos se multan en Málaga. Avisos a la autoridad La concejala de Medio Ambiente, Araceli González, explicó que la mayoría de los casos responden a denuncias de vecinos que avisan a los agentes de la Policía Local ante los gritos que oyen en su calle por una discusión, concentración de jóvenes o cualquier otra situación que los produzca. «Una vez que se registra el aviso, los policías se dirigen al lugar y en muchas ocasiones logran identificar a la persona o personas que están gritando, por lo que se les abre el correspondiente expediente», explicó González. Ordenanza Este tipo de infracciones, que pueden ser castigadas con multas de hasta 600 euros, están recogidas en la 'Ordenanza frente a la contaminación por ruidos, vibraciones y otras formas de energía', una normativa muchos vecinos desconocen y que el Ayuntamiento aplica con una mayor intensidad en los últimos meses. En su artículo 34, la ordenanza indica que se considerará como transgresión de sus preceptos «el comportamiento incívico de los ciudadanos o vecinos cuando produzcan ruidos que superen los niveles máximos admitidos». En muchos casos, se sancionan a personas que gritan en la vía pública bajo los efectos del alcohol, matizó la edil de Medio Ambiente, quien reconoció que 300 o 400 euros de multa por este motivo es una cantidad considerable, pero que tiene un fin disuasorio. «Una persona gritando en la calle a altas horas de la madrugada puede causar molestias a decenas de vecinos», sostuvo. Las sanciones son de 300 euros cuando el comportamiento expedientado se produce de día y de 450 cuando se detecta por la noche, con lo que ocasiona mayores perjuicios a los ciudadanos. Desde el Ayuntamiento precisaron que la Policía Local únicamente tramita este tipo de informes cuando tiene certezas para inculpar a una determinada persona o grupo de personas. A estos denunciados, Medio Ambiente les da un trámite de audiencia para que puedan alegar en su defensa. En algunos casos, demuestran que ellos no fueron los causantes de los gritos, por lo que no se les multa. No obstante, la mayoría de los expedientes se culminan, ya que resulta complicado rebatir la actuación policial. Araceli González animó a los vecinos a que sigan denunciando este tipo de comportamientos incívicos que provocan un considerable nivel de ruido en las calles de la ciudad, para hacer ver a las personas que los provocan que no van a quedar impunes. Sin percatarse Para denunciar este tipo de conductas, los agentes policiales deben conseguir que sus causantes no se percaten de su presencia ya que, si lo hacen, dejan de producirlas y no pueden ser multados. No obstante, según fuentes policiales consultadas, son muchos los casos en los que los agentes logran identificar sin problema a los emisores de los gritos que molestan a los vecinos. Según comentaron, en muchos casos se trata de jóvenes que transitan de un bar a otro en las noches de los fines de semana o que se concentran en parques y jardines rodeados de bloques que elevan el eco de las voces.
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