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ALMUDENA NOGUÉS
Jueves, 23 de octubre 2008, 03:53
Francisco Espinosa lleva más de 30 años luchando por encontrar los restos de su progenitor, fusilado durante la Guerra Civil. Su periplo comenzó en 1977 y desde entonces este malagueño no ha escatimado ni un solo minuto de su tiempo en que se haga justicia, una deuda que, según dice, tiene pendiente con su padre. A sus 71 años, preside la Asociación contra el Olvido y por la Recuperación de la Memoria Histórica, organización que aglutina a más de 420 personas y que ha recibido «con alegría» la última decisión de Garzón. El pasado jueves, el juez Baltasar Garzón se declaró competente para investigar los crímenes de la Guerra Civil y el franquismo. ¿Cómo han recibido la polémica decisión del magistrado en su asociación? Con mucho optimismo. Para mí y para todos los familiares es verdaderamente una alegría que por fin la Audiencia Nacional tome las riendas de un proceso en el que asociaciones como la nuestra llevamos años trabajando e intente que se haga justicia. Lo que pedimos es que se averigüen los nombres y los sitios donde están enterrados tantos españoles en fosas comunes. ¿Qué opinión les merece pues el recurso presentado por la Fiscalía, al considerar que la pretensión de Garzón «aboca a una inquisición general en nuestra Constitución»? Opino que esa crítica está fuera de lugar. De lo que se trata no es de buscar culpables -ya sabemos que están muertos-, sino de que sepamos el paradero de las miles de personas ejecutadas y que por fin haya un censo oficial de las víctimas. Toda esta controversia afecta directamente a Málaga, donde se encuentra la mayor fosa común de España. Las investigaciones que hemos realizado revelan que el antiguo cementerio de San Rafael podría tener más de cuatro mil restos de fusilados durante la Guerra Civil y el franquismo, de los que ya hemos desenterrado 2.380 de ocho fosas. Y ya estamos abriendo la novena. Sólo en San Rafael hay documentadas 18. Tal y como ha destacado en otras ocasiones, esos restos de fusilados están repartidos por toda la provincia... Así es. Nos conta que hay restos en Ronda (cerca de 400), en Antequera, donde vamos a iniciar ahora las investigaciones, en Vélez-Málaga (unos doscientos), en Casares, en Alhaurín, en el cementerio de Coín... Hubo ejecutados practicamente en todos los rincones de la provincia. La exhumación de los cuerpos comenzó en 2006. Dos años después, ¿considera que se trabaja a buen ritmo? Por ahora estamos contentos con lo que se está haciendo y con el cuidado con el que están operando los arqueólogos de la Universidad de Málaga. Junta, Ayuntamiento y Gobierno están cumpliendo con los compromisos que adquirieron con nosotros. Lo que ahora pedimos es que se avance en la identificación de los cadáveres y se compaginen las pruebas de ADN con las tareas pendientes de exhumación. Esas pruebas de laboratorio las tienen que asumir las administraciones, como recogimos en el proyecto que le planteamos antes del inicio de las excavaciones, en agosto de 2006. ¿Qué es lo más llamativo que han encontrado en esas excavaciones? Niños (se hace un gran silencio). Además, hemos desenterrado todo tipo de enseres personales, desde hebillas a gafas o mecheros antiguos. Usted lleva años luchando por la memoria de las víctimas, ¿cuál sería su mejor recompensa? Verlos a todos descansando en el Panteón. Esa es mi aspiración y la de muchos malagueños que trabajan en la asociación. Que den con todos los cuerpos y que se limpie su nombre y su memoria. Sólo entonces, me iré tranquilo.
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