El Antequera muestra sus dos caras y gana al Cuenca en nueve minutos

Sufrimiento extremo. El Balonmano Antequera sabía que el partido de ayer ante el Cuenca no iba a ser fácil, pero de ahí a sufrir lo que sufrió había un mundo. El equipo mostró las dos caras que venía dibujando durante los primeros partidos de Liga. En el primer periodo, los de Ortega no se enteraron del partido y dieron la misma sensación de impotencia que se vio en los encuentros de Torrevieja y Alcobendas. El Cuenca se limitó a hacer su trabajo y obtuvo una buena renta. Pero en la segunda parte entró en juego la experiencia y con una metamorfosis difícil de entender el Antequera fue capaz de conseguir un parcial de 7-1 a favor que igualó la contienda. En los últimos minutos, entre el temple de Ortega y el empuje del público, se hizo el milagro. Hasta el 3-3, el partido transcurría en los cauces esperados. Pero la primera pájara local provocó, con superioridad numérica del Antequera, que el Cuenca lo doblara en el marcador (4-8). El equipo comenzó a atascarse preocupantemente, y los porteros, sin tocar una, contribuían al descalabro. En la parte final de la primera mitad, Prodanovic y Trivundza, con ramalazos de 'crack', mantuvieron a los suyos en el partido. La lesión de Obradovic dio la alternativa a Luisfe, que en la segunda parte cedería su puesto y el protagonismo a Chelu Cid. Transformación Tras el descanso, el Antequera se transformó, aunque tardó en hacerlo hasta el 14-18. Ortega colocó a Chelu Cid en el lateral derecho y el de Ronda resucitó un año y medio después. Entre él, Jahns y un Jorge Martínez soberbio amargaron la existencia al Cuenca. Los minutos que se vieron entre el 14-18 y el 21-19 fueron de lo mejor que se recuerda en los últimos años en Antequera. Sobre todo, porque el equipo demostró que puede con la presión. En la recta final, el choque se igualó, pero el Antequera hizo valer su experiencia. Pérez Canca se gustó dirigiendo y penetrando y Chelu Cid tiró del carro. Cambió la opinión del público a base de goles sin ángulo y, por fin, rindió de igual manera con la equipación que con el chándal. Pero en Antequera para ganar hay que sufrir. A falta de tres minutos, Grosas puso a los suyos a uno (24-23). Oliva, que salió por Bozic, detuvo un balón de partido a Jahns y los de Dokic tuvieron balón para empatar. Pero los de Ortega tenían su día y supieron defender. La guinda la puso de nuevo Cid con el último gol. Una victoria y una resurrección, ¿quién da más?