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TRAYECTORIA. José María Cuevas, en una imagen de hace dos años, cuando fue reelegido presidente de la confederación de empresarios. / EFE
Cuevas, el patrón sin empresa
Economia

Cuevas, el patrón sin empresa

El presidente de la CEOE durante 23 años muere por un edema pulmonar 15 meses después de dejar el cargo

ELISA GARCÍA

Martes, 28 de octubre 2008, 02:52

«Negociad siempre y cuando la negociación se vuelva imposible, seguid negociando». Con este consejo se despidió el 6 de junio de 2007 José María Cuevas de la presidencia de la CEOE, cargo que había ocupado durante 23 años. Y éste ha sido el legado más destacado y recordado por cuantos le conocieron y trabajaron con él el día de su fallecimiento. «Se ha ido un hombre partidario del diálogo y sabedor de la importancia que tiene la búsqueda del consenso y de las buenas relaciones», comentó su gran amigo y compañero Juan Jiménez Aguilar. La muerte sorprendió a Cuevas, a la edad de 73 años, de madrugada, cuando dormía en su domicilio madrileño. Comenzó a sentirse mal en torno a las cuatro, a causa de un fuerte dolor en el pecho. Alertó a su familia, quien llamó a la asistencia médica, pero nada se pudo hacer por salvar su vida. Todos los esfuerzon fueron inútiles. El diagnóstico fue un edema pulmonar agudo. Había nacido en Madrid en 1935, si bien se consideraba palentino. Casado y padre de cuatro hijos, era licenciado en Derecho y diplomado en Dirección de Empresas, pero nunca fue un empresario al uso tradicional. Es decir, no arriesgó jamás el grueso de su capital en un proyecto de negocio. Después de pasar por algunas sociedades familiares dedicadas a la construcción y a la fabricación de productos cerámicos, en 1970 se incorporó al equipo de Sarrió, S. A. como director general. Posteriores contactos con otras compañías se produjeron ya desde la responsabilidad de consejero. Sin doblegarse Cuevas mantenía como réplica a posibles reproches sobre su trayectoria profesional que los empresarios actuales eran muy distintos a los antiguos y que la dimensión alcanzada por muchas empresas hacía irrelevantes las participaciones de capital. Además, con su carácter socarrón e irónico, sin levantar nunca la voz, señalaba que el no reunir la condición de emprendedor permitía mayor neutralidad en la defensa del interés de un colectivo. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, le calificó a su salida del tanatorio de «leal colaborador» por su capacidad de «combinar muy bien la defensa de los derechos que representaba con la defensa del interés general de España». Modesto y pegado al terreno a lo largo de su responsabilidad en la CEOE, recibió críticas de todo tipo. Representantes de organizaciones asociadas a la gran patronal calificaron su comportamiento de beligerante en exceso; mientras que otros consideraron que su poca mano izquierda proporcionó a la confederación escasos logros. Partidario acérrimo de la libertad de empresa, lo cierto es que en cada acuerdo siempre sacaba partido para los intereses que representaba. Incluso consiguió en 1997 firmar con los sindicatos CC OO y UGT el abaratamiento del despido, disfrazado de un nuevo contrato indefinido que conllevaba un coste de la ruptura laboral más baja que el contrato indefinido ordinario. Estuvo al pie de cuantos pactos sociales se propusieron bajo diferentes siglas, como el AMI, ANE, AI, AES, etc. Algunos políticos veteranos resaltaron, a su paso por la capilla ardiente, la contribución de Cuevas a la democracia, la modernización de las relaciones laborales y el Estatuto de los Trabajadores, cuando todavía no ocupaba el máximo sillón de la CEOE. Tras una etapa de fuerte enfrentamiento con los sindicatos mayoritarios, pero siempre desde el respeto a las personas y las organizaciones, con la llegada del PP a La Moncloa volvió a sentarse en mesas de negociación, donde dejó claro que no se doblegaba a ningún gobierno fuera del color ideológico que fuera. Prueba de ello, es que rehusó firmar la reforma de las pensiones, basada en el consenso político denominado 'Pacto de Toledo', de 1995. Lo que no le impidió suscribir otras posteriores. Nicolás Redondo, ex secretario general de UGT, le definió como «un negociador muy duro, pero proclive a intentar acuerdos». Flexibilidad laboral Siempre apostaba y reclamaba mayor flexibilidad del mercado de trabajo. Anhelo que exponía en cualquier oportunidad que tuviera, pero sabía estirar la cuerda justo hasta donde podía. En numerosas ocasiones, nada más firmar un acuerdo, ya reivindicaba cambios más profundos. A su juicio, la auténtica reforma de las normas laborales estaba por llegar porque, en los pactos suscritos, sólo se había conseguido la modernización de determinados aspectos. En 1984 cuando sustituyó a Carlos Ferrer Salat al frente de la CEOE, se dijo que era un presidente de transición. Pero la historia confirmó que esas voces se equivocaban. Sólo la salud le hizo retirarse después de ser reelegido en siete ocasiones. A punto de cumplir 23 años en el cargo, en febrero de 2007 anunció que dejaba su responsabilidad en la patronal. Problemas coronarios tuvieron la culpa de este retiro.

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