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JUANJO MADUEÑO
Martes, 14 de octubre 2008, 04:35
Lázaro Gutiérrez se levanta cada día a las seis de la mañana para dirigirse a la gasolinera El Castillo o en la de Calahonda, donde se encarga de repartir la suerte a través de los cupones de la ONCE. Sin embargo, no todos los días son iguales. En esta ocasión, sabía que era una jornada especial. Lázaro se exponía a la prueba más bonita y complicada que tiene que pasar un vendedor de lotería: entregar a una clienta habitual un cupón que durante dos semanas lleva guardado en su bolsillo y que está premiado con 35.000 euros. Además de esta importante suma económica, la agraciada recibe otro premio, el de la fidelidad de su vendedor de cupones. «Dentro de mis principios no entra quedarme con el premio de otros», comenta Lázaro. Algo que la clienta -que prefiere mantenerse en el anonimato- ve como un regalo, ya que según asegura está «muy agradecida porque es un gesto que normalmente no se espera y que muy poca gente es capaz de hacer». Para más inri, ella ni siquiera sospechaba que el boleto estuviera premiado. Sin embargo, Lázaro insiste en quitarle importancia. «Lo más lógico es que el premio sea para el dueño y no para el vendedor, es como se debe actuar normalmente», recalca. Deber cumplido El vendedor tiene la satisfacción del deber cumplido. Pero no es la primera vez que le ocurre. «Ya he dado un premio más de máquina y también de 35.000 euros; además dio la casualidad de que la persona premiada me lo había comprado con antelación y lo tuve guardado algún tiempo porque se había marchado unos días de viaje y no había podido venir a recogerlo», comenta. El hecho de tener un cupón premiado durante tantos días no ha tentado a Lázaro. Su preocupación era tenerlo a buen recaudo y dárselo cuanto antes a su propietaria. El gesto, según Lázaro, «es por ética personal, no responde a ninguna regla de trabajo». Sólo a la «dignidad como personas, que debe estar por encima de todo». Para la afortunada estos 35.000 euros van a servirle para «quitar algunas cosillas de en medio». También le dará para invitar a Lázaro a cenar, «aunque no para comprarle un piso», bromea.
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